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Colosal

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Por Ricardo Soca ///

Proviene del griego kolossós, una palabra de origen incierto usada por Heródoto para designar esculturas gigantescas construidas en Egipto, entre las que se destacaba el Coloso de Rodas, una estatua de Apolo de 36 metros, erguida a la entrada del puerto de Rodas, alrededor del año 280 a. de C.

El vocablo griego fue adoptado por los latinos como colossus. Doscientos años después de la creación del Apolo de Rodas, cuando Vespasiano y Tito construyeron el Coliseo romano, le dieron ese nombre porque su tamaño, que para la época resultaba gigantesco, les recordaba las proporciones de las estatuas descritas por Heródoto. Cabe observar que los romanos no se basaron en kolossós, sino en su derivado kolosiáios ‘colosal’.

Coloso pasó al francés hacia fines del siglo XV bajo la forma colosse y fue tomada por el inglés como colossus. En castellano aparece registrada en 1580, y su derivado colosal figura en el Diccionario castellano, de Esteban de Terreros. Sebastián de Covarrubias la incluyó en su diccionario, pero para designar apenas «una estatua de grande disposición, que con extremo excede la estatura natural».

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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.

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