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Con una fiesta diferente, Bodega Bouza presentó el Albariño 2017

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En el "mes del Albariño", se desarrolló la ya tradicional celebración anual en la que Bodega Bauza presentó a clientes y amigos uno de sus vinos más emblemáticos.

Fueron 14 vendimias las que pasaron desde aquella de 2004, cuando la bodega elaboró su primera cosecha de Albariño. Más de una década después, este vino se ha convertido en un clásico y en un verdadero culto a la tradición familiar.

En esta oportunidad, y al igual que en anteriores ocasiones, la celebración estuvo enmarcada en el restaurante de la bodega, donde los invitados pudieron degustar no sólo el flamante vino, sino también varios platos típicos de la cocina gallega y de otros lugares de España: pulpo a la gallega, pa amb tomàquet con jamón ibérico, tortilla de papas, pimientos piquillo con mousse de hierbas, croquetas de jamón crudo y caldo gallego, entre otros.

A la hora de la presentación, en la que estuvo presente toda la familia, Juan Bouza se mostró muy agradecido por la alta convocatoria, resaltando lo positivo de que “la familia de amigos de Bouza se siga ampliando”. Acto seguido, encomendó a los responsables del viñedo y de la elaboración a que presentaran el Albariño 2017, en todo momento con un dejo de humor y complicidad con los invitados.

El primero en tomar la posta fue el ingeniero agrónomo Néstor Merino, quien resaltó la existencia de tres aspectos fundamentales para evaluar el año vitícola. Según él, el primero es el trabajo de la gente, porque son muchas las horas que se le dedican al viñedo para lograr la mejor calidad de uva posible. Luego explicó que hay otras dos variables muy importantes: las temperaturas (régimen térmico) y las lluvias (régimen hídrico), señalando que “el primero fue completamente normal, asociado a la media de Uruguay. Si bien la rotación se adelantó un poquito, se fue normalizando y llegamos a la fecha de cosecha habitual, entre el 9 y el 15 de febrero”. En relación a las lluvias, destacó que “comenzamos con una primavera más bien seca, fácil de trabajar en el viñedo, pero hacia fines de diciembre y principios de enero llovió un poco más de lo normal, lo que generó preocupación respecto de cómo podríamos llegar a la cosecha”.

Aclaró que la calidad de la cosecha fue “muy buena” en términos generales, sobre todo en las variedades más tempranas, como el caso del Albariño, que demostró una vez más estar completamente adaptado a las condiciones de Uruguay, que son similares a las de Galicia.

Por su parte, el enólogo de la bodega, Eduardo Boido, destacó que se trataba de un año muy bueno, permitiendo hacer una cosecha perfecta parcela por parcela. “Pudimos elegir cuándo cosechar, y eso para nosotros es fundamental, porque nos permite dejar algunos cuadros más maduros, otros con un poquito más de acidez… La sanidad fue perfecta”, comentó.

Asimismo, aseguró que “la elaboración fue muy clásica. Un poco por maceración, el resto por prensado directo. El 90% del vino fermenta en tanques y el 10% restante en barricas de segundo uso. Luego se mantiene tres meses en tanques y en barricas previo a hacer el corte final. Eso es lo que hacemos desde hace 14 años”.

Una de las particularidades del flamante vino, del que se produjeron poco más de 25.000 botellas, es la renovación de su etiqueta. Al igual que todos los años, tras la presentación se procedió a sortear la primera botella de Albariño. Luego, la reunión se extendió durante un largo rato mientras los invitados bailaban y se divertían al ritmo del grupo de música La Imbailable.

Diversión, buena compañía, excelentes vinos y gastronomía fueron los ejes centrales de una nueva edición de la reunión con la que Bouza sigue agasajando, añada tras añada, a propios y extraños con el vino que le rinde tributo a sus orígenes familiares.

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Foto: Juan Bouza, Elisa Trabal y Eduardo Boido

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