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Lengua curiosa
Guarango

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Por Ricardo Soca ///

El guarango es un personaje que existe en todas las sociedades humanas: es ‘el tonto, a veces grosero, que cree ser gracioso’. En la Argentina presenta un matiz diferente: es un ‘sujeto grosero, incivil que desconoce o no respeta las reglas de urbanidad’. Según la Academia Española, la palabra se usa en los países hispanohablantes del Cono Sur. En algunos países americanos, tiene homónimos provenientes de una voz quechua, waranku, pero no son más que eso: palabras diferentes que se pronuncian y escriben igual, pero que denotan un cierto árbol que no guarda relación con el vocablo al que nos referimos.

El adjetivo conosureño guarango se forma a partir de la palabra guaraní. En efecto, nace en Paraguay como forma despectiva de referirse a los hablantes monolingües de esa lengua originaria. En las escuelas paraguayas estuvo prohibido hablar guaraní durante largos años, puesto que su empleo constituía una marca sociolingüística para señalar la diferencia jerárquica entre los miembros de la clase dominante blanca y los pobres, que no tenían acceso a la educación. Se trata de un fenómeno semejante con lo que ocurre hoy con el portuñol, hablado en la frontera noroeste entre Uruguay y Brasil.

Y es lo que sucede en todas las sociedades diglósicas, aquellas en las que una lengua de prestigio, que los sociolingüistas llaman “A”, se emplea como marca social que jerarquiza a sus hablantes y discrimina a los de la lengua “B”, que generalmente no está estandarizada, es decir, no se ha estudiado su gramática, no se ha definido su ortografía y no tiene un diccionario. En el Paraguay del siglo XIX, “hablar en guaraní significaba ser guarango”, es decir, inferior, según explica el literato y antropólogo paraguayo Ramiro Domínguez, galardonado en 1909 con el Premio Nacional de Literatura de su país.

La lingüista Joan Rubin, en un ensayo* de 1985 ratifica que “la persona que solo controla el guaraní es llamada guarango, menos inteligente, menos desarrollada y carente de principios morales (…). Los hablantes monolingües de guaraní se llaman a sí mismos tavi, ‘estúpido’, porque no son capaces de hablar español”, dice. Esta denotación de guarango fue cambiando de significado entre nosotros para referir actualmente a la ‘persona que cree tener alguna gracia, pero resulta tonta o ridícula’.

The Special Relation of Guarani and Spanish in Paraguay, incluido en el libro Language of Inequality, de Nessa Wolfson y Joan Manes (editoras), editorial Mouton, 1985

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