Concurso de Cuentos

Cuentos de invierno
Conocé a los nominados por el jurado y votá por tu cuento favorito

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El Concurso de Cuentos de En Perspectiva te invita a ser parte del jurado y votar para definir el "premio de los oyentes". Debajo están publicados los "cuentos de invierno" nominados por el jurado y al final de la página el formulario para votar. El próximo jueves 30 de junio, al término del programa, se dará por cerrada la votación. ¡Que se exprese el soberano!

Concurso de Cuentos de En Perspectiva 2016

Edición: Quinto llamado, junio de 2016
Consigna: Cuentos de invierno
Jurado: Juan Grompone, Mauricio Rosencof, Gonzalo Pérez del Castillo y Alcides Abella

Cuentos nominados

Título: Umbral de una ausencia
Seudónimo: Afrodita

Él la miró en silencio. Sus ojos verdes penetraron hasta sus entrañas y una excitación se expandió por su cuerpo. En un instante se paralizó el mundo. Las tazas humeaban extasiadas el sabor del café. Afuera llovía. Ella escribió en el vidrio “te amo”. Él caminó con sus dedos hasta su cuello y apretó suavemente el menudo lóbulo de su oreja; luego, deslizó su mano por el pelo acariciándola. Ella, inquieta, suplicó:

–No te vayas, no me dejes.

Entre el humo caliente y el vapor del lugar las dos siluetas se partían por los pequeños cristales de la ventana empañada. Y el ruego quedó suspendido en el aire. Él se fue.

En instantes, ella oyó la puerta del ascensor: “es él, volvió”.

Corrió a abrir. El ruido de la llave la detuvo, y congelada, vio entrar a su marido que había llegado antes de lo previsto.

***

Título: Tiempo
Seudónimo: Alsol

Decía mi abuela que el invierno suele ser duro, pero sabe acariciar con mano blanda. Y yo, que me quitaba el frío al sol del mediodía, pensaba que en realidad esa mujer había sido mucho más curtida que su nieto.

Recordaba sus palabras, que con los años, me parecían una metáfora de la vida, mientras intentaba pelar una naranja como ella me lo había enseñado: “sin prisa, disfrutando el regalo de la naturaleza, y procurando que el espiral de cáscara no se corte antes de tiempo”. Pero a pesar de mi esmero no lo logré y quedé buscando algún extraño significado en aquel rizo que se balanceaba ajeno a mis elucubraciones.

–¡Abuelo! –dijo mi nieto que apareció corriendo desde la cocina–. ¿Me enseñás a pelar una naranja?

***

Título: Como el invierno
Seudónimo: Alubias

Al intentar aproximar mis extremidades a las suyas, alejó sus pies instintivamente. Mi mano encontró su cadera hurgando debajo del acolchado, pero ella permaneció de espaldas e inmóvil, como sin darse cuenta.

Estaba seco, frío, muerto, nuestro amor.

Frío como el invierno.

***

Título: Dulce sueño
Seudónimo: Apolo

Eran las cuatro de la madrugada y el viento se colaba a través de las paredes de fibra y cartón. La helada seguía cayendo sobre el zinc y una escarcha flotaba en la jarra con agua. Él y la mujer, se taparon con una manta de arpillera, rellena con buzos viejos y se pusieron dos sillas, encima. Aún vestidos, no podían conciliar el sueño. El frío era más intenso, si se movían. Por eso, se quedaron quietitos y abrazados. Tenían los cuatro pies en el ladrillo, envuelto con hojas del suplemento de El Día, pero aquel ya se había enfriado. La abuela de él siempre le decía al abuelo, fabricante de bombones, que la felicidad era de color marrón. Entonces, cerraron los ojos, y pensando en una olla de chocolate caliente, se quedaron dormidos.

***

Título: Aquellos años
Seudónimo: Baba

En invierno, por los 50, se entibiaba nuestro hogar gracias a un Primus que cargaba un ladrillo, al que estaba prohibido acercarse.

