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Urquiza esq. Abbey Road
Un supremo café con Mary Wilson

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Por Eduardo Rivero ///

Un lunes de octubre de hace exactamente trece años me tomé un café con la historia de la música pop norteamericana.

Fue en la cafetería del hotel Conrad de Punta del Este y del otro lado de la pequeña mesita redonda estuvo, durante casi una hora, Mary Wilson, integrante fundadora del trío The Supremes, que en la segunda mitad de la década de 1960 tuvo nada menos que 12 simples en el número uno de los rankings norteamericanos y se convirtió así en el grupo vocal más exitoso de todos los tiempos.

Yo no sabía que iba a terminar tomando un café con ella y menos aún que iba a tener una charla distendida de casi una hora.

Apenas sabía que la producción de Mary Wilson me concedía diez minutos en el Conrad y punto.

Pero sí sabía muchas otras cosas sobre ella y su grupo, un trozo enorme de la música pop estadounidense; cosas que repasé prolijamente a los efectos de estar a tono con la importancia de la entrevista que iba a hacer para mi programa radial de entonces, que se emitía de lunes a viernes por la tarde en una FM de la península, como diría Cervantes, “de cuyo nombre no quiero acordarme”.

The Supremes, el trío vocal por definición de los años 60 en EEUU, en realidad arrancó con otro nombre y ni siquiera era un trío.

Al comienzo se llamaban The Primettes y eran un cuarteto nacido de los barrios pobres de Detroit, una ciudad industrial con una enorme tradición de música negra.

Cuando fueron contratadas por el célebre productor Berry Gordy Jr., fundador del sello de pop negro Motown Records, se convirtieron en trío y cambiaron su nombre a The Supremes. Una denominación creada por una de las integrantes, Florence Ballard, y que en principio fue resistida por sus dos compañeras: la consideraban “demasiado masculina”. Pero quedó y vaya si anduvo.

El trío básico se conformó cuando a Florence Ballard se unió su mejor amiga, Mary Wilson, y ésta llevó al grupo a una compañera de la secundaria llamada Diana Ross.

El sello Motown ya era una enorme fábrica de hits, en un estilo que intentaba quebrar las barreras raciales todavía enormes, de una sociedad aún fuertemente segregada. En tal sentido, Berry Gordy Jr. impulsaba un pop accesible para todos, negros y blancos, y consiguió su objetivo con nombres como The Temptations, The Four Tops, Stevie Wonder, Martha and the Vandellas, The Marvelettes, Marvin Gaye o Smokey Robinson and the Miracles, entre muchos otros.

En los comienzos, las tres chicas editaron algunos simples sin mayor repercusión y trabajaron como voces de apoyo de algunos de los artistas mencionados más arriba.

Luego: el fenómeno de popularidad, la fama y el lugar bien ganado en la historia.

Gordy Jr. en principio hacía cantar a Florence Ballard los temas más rítmicos y potentes, con mayor “soul”, a Diana Ross los temas más pop y de algún modo más livianos, y a Mary Wilson las más dulces baladas.

Tras los primeros éxitos en grande, especialmente su primer número uno, Where Did Our Love Go de 1964, de a poco fue apuntando a colocar a Diana Ross como la voz líder, por tener la mejor imagen de las tres, un cambio que daría enormes réditos.

Era el año de la llegada de The Beatles a los EEUU y sin dudas The Supremes representaron una suerte de “defensa” del pop estadounidense contra esa auténtica “invasión inglesa” que empezó a marcar el paso también en suelo americano.

El productor y mentor del sonido Motown intuyó que las composiciones del célebre trío de autores Holland-Dozier-Holland (Lamont Dozier y Brian y Eddie Holland) iban como anillo al dedo a la voz líder de Diana, nacida para el pop y a las armonías vocales de sus dos compañeras.

