Editorial

Bicicletas y automotores: Falta una mesa por la convivencia

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Por Emiliano Cotelo ///

Por suerte alguien grabó los hechos y subió el video luego a las redes sociales.

El incidente entre un automovilista y un ciclista del movimiento Masa crítica desató un debate riquísimo (y en más de un momento preocupante) sobre las bicicletas, su inserción en el tránsito de Montevideo, los automovilistas, el papel de las autoridades departamentales y, también, algunos niveles de intolerancia que anidan en la sociedad uruguaya.

Víctima acusada

Fue curioso el rumbo inicial de la discusión. Las imágenes se difundieron para denunciar la brutalidad del conductor de un sedán negro que tocaba deliberadamente de atrás a una bicicleta, hacía caer al joven que la pedaleaba y luego de unos segundos de tensión daba un “volantazo” a su derecha y escapaba a toda velocidad por una calle perpendicular. Sin embargo, para muchos quien quedó en el banquillo de los acusados fue la victima.

¿Por qué ocurrió ese giro? Uno, porque el ciclista formaba parte de un grupo de decenas de personas que estaban ocupando toda la senda y, además de violar el digesto municipal, terminaban bloqueando a los vehículos que venían atrás. Dos, porque el ciclista afectado no llevaba los implementos de seguridad obligatorios. Y, tres, porque el agredido y varios de sus compañeros se lanzaron airados sobre el chofer, aparentemente para golpearlo, cosa que el otro evitó cuando aceleró, dobló y salió escapando. O sea, el conductor del auto llevó adelante una acción censurable y peligrosa para librarse del obstáculo (algo parecido a la justicia por mano propia), pero el hombre “prepoteado” se encontraba, a su vez, en una posición difícil de defender, como el video ingenuamente reveló, y además aparentemente intentó, él también, algo del estilo de la justicia por mano propia.

Así arrancó la polémica que día a día iría extendiéndose y subiendo de temperatura.

Masa crítica

Uno de los voceros de Masa Crítica estuvo este lunes en nuestra entrevista central. Sus respuestas y la reacción de muchos oyentes confirmaron lo que durante la semana anterior se había visto en Facebook, Twitter y los medios de comunicación en general: con las bicicletas en el tránsito de Montevideo tenemos varios problemas serios que hay que encarar con cuidado y rápido.

Masa Crítica se moviliza (en Uruguay desde hace siete años) para promover el uso de la bicicleta y reclamar por los derechos de los ciclistas. En principio se trata de objetivos legítimos. Efectivamente, la bicicleta es muy a menudo avasallada por otros vehículos en las calles y avenidas, y, paralelamente, las políticas de la intendencia dejan vacíos importantes en esta materia. Pero, como comprobamos en la entrevista, Masa Crítica no aparece preocupada por el otro lado de la balanza: No educa a sus miembros sobre sus obligaciones y, además, las marchas que ellos organizan dos veces al mes derivan con frecuencia en abusos y violaciones de las reglas del tránsito (*).

Cuando le planteé esta objeción, el vocero que vino a En Perspectiva replicó cuestionando la racionalidad de la normativa y argumentando que, por lo visto, había sido redactada por gente sin experiencia en el uso de la bici. Algunas de sus observaciones eran pertinentes, pero en base a ellas no puede justificarse la violación del reglamento. En todo caso, seguirán procurando cambiarlo, pero mientras tanto, deben atenerse a él, por una cuestión elemental de convivencia, esa misma que ellos demandan.

Para complicar más las cosas, Masa Crítica no tiene autoridades: su funcionamiento es horizontal, lo que facilita las desviaciones. El propio entrevistado admitía que en la noche del incidente no había sido una buena idea tomar por la rambla de Pocitos, y reconocía como un error que el activista agredido, que integraba el cordón final de custodia de la movida, no contara con los implementos de seguridad requeridos.

En fin. Todo indica que Masa Crítica es un actor que no ayuda mucho en esta materia y que tiene varias asignaturas pendientes si quiere jugar un papel constructivo en este tema.

Pero no es mi intención agarrarla de cartón ligador.

Hay otros actores cuyo comportamiento merece ser analizado.

Los conductores

La polémica de estos días puso de manifiesto también algunas patologías que el tránsito padece por el lado de autos, camiones, taxis y buses. La más obvia: la impaciencia y la ansiedad que domina a muchos choferes y que a cada rato estalla en malhumores, infracciones, roces y choques.

En el episodio del video, más allá de que los ciclistas estaban moviéndose en contravención de “la ley”, el automovilista debió haber enfrentado la situación de manera civilizada. Que el otro estuviera en infracción, no lo autorizaba a él a chocarlo. Con el mayor aplomo, debió haber avanzado algunos metros más con lentitud, buscar una esquina, doblar e irse por una paralela. Punto. Después de todo, ¿qué hace esa misma persona cuando en un semáforo encuentra a un peatón cruzando en rojo? ¿Lo atropella o, simplemente, le toca bocina, frena y espera unos segundos para seguir?