Abuela, que había llegado de Polonia entre guerras, trajo consigo sabios métodos de resistencia al frío, a la enfermedad, al hambre. Uno de ellos pasó a ser un ritual en la niñez: tomar una taza de té con vino tinto, bien caliente, cada día. ¿Gripe, resfrío? No, nunca.

Los días que tocaba ducha lo más importante era la rapidez. Llegar y salir del Collerati, mientras el alcohol azul se consumía en el plato hondo, amarillento, marca Sue, era el desafío.

Mi vergüenza era ir al colegio donde mamá limpiaba. Vergüenza no por su trabajo, sino por mi uniforme. ¡Un jumper gris sobre un pantalón! Cómo detestaba el frío y a ese uniforme…

Así recuerdo los inviernos de aquélla época, tan lejana pero tan metida en el corazón. Había calor de hogar, ternura, tiempo. Crecí con dignidad, la llevo dentro, la dejo en herencia.

***

Título: El voluntario
Seudónimo: Babyboomer

Nació en el invierno de 1915 el mismo día que yo, con una diferencia de cuarenta años. Su esposa era amiga de mi madre y éramos vecinos. Él, alto y guapo, fumaba en pipa. Ella, distinguida, portaba una elegancia innata. No tuvieron hijos, dos perros Dálmata los acompañaban en la ciudad y el campo.

En invierno, nos reuníamos frente a la estufa y mientras la leña crepitaba, escuchábamos sus anécdotas. Las documentaban con fotos, artículos de diarios y cartas. Aviones, bombardeos, pilotos, combustible, heridos, muertos, horas de vuelo, enfermedades, aliados… Recordaba esas palabras deshilvanadas, de niña, y recién entendí la dimensión de su tarea heroica, cuando fui más grande.

Se alistó de joven, sin notificar a sus padres, y volvió seis años después. Regresó en invierno. Fue afortunado de poder contar el cuento ya que sus compañeros no tuvieron la misma suerte.

Su invierno llegó a los 69 años, sin pena ni gloria para los demás. No para su familia y amigos que lo consideramos un héroe.

***

Título: Cuentos invernales
Seudónimo: Bulldog francés

Su vida comenzó cuando el barco que lo trajo se hundió.

Lo vio explotar desde la azotea de aquella casa montevideana que lo cobijó durante meses.

Atrás quedaron los años de infancia europea desabastecida y engañosamente esperanzadora.

Tenía 18 años y retomó su senda en aquel pueblito de pescadores donde supo compartir sus conocimientos marineros.

Se estableció y logró formar una familia que lo escuchaba atentamente en las largas noches invernales, cuando los cuentos comandaban el desarrollo imaginativo de sus hijos primero y sus nietos después.

Predominaban las historias de monstruos marinos, sirenas y finalmente la destrucción del barco que osó llevarlo por mares fantásticos y recaló en aquella bahía sureña.

Con el tiempo los cuentos invernales se centraron en aquel barco hundido, explotado y desencadenante de su encrucijada vital más importante: dejar en el fondo del mar y sumergido para siempre al hermano mellizo que lo continúa acompañando noche tras noche, cuento tras cuento.

***

Título: Escarcha buena
Seudónimo: De los pagos de Castillos

Amaneció ese día y la inmensa claridad me despertó.

Me asomé por la ventana y estaba todo blanco. El pasto, las hojas del cerco, la leña, la manguera. Todo estaba blanco.

Me vestí rápido y mal, y casi corriendo me dirigí hacia afuera.

Todo estaba blanco.

Al caminar se podía escuchar el crujir que provocaban mis pasos sobre el pasto escarchado, que a su vez iban dejando un camino de huellas verdes sobre aquella gran alfombra blanca.

Llegué hasta él, y también estaba blanco.

Arranqué tan sólo una, y un exquisito perfume se desprendió de aquel árbol cuando se sacudieron sus ramas.

No hay duda, las tangerinas más ricas son las cosechadas después de una helada.

Arranqué unas cuantas más, y al mediodía, sobre el pasto ya seco y verde, me las comí sentada al sol.

