Editorial

Preguntas incómodas

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti

Preguntar es la esencia del periodismo. Preguntarle a los protagonistas, habituales u ocasionales, es la base para obtener la información que después les damos a ustedes, el público que nos da su confianza al leernos, escucharnos o vernos. Son ustedes quienes validan o no el trabajo que hacemos los periodistas.

Sin preguntas la calidad de la información lógicamente se resiente.

La Asociación de la Prensa Uruguaya denunció en días recientes que en Uruguay se multiplican los casos en los cuales se cita a los medios de comunicación a una conferencia de prensa para luego anunciar que no se aceptarán preguntas. Esto es estrictamente cierto.

Déjenme comenzar diciendo que cualquier figura pública tiene el derecho a no responder preguntas si así lo desea. Está en su legítimo derecho. Aunque claro, cuando se abordan temas sensibles y de interés de la ciudadanía en general, llámese educación, salud, seguridad o violencia en el fútbol, sería deseable que estuvieran dispuestos a contestar sobre el área de su competencia. Pero nada les obliga.

¿Dónde está entonces el problema con actitudes como la que adoptó el Partido de la Gente de Edgardo Novick o el presidente Tabaré Vázquez junto a su par Mauricio Macri cuando se reunieron en Anchorena a comienzos de año, convocando a sendas ruedas de prensa para luego anunciar que no aceptarían preguntas?

El convocar a una instancia de preguntas y respuestas para luego cambiar las reglas de juego es, por decirlo de alguna forma, una avivada. Juntamos las cámaras, ganamos unos minutos de pantalla, a costa de un engaño, como bien expresó Claudio Paolillo, un periodista de referencia en Uruguay, en declaraciones a El Observador.

Quienes utilizan estas tácticas, no se dan cuenta de cuánto les puede perjudicar.

Los periodistas tenemos la obligación de denunciar el engaño al público. En otras palabras, cuando esto ocurre, debemos decir que habíamos sido convocados a una instancia de preguntas y respuestas, que permitiría aclarar dudas, pero se desvirtuó el fin de la convocatoria. Eso es parte de la información que la gente necesita saber.

Déjenme ser más claro todavía: cuando se llama a una conferencia de prensa, por un acuerdo no escrito, se entiende que habrá preguntas y habrá respuestas. De lo contrario, se trata apenas de una declaración. Así se le llama, así funciona en todo el mundo. Así funcionó siempre. Y aunque las reglas no escritas también se han roto siempre, es cierto que este problema se da cada vez con mayor frecuencia en Uruguay.

Es un problema porque implica que los periodistas no podemos trasladar inquietudes que tal vez serían las de ustedes.

Claro que aunque no se acepten preguntas, los periodistas igual tenemos la obligación de preguntar si tenemos dudas. Y si le molesta a los convocantes, pues que se las arreglen.

Hay que preguntar, y si no quieren contestar, que la ciudadanía los vea, los escuche o que lea que evitaron contestar, o que sepa que eligieron no habilitar preguntas. Eso es información relevante. Porque no exponerse, cuando se trata de figuras públicas y temas sensibles, también dice mucho. Será la ciudadanía la que juzgará.

El problema, estimados oyentes, es que esto que hoy se refleja en el trabajo periodístico, es apenas una manifestación de algo mucho más profundo que se produce en nuestra sociedad y que podríamos resumir en la falta de vocación de algunos líderes para manejar la exposición pública. Que se llame debate o conferencia de prensa, el temor a perder puntos ante el electorado, los hinchas, el ciudadano en general, se ha vuelto moneda corriente. Vaya contradicción, en quienes eligen exponerse al escrutinio público.

Dicho esto, qué podemos hacer los periodistas, y de hecho cualquier ciudadano interesado a través de esa formidable herramienta que son las redes sociales. Es muy simple: seguir preguntando.

***

Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 07.12.2016

Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Sus opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.

Comentarios