La circulación en Montevideo se ha vuelto muy complicada, en distintos horarios y en numerosas zonas. Ese fenómeno tiene varias causas, pero una de ellas es el exceso de automotores y motos. Yo sé que el transporte colectivo es deficiente y que la intendencia está lejos de organizar la vialidad de manera eficiente. Pero si, como respuesta, elegimos movernos de a uno por auto tenemos que asumir que así estamos contribuyendo a aumentar el lío. Y, por lo tanto, no debemos soñar con viajes ideales; todo lo contrario, tenemos que comportarnos con calma, no hacernos trampas al solitario y, sobre todo, calcular márgenes amplios de duración para los viajes.

En esa misma línea, deberíamos ver con simpatía a las bicicletas. Ellas aligeran la movilidad, no contaminan el aire libre y para sus usuarios implican un transporte saludable y barato. Es cierto que no todos manejan con cuidado. Pero también es cierto que están haciendo su contribución a la reestructura del sistema lidiando con una ciudad muy poco adaptada para ellos. Por todas esas razones quienes conducimos autos, camionetas, camiones, taxis y buses tendríamos que ser muy tolerantes con ellos.

La intendencia

Y me detengo ahora en algo que dije recién al pasar. La IM ha decidido alentar el uso la bicicleta, seguramente bien inspirada, pero lo hace de manera muy incompleta, con lo cual, de hecho, los ciclistas que se entusiasman van “a la guerra con un tenedor”.

Las bici-sendas que se han creado son escasas y cargadas de problemas; por ejemplo, las de la rambla, están plagadas de discontinuidades; y las de la Ciudad Vieja soportan a cantidad de autos y camiones que estacionan sobre ellas, sin que se note un control firme de esas infracciones. Pero además hay demasiadas zonas sin ciclovías, con lo cual las bicis deben moverse en calles o avenidas que, incluso siendo anchas, resultan una tortura, recargadas, como están, de vehículos, muchos de ellos enormes como los ómnibus tan característicos de nuestra ciudad.

Mesa de convivencia

Por todo lo anterior, yo creo que hace falta una gran campaña en pro de la convivencia en el tránsito y en especial en la relación entre autos y bicicletas.

La IM tiene un papel importante a jugar, pero no es la única institución con responsabilidad en este tema. Acá hay que armar una mesa de diálogo en torno a la cual se sienten las compañías de ómnibus, las gremiales de taxis, remises y Uber y otros, las escuelas de choferes y los movimientos que promueven la bicicleta, que son unos cuantos, aparte de Masa Crítica, que ha dado tanto que hablar en este mes.

La IM pondrá lo suyo mejorando la infraestructura (**) y los controles. Los choferes harán un esfuerzo por colocarse del lado de los más débiles en esta cadena y comprenderán, por ejemplo, la importancia de “la regla del metro y medio”, la distancia que teóricamente debe existir con respecto a una bicicleta a la hora de sobrepasarla, que en otros países está en la ley y aquí no. Y los ciclistas entenderán que ellos también tienen reglas que cumplir.

En ese sentido, me parece fundamental que pasen por cursos de formación. Yo sé que las bicicletas llevan más de un siglo rodando y que nunca se exigió libreta de conductor para esos vehículos. Pero los tiempos han cambiado y el tránsito de hoy no tiene nada que ver con el de comienzos del siglo XX ni con el de la época en que yo empecé a andar en bicicleta, en los años 60. Por lo tanto, aparece como vital que antes de salir a la calle los ciclistas aprendan a comportarse en ellas de manera responsable.

Hay ONGs bicicleteras que ya trabajan en esta dirección; una de ellas se llama Taller Autogestionado Ciclismo Urbano (TACU). Creo que es imprescindible extender al máximo esa experiencia y eventualmente volverla obligatoria, creando incluso una licencia o permiso. ¿Por qué no?

(*) Ejemplos: a) Con la excusa de que se desplazan decenas o centenares de ellos juntos, no respetan la obligación de moverse “junto al borde derecho de la calzada, una detrás de la otra, es decir de una en fondo” (como establece el Digesto Municipal); b) saturan toda la senda impidiendo el paso de otros usuarios de la calle, que quedan obligados a ir a detrás de ellos pacientemente o cambiarse a otra vía, si es que pueden; c) cuando llegan a un semáforo, se juntan, esperan la primera luz verde y arrancan todos en grupo, con lo cual muchos terminan cruzando con la roja mientras se agota el pasaje de todo el conjunto; d) demasiados integrantes de la masa no llevan cascos, ni chalecos reflectivos, ni los otros elementos obligatorios según la ley (No 19.061, de TRÁNSITO Y SEGURIDAD VIAL EN EL TERRITORIO NACIONAL), como el timbre, las luces delantera y trasera y el espejo retrovisor.

(*) Podría, como sugería un oyente, prohibir en estacionamiento en las avenidas, dejando esa franja para instalar ciclo-vías.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 23.06.2017, hora 08.05

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