***

Título: Posada
Seudónimo: Diógenes

Habitaba el predio enorme y los alrededores macabros del Cementerio del Norte. Por allí arrastraba el estrafalario carrito que contenía sus pertenencias: cartones y trapos, hojas secas y ramas, envases con agua, vino y alcohol.

Aquella tarde el frío le anunció que debía buscar refugio. Estaba anocheciendo, el viento arreciaba y comenzó a llover.

Empujando el carro, se aventuró hacia la zona de los tubulares. Caminó entre dos filas tapadas, con restos de flores menos marchitas a medida que se aproximaba a los recientemente ocupados.

Llegó al primer tubular vacío. Forcejeando contra el viento y la lluvia se metió con sus pertenencias en el caño, en el que cabía con cierta comodidad agachado o sentado. Con parte del alcohol, ramas y hojas secas, encendió un fuego que entibió el entorno y su cuerpo. Tomó un largo trago de vino, acercó las manos a la fogata, y mientras inspeccionaba su hábitat, reflexionó:

“Pucha, carajo, ¡qué bien viven los muertos!”

***

Título: Angustia
Seudónimo: Diamela

Debo conducir 50 kilómetros en medio del invierno. Llueve intensamente.

Me siento sola. Casi enseguida un auto se adelanta con imprudencia. Trato de mantenerme serena. Necesito saber dónde estoy.

Aquellas son las luces del peaje. Atravieso el lugar y enseguida paso frente a una estación de servicio. Podría detenerme aquí. Pero la idea que me sacudió durante todo el camino, fue más fuerte que mi miedo.

Ese pensamiento, contenía la imagen de mi dulce y pequeña perrita, a quien le asusta mucho la tormenta. Era ésta su primera noche en medio de los truenos, soportando su soledad. Yo debía continuar.

Un trecho más y me sorprende gente con linternas al costado de la carretera. Sin duda, un accidente. Veo vehículos de la Policía Caminera. Ya falta poco.

Cuando estacioné frente a mi casa, creo que hasta lloré. Los desesperados ladridos que escuché ahogaron mi garganta. Los mimos y caricias que intercambiamos Pelusita y yo, nunca los olvidaremos.

***

Título: Lógica pura
Seudónimo: Juvenal

El Coronel y su mujer soportaban el más crudo invierno de los últimos años. En la estufa apenas sobrevivían unas pequeñas brasas, y aquellos veteranos se detenían melancólicamente en ellas.

—Ya no hay más leña viejo— se quejó la mujer; el hombre permaneció inmóvil.

—Ni papel, ni cartón, ni tablas, no hay nada— siguió la señora.

—Nos moriremos de frío, anuncian temperaturas bajo cero, ¡Dios mío, qué miseria!— insistió.

El hombre eternizaba su impavidez.

—Pero, Moreira, di algo viejo, reaccioná, hombre, ¿qué haremos?, ¿qué mierda haremos?— enfureció.

—Y arderemos nosotros, Mabel… si somos lo que queda.

***

Título: Hombre que mira al cielo
Seudónimo: Lucy

Comenzaba a cerrarse la noche y a envolverlo todo. A lo lejos, apenas se divisaban los fuegos de las hogueras. Se sentó a contemplar el firmamento, recordando las historias que solía narrarle su padre.

El cielo lo contaba todo, las guerras, los amores y el destino. Y las historias cambiaban con el tiempo.

Observaba las estrellas completamente maravillado. El grupo más prominente eran tres. Intensas. Fulgurantes. Estaba absorto en su visión hasta que repentinamente tuvo la sensación que se le revelaba un secreto frente a sus ojos.

Volvió corriendo hasta la gruta y allí estaban. Las mismas estrellas dibujadas en la piedra. Debía avisar a los otros. El invierno se acercaba…

***

Título: El invierno en mis días
Seudónimo: Luna

Abro los ojos en medio de la noche helada y no sé por qué no estás. Busco en la nada y todo es oscuridad. La respuesta es una sola: no estás.

