A. Económico

Situación y perspectivas para el sector agropecuario uruguayo

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El sector agropecuario viene atravesando un período difícil. A la caída marcada de precios que se produjo desde mediados de 2014 se agregaron dificultades de comercialización en algunos casos y un clima muy adverso en el último año, que impactó en los resultados productivos y económicos del sector.

Romina Andrioli (RA): Frente a este panorama, les proponemos conversar acerca de la coyuntura actual que atraviesan las principales actividades agropecuarias en nuestro país y de las perspectivas que se abren para el año próximo. El diálogo será con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.

Tamara, comencemos por repasar brevemente el comportamiento del sector mirado como un todo. ¿Qué nos dicen las cifras de PIB sobre el desempeño del agro?

Tamara Schandy (TS): El sector agropecuario tuvo un freno marcado, al igual que toda la economía… En realidad pasó de ser un sector de fuerte dinamismo a ser un sector en retracción en el último año. Concretamente, si miramos las cifras de Cuentas Nacionales, el sector creció a un ritmo promedio anual de aproximadamente 3,5 % entre 2003 y 2013, mientras que en los últimos dos años acumuló una expansión de apenas 1,5 %, expansión que además fue exclusivamente explicada por la extracción de madera, recogiendo la apertura de la planta de celulosa de Montes del Plata en 2014.

Incluso, si miramos las cifras trimestrales más recientes, el PBI del sector agropecuario acumula una caída interanual de más de 5 % en el primer semestre de 2016.

RA – ¿Y qué sucede a nivel de subsectores?  ¿Hay matices que valga la pena resaltar?

TS –Los últimos años fueron años difíciles para las actividades agropecuarias en general, por lo que decías tú al inicio. Se conjugó una caída fuerte de los precios internacionales de los alimentos, con factores climáticos y otras dificultades comerciales y de competitividad en algunos rubros.

La excepción, como decía recién, fue la actividad forestal, que tuvo un crecimiento extraordinario en 2014 y 2015. Concretamente, según las cifras del BCU, la actividad silvícola y de extracción de madera creció casi 75 % en 2014-2015 y eso fue clave para contrarrestar el mal desempeño de las otras actividades agropecuarias. De hecho, la ganadería tuvo un crecimiento de apenas 1,4 % en el mismo bienio, mientras que la agricultura se contrajo 13 % según las cifras del Banco Central. Con lo cual, si el sector en su conjunto no cayó en estos últimos dos años (y de hecho creció levemente como señalaba antes) fue por el impulso particular que tuvo la producción de madera. En la medida en que ese impulso ya no está operando prácticamente en 2016 (porque estamos comparando con 2015, cuando la planta ya estaba casi en pleno funcionamiento), el sector empezó a registrar una retracción más notoria y seguramente cerrará este año con una caída significativa.

RA – Tamara, en estas cifras que comentás, sobresale la caída que experimentó la agricultura en estos últimos dos años. Sin embargo, esa caída se da luego de años de muy fuerte crecimiento, ¿no es así?

TS – Sin dudas. Si sumamos cultivos de invierno y de verano, pasamos de un área agrícola de unas 600.000 hectáreas al inicio de los años 2000 a una de casi 2,5 millones de hectáreas en el pico de 2013.

Desde ese momento, la caída de los precios de los granos supuso un freno muy marcado en esta actividad. Hay que tener presente que los precios de la soja pasaron de niveles pico de más de US$ 500 la tonelada en la primera mitad de 2014 a registros de entre US$ 300 y US$ 350 la tonelada en los últimos dos años. Y si miramos el trigo, la caída fue aún más violenta… desde valores de más de

US$ 300 la tonelada en 2012/2013 a precios en el entorno de los US$ 150 la tonelada actualmente.

En ese contexto, el área agrícola de secano acumula una baja de 25 % desde el máximo de 2013, aunque sigue siendo alta desde una perspectiva histórica.

RA – Recién mencionabas la caída del área, pero a eso se agregó un clima que complicó bastante el panorama de producción en el último verano, ¿verdad?