Pero había más: en lo extramusical, la consolidación de una imagen de lujo y sofisticación para el trío que era totalmente nueva para los artistas de música negra, con vestidos de lujo, largos guantes, estolas de piel y hasta pelucas. The Supremes parecían siempre a punto de entrar a una fiesta de etiqueta, con su cuidado atuendo y sus estilizadas figuras como de modelos.

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Diana Ross (izq.), Florence Ballard (centro, arriba), Mary Wilson (der.) en la portada del EP Baby Love. Crédito: Classic Motown.

Vinieron otros once número uno en fila, entre los que están: Baby Love, Stop! In the Name of Love, You Can’t Hurry Love, You Keep Me Hanging On, presentaciones en todo el mundo y nada menos que 17 apariciones en el espacio televisivo de variedades musicales número uno: The Ed Sullivan Show. Su reinado absoluto duró hasta 1967 cuando se produjo la explosión de los artistas negros con raíz en el rhythm and blues y el gospel con la gran Aretha Franklin a la cabeza, desplazando en buena medida el pop más liviano y más “blanco” de The Supremes, quienes igualmente y tras diversos cambios en la integración –pelea con Diana Ross, muerte de Florence Ballard– trabajaron hasta 1977.

Aquel lunes 6 de octubre de 2003, estreché tímidamente la mano de Mary Wilson, ataviada con un sencillo jogging. Le expliqué que la entrevista era para radio y su productor me dijo en forma inapelable: “10 minutos”.

Nos sentamos en una mesita de mármol redonda en la cafetería del hotel y la señora Wilson me invitó un café con expresión amable pero algo fastidiada.

Empezamos a charlar y Mary empezó a sorprenderse más y más de que este periodista uruguayo supiera su historia y que además no le preguntara por los temas del momento o su opinión sobre la muerte de Lady Di sino sobre sus influencias musicales, el origen del “Motown Sound” y su participación en un musical de Broadway en base a música del genial Duke Ellington.

La charla se hizo distendida, encantadora y sobre todo, extensa. Mucho más extensa que los diez minutos pactados. Cuando había pasado casi una hora, el productor estaba al borde del infarto. Mary Wilson miró la hoja de mi cuaderno y vio que todavía quedaban un par de preguntas anotadas y así se lo dijo al productor, mientras me sonreía con picardía.

Hablamos de su familia, muy humilde pero llena de amor, de la música que escuchaba en Detroit cuando adolescente (todo el pop y todo el jazz), de que los sueños se hacen realidad, que haber sido una Supreme había sido “más grande que la vida”, y de gente como The Beatles, The Rolling Stones, Bob Dylan, Ray Charles y Stevie Wonder.

Con un escalofrío, en un momento comprendí que esa señora hablaba tan en detalle de todos ellos por la sencilla razón de que a todos los conocía personalmente. Me contó de su participación en un show de los Stones, de sus recurrentes charlas telefónicas con Dylan, de su veneración por Ray Charles y de que cuando conoció a The Beatles, en un hotel en Londres, en principio no hubo mucho feeling porque ellos esperaban conocer a tres chicas de barrio –que en realidad eran– y ellas llegaron vistiendo sus estolas de piel y sus vestidos “de noche”, pero que luego se hicieron muy amigos.

En un momento de la charla tiró la bronca contra Eminem y todo el rap y el hip hop, que según su punto de vista, ofrecía letras “basura, cargadas de vulgaridad y violencia”.

El café con Mary Wilson tendría un complemente especialmente sabroso e inolvidable.

Hablando de su intervención en Broadway cantando a Duke Ellington, simplemente acercó su cabeza a la mía y casi susurrando cantó con una voz negrísima y maravillosa, de impecable vibrato, los versos iniciales del enorme clásico de Ellington In a Sentimental Mood:

“In a sentimental mood
I can see the stars come through my room…”

Ya lo dijo Serrat: “De vez en cuando la vida nos besa en la boca”. Ese instante fue un beso de la vida: un buen café y una de las Supremes cantando Ellington solo para mí.

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

Video: MeetTheSupremes

Enlace externo
The Supremes, en el sitio web Classic Motown

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