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Título: Dos gotas de agua
Seudónimo: Lupe

Noche de junio. Lluvia torrencial y frío cruel. Llega a su casa desesperada porque como es habitual en ella, sin prestar atención al pronóstico del clima, dejó la ventana abierta. La cerró y se quedó mirando detenidamente a dos gotas de agua que se deslizaban en forma simétrica.

Siguió detenidamente su recorrido y de pronto, al llegar a la mitad del camino, notó como se separaban abruptamente; una comenzó a deslizarse hacia el lado derecho y la otra hacia el lado opuesto.

Pensó inevitablemente en esa persona, a quien siente presente pese a la ausencia. Una vida juntas; hasta que abruptamente se separaron. Una tomó un camino y la otra el opuesto.

Durante años pensó en acercarse pero jamás lo hizo; hasta esta fría y lluviosa noche de junio.

Ávida de calor, subió al auto y se dirigió hacia la casa de ella. No estaba. Volvió triste y fracasada.

Se bajó del auto, levantó la mirada y en la puerta de su casa estaba ella. Se miraron y se confundieron en un cálido abrazo.

***

Título: En el arroyo
Seudónimo: Quinvierno

Rápido bajaba el sol sobre el arroyo, en aquella fría tarde de junio.

Sobre un árbol, cuyo tronco crecía casi paralelo a la superficie del agua, veíase la silueta de dos pescadores.

En la parte más fina del tronco, con sus piecitos desnudos y amoratados, colgando a centímetros del agua, el nieto.

En la parte gruesa, con los pies apoyados en la orilla barrosa, el abuelo.

—¿Y, gurí, ha sacao algo?

—Poquita cosa, Tata. Apenas dos bagrecitos y unos pocos dientudos— contestó el niño, mirando el balde que colgaba de una rama cercana.

—Con eso habrá que conformarse, gurí. El frío se está poniendo bravo. Es hora que andemos pa’ las casas. L’agüela nos debe estar esperando.

—Sí sí, Tata, ya va…

—¡Vamos gurí! ¿Qu’espera? —dijo el anciano, impacientándose. ¿O quiere que se me alborote el reumatismo?

—Es… que no puedo, Tata.

—¿Qué le pasa, pues?

—La escarcha me ha pegao el culo al tronco.

***

Título: Ocaso
Seudónimo: Utopía

Dominando el silbido del viento, el timbre del teléfono invade la casa. Nadie responde. De pronto, el estallido de un disparo lo diluye en la nada.

***

Título: Cálido frío
Seudónimo: Yonofui

El viento sur había cesado y el único sonido que se escuchaba era el castañear de sus dientes por el frío. El movimiento involuntario había tomado por completo el control de su mandíbula. Se había hecho de noche y aún le quedaban unas cuantas cuadras más por caminar.

Apuró el paso y una baldosa floja explotó en agua bajo su vestido de ocasiones especiales: casamientos, cumpleaños y arrepentimientos. El chorro gélido salpicó hondo en su moral. Aspiró profundo, mantuvo el aire, y exhaló al escuchar el trueno.

Tocó timbre y esperó bajo la lluvia. Su mano derecha agarrotada sostenía un vino. La puerta se abrió.

—¿Qué querés?- le dijo él, despechado.

—Amanecer contigo… por siempre- confesó ella y le extendió la botella. Él sintió su mano helada y sincera. Y eso lo templó.

—Estoy haciendo un guiso, viene bien un vino —dijo él.

En su última chispa de conciencia, casi dormida en sus brazos, escuchó el crepitar de la leña, y descifró que el calor es más cálido en invierno.

***

La votación por el Premio de los oyentes cerró el jueves 30.06.2016 a las 11.00 hs. El viernes 1.07.2016, durante La Mesa de los Viernes de En Perspectiva, daremos a conocer los resultados de la votación y también los premios otorgados por el jurado.

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Foto: Mujer con paraguas en invierno (Archivo). Crédito: Santiago Mazzarovich/adhoc Fotos.

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