TS – Exacto. Tuvimos un clima muy adverso en lo que fue esta última zafra de verano, que impactó en los resultados productivos (con caídas de casi 20 % de los rendimientos) y que generó además problemas de calidad y sobre-costos muy significativos post-cosecha.

De esa manera, con precios más bajos, costos altos y problemas en los rendimientos y en la calidad este último año, los resultados económicos en la agricultura de secano han sido muy malos en las últimas dos campañas, en muchos casos probablemente negativos incluso antes del pago de la renta de la tierra.

RA – Y a nivel de la ganadería, ¿cuáles son las claves en ese negocio?

TS –  Claramente no es lo mismo la ganadería de carne que la lechería. Allí el Banco Central no presenta cifras desagregadas, pero podemos igualmente basarnos en otras estadísticas oficiales. Por ejemplo, de acuerdo a cifras de INAC, la faena cerró el último ejercicio con un leve incremento, manteniéndose algo por encima de los 2 millones de cabezas, que es el nivel en el que ha estado oscilando desde 2007 a esta parte. Esa situación se da en un marco en el que los precios de la carne a nivel internacional se han corregido desde los niveles pico, pero no sufrieron una baja tan marcada como en otros productos y eso permitió mantener valores del ganado en torno a US$ 1,80 por kilogramo en pie (en el promedio del último ejercicio) que sigue siendo un valor históricamente alto.

En cambio, en la lechería es notorio que la situación ha sido bastante más compleja… Los precios internacionales de los lácteos fueron de los que más bajaron en los últimos tres años y a eso se sumaron los problemas con Venezuela y el impacto del clima, que también fue un factor negativo adicional para este sector… En ese marco, la remisión de leche cayó 8 % en el ciclo 2015/2016 y los márgenes en la producción lechera se deterioraron drásticamente, registrándose incluso pérdidas en varios casos en el último ejercicio (sobre todo en productores que arriendan la tierra).

RA –Tamara, después de este pantallazo de lo que es la situación actual del sector, ¿qué podemos esperar para adelante? ¿Hay una mejor perspectiva para el próximo año?

TS – Sí… En términos generales podemos pensar que hay perspectivas algo mejores. Si bien no estamos advirtiendo subas generalizadas de precios de commodities, podemos decir que los valores están mayormente estabilizados y en algún caso, como el de los lácteos, estamos viendo ya una recuperación bastante marcada, ante perspectivas de menor producción mundial. Concretamente, en los últimos dos o tres meses los valores de los lácteos en Oceanía acumulan subas de más de 30 % y esto se está reflejando también en cierta tonificación de los precios pagados al productor local, que debería permitir, junto con un mejor clima, una recuperación importante de la producción y de los márgenes en los tambos.

RA – Ahora, Tamara, a nivel de los granos no se están viendo mejores precios, ¿Cómo son las perspectivas para la agricultura?

TS – Es cierto. En el caso de los granos ha habido alguna volatilidad (sobre todo en el caso de la soja) pero los precios se mantienen en niveles reducidos, en la medida en que las previsiones de producción mundial siguen pautando en general un panorama de oferta muy abundante. Sin embargo, aún sin mejores precios, las perspectivas para la próxima zafra de verano son bastante más favorables, en la medida en que no se repita un clima tan extremo como el de la zafra pasada. De hecho, incluso con los precios actuales (en torno a los US$ 340 por tonelada) e incorporando un dólar más bajo (que supone una menor corrección de costos), los márgenes de la soja deberían tener una mejora notoria si asumimos un rendimiento más normal en lo que va a ser el ciclo 2016/2017.

RA – Y para terminar… ¿qué podemos esperar para la ganadería de carne?

TS – En el caso de la carne, no se aguardan cambios muy relevantes a nivel de los precios de la carne y, en ese marco, tampoco hay perspectivas muy diferentes en materia de actividad. De hecho, nuestras previsiones apuntan a una faena vacuna relativamente estable o cayendo ligeramente en 2017.

En definitiva, Romina, venimos de años difíciles para el sector agropecuario, pero entendemos que, si el clima no vuelve a jugar una mala pasada, deberíamos tener un 2017 algo más favorable para el sector en general.

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