EnPerspectiva.uy

Entrevista central, 14 de octubre: Daniel Chasquetti

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Entrevista con el politólogo Daniel Chasquetti, coordinador del Programa de Estudios Parlamentarios en el Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República.

Video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Viernes 14.10.2016, hora 8.37

ROMINA ANDRIOLI (RA) —Dieciocho horas. Ese es el tiempo que llevó la interpelación a la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, y que finalizó –como viene ocurriendo en los últimos años– sin consecuencias políticas.

Las interpelaciones han venido siendo cuestionadas en los últimos años por diferentes razones: porque son demasiado largas, porque no parece haber un debate real entre los protagonistas, porque no arrojan resultados claros, al menos de manera inmediata.

Entonces, ¿para qué se hacen? ¿Qué utilidad tienen los llamados a sala?

Vamos a analizarlo con el politólogo Daniel Chasquetti, doctor en Ciencias Sociales, máster en Ciencia Política, coordinador del Programa de Estudios Parlamentarios en el Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, además de integrante de las mesas de En Perspectiva.

Empecemos por la pregunta más básica: ¿qué es una interpelación?, ¿es lo mismo que un llamado a sala?

DANIEL CHASQUETTI (DC) —Es lo mismo. Lo que ocurre es que también existen otra clase de llamados a sala, que son los llamados en régimen de comisión general, en los que el ministro va básicamente a discutir con los parlamentarios y la cámara no toma una decisión. El llamado a sala es un mecanismo de interrogación del Parlamento a los ministros, la sesión está pensada en esos términos: hay un miembro de la cámara –un diputado o un senador– que oficia como interpelante, que realiza una serie de preguntas, que desde luego están enmarcadas por una reflexión general, y luego el ministro responde y se abre el debate. Muchas veces se alarga porque las características de ese debate, que no son de ahora, sino que vienen de largo tiempo, por lo menos desde 1928, admiten que todos los legisladores, todos los miembros de la cámara, hablen una determinada cantidad de tiempo. Eso estira mucho las sesiones y vuelve bastante tedioso el debate.

RA —Sí, 18 horas.

DC —Hay sesiones récord. No tenemos el conteo –podríamos llegar a tenerlo–, pero lo cierto es que se vuelven largas porque tenemos esta modalidad de que todos pueden participar y todos tienen un tiempo asegurado. A eso se suma que muchas veces se mociona para otorgarle un poco más de tiempo al que está hablando y muchas veces se permiten interrupciones, que teóricamente se deberían descontar del tiempo del orador, pero la mesa es muy flexible, entonces todo eso va estirando.

Comentarios