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Urquiza esq. Abbey Road
Mateo y el Darno por Cabrera

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Por Eduardo Rivero ///

¿Cuánto se demora en grabar un disco? ¿Veinte horas? ¿Cincuenta? ¿Trescientas? Fernando Cabrera tiene un nuevo trabajo que demandó apenas un par de horas de grabación durante un espectáculo en vivo en el Teatro El Galpón, la noche del 7 de agosto de 2015, pero que de cierto modo comenzó a gestarse hace por lo menos 30 años.

Digamos que Fernando Cabrera canta Mateo y Darnauchans, editado por Ayuí a fines del año pasado, empezó a tomar forma en los años 80. En aquel entonces Fernando ya era un solista hecho y derecho, un respetado compositor y un personalísimo cantante que supo sobreponerse al juicio crítico que su peculiar voz provocaba hasta que –en un efecto idéntico al sucedido con la voz de Jaime Roos– su modo de cantar se convirtió en uno de los sonidos inconfundibles de la música popular uruguaya.

A fines de esa década, por 1987, Fernando ya había integrados los colectivos Montresvideo (junto a Pacho Martínez y Daniel Magnone) y Baldío (junto a Andrés Recagno, Gustavo Etchenique y Andrés Bedó). Había sacado sus primeros tres discos solistas: El viento en la cara y los sorprendentes y rockeros Autoblues y Buzos azules.

Su talento inmenso de autor de bellas melodías y excepcionales letras lo colocó en situación de compartir un proyecto con su admirado Eduardo Mateo, ya una leyenda viva y gestor de la fusión de música afrouruguaya con elementos del rock y el pop. Así nació Mateo y Cabrera, grabado en vivo en el Teatro del Notariado en abril de 1987.

Cuatro años después, en el Teatro Solís, Cabrera compartió el espectáculo Ámbitos con Eduardo Darnauchans, cuya grabación directa de la consola, realizada en un humilde cassette de cinta de cromo y sin la menor intención de terminar en un disco, dio pie en 2008 a una edición en disco compacto por parte de Ayuí.

El vínculo de Cabrera y Darnauchans tiene además otros componentes. En deliciosas charlas café de por medio Cabrera me lo ha señalado como su mayor influencia y su auténtico maestro. Además de un amigo muy estrecho, Cabrera fue frecuente colaborador a lo largo de buena parte de la discografía del Darno.

En Zurcidor, de 1981, por ejemplo –para muchos el trabajo más importante de Darnauchans– cantó en Como los desconsolados y acompañó con su guitarra solista en Pago, estremecedor tema que Eduardo dedicó a su padre. Los arreglos de La ultima orquesta de señoritas, Buenas noches y Los aviadores también le pertenecen a Cabrera. En 1989 volvió a grabar junto al Darno en El trigo de la luna en la maravillosa Desconsolados 2. También hay un arreglo de Cabrera en el disco final de Darnauchans, El ángel azul de 2005.

Así, el largo viaje de Cabrera por el universo darnauchaniano y mateístico arriba ahora a este excepcional Fernando Cabrera canta Mateo y Darnauchans. Un disco loquísimo y cuerdísimo a la vez, sabiamente minimalista y elegante y exquisito, desde Como los desconsolados –que lo abre– hasta La mama vieja –en mi opinión el más bello candombe de la historia– que lo cierra.

En escena, Cabrera con su voz y su guitarra, se acompañó esa noche por el talentoso Edú “Pitufo” Lombardo en percusión, voz, y ocasionalmente también guitarra y el resultado es deslumbrante. Cabrera sabe, como muy pocos, el valor del silencio como parte de los sonidos que hacen a la música. Sabe que el silencio expresa, y paradojalente, también “suena”.

En su canto hace pausas expresivas que nadie más haría. Y en su guitarra, se anima a acordes de apenas dos notas, dejando las otras tres o cuatro que faltan como contenido latente, picando dentro de la cabeza del público, aguijoneando la imaginación y la sensibilidad del oyente.

Como los desconsolados también tiene un contenido latente: la voz del Darno que parece estar, que merece estar y que de algún modo sigue estando. Es notable el tratamiento pop que le da a Memorias de Cecilia, curiosamente la única letra original escrita en solitario por Darnauchans para su clásico álbum Sansueña.

Aparece aquí también la bellísima Mariposa, canción de la legendaria banda británica The Hollies que el Darno adoraba y a la que puso letra en español para el disco El trigo de la luna. Me emociona particularmente la inclusión de Claros, canción que vi nacer, con música del gran Jorge Galemire y texto de Darnauchans:

“Yo se que anduvo un miedo bajo la luz de tu frente
y sin embargo sigues atormentando a la muerte…”

Precisamente, atormentar a la muerte es lo que hace Cabrera, reviviendo a Mateo y a Darnauchans en un disco que no tiene desperdicio. Es notable la sutileza con que Cabrera y Pitufo entonan a dúo Rimedio e’yuyo de Mateo. Notable la forma en que recrean la clásica interpretación de guitarra y percusión al mejor estilo del disco Mateo y Trasante en Lo dedo negro y La mama vieja.

Es impresionante la versión de Épica –del Nieblas y neblinas– con sus gloriosos versos iniciales que demuestran el inmenso vacío que dejó la muerte del Darno y que parecen hablar, precisamente, de esa ausencia:

“Andarás por algún lado
dándole sentido al aire y a las cosas
justificando la ruta
de los helicópteros y las palomas…”

También me resulta feliz la inclusión Cancion 2 de San Gregorio, un impresionante texto de Washington Benavides musicalizado por Darnauchans en su primer disco, Canción de Muchacho, y que dicho sea de paso fue la primera canción que le vi cantar en persona al Darno, el día en que lo conocí, en la prueba de sonido de un recital en el Teatro el Galpón en mayo de 1971. Hacía apenas unas semanas que Darnauchans había dejado Tacuarembó para radicarse en Montevideo.

No es este el primer intento de Cabrera en realizar un disco de versiones. En el valioso Canciones propias, de 2011, también versionó a Mateo y a Darnauchans. Allí canta Príncipe azul, escrita por Mateo y Horacio Buscaglia para el repertorio de El Kinto a fines de los años 60, y Balada para una mujer flaca de Darnauchans y Bismark Vega, originalmente incluida en Zurcidor.

Pero este nuevo disco es muy superior a ese antecedente. El nivel de refinamiento arreglístico logrado es notoriamente más profundo y la emoción de la interpretación vocal en vivo muchísimo más palpable. Lo del comienzo: este disco empezó a concebirse hace décadas. Como el buen vino, ha sufrido un paciente y delicado proceso de maduración. Ahora solo cabe servírselo y disfrutarlo.

portada
Fernando Cabrera canta Mateo y Darnauchans, de Fernando Cabrera
Ayuí, 2015

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

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