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Entrevista central, viernes 6 de enero: Renato Opertti

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RA —Decías que hay dos macrovisiones sobre la educación.

RO —Cuando uno hace una generalización de este tipo a veces se pierden los matices, pero creemos que hay dos grandes marcos de cara al cambio educativo.

Por un lado, están quienes dicen “la educación en Uruguay tiene una estructura determinada tradicional, tiene una forma tradicional de organización, esas cosas han sido parte de nuestra historia, no pueden ser cambiadas; lo que se puede hacer es ajustar la estructura existente, introducir nuevos programas o proyectos, pero manteniendo la estructura, la organización del sistema educativo como ha sido históricamente”. A eso lo hemos denominado el enfoque conservador, sin ningún tono despectivo, sino conservador de las estructuras existentes, ajustándolas.

NB —Eso es lo que venía haciendo el gobierno hasta ahora.

RO —Eso lo dejamos para la interpretación de la gente. Lo que queremos decir es que ese es el enfoque que ha predominado en Uruguay. Si lo queremos decir en línea histórica del gobierno actual y gobiernos anteriores, ha sido fundamentalmente decir: “hay una estructura de funcionamiento tradicional del Uruguay que es difícil de cambiar, por cultura, por historia, por tradición, mantengámosla y tratemos de ajustar o de introducirle algunos ajustes o cambios”.

El ejemplo más claro de ese enfoque es el Plan Ceibal. El Plan Ceibal es una herramienta de innovación educativa formidable, porque ha permitido –lo ha dicho el profesor […]– la inclusión digital, ha permitido un salto cualitativo en las oportunidades de los niños de inclusión digital y de acceso a las tecnologías. Pero si uno lo ve desde el punto de vista de la transformación educativa, ¿qué le falta al Plan Ceibal? Le falta un cambio curricular y pedagógico, un cambio en la manera de enseñar, un cambio en lo que se enseña que permita potenciarlo. Pero para eso habría que cambiar el currículo de primaria, habría que diversificar las formas de enseñar, habría que cambiar los estilos de evaluación. Implicaría una cantidad de otros cambios que no se encaran porque implicarían quizás un cambio más profundo del sistema educativo. Entonces el Plan Ceibal en la estructura actual tiene sus aspectos positivos, pero tendría efectos mucho más positivos en el marco de una propuesta de cambio educativo profundo.

Decimos: frente al modelo conservador con ajustes, lo que proponemos en Eduy21 es el modelo transformacional con propuesta. No es solamente ajustar el sistema, ajustar una parte, sino que hay que revisitar el sistema educativo, repensarlo, repensar la educación, repensar el sistema educativo.

Para repensar el sistema educativo primero hay que definir qué tipo de educación queremos. Digamos que el país se enfrenta a ese dilema en los próximos años, y el conjunto de los partidos políticos, el partido de gobierno, los partidos de la oposición, tendrán que decidir por qué modelo optan, si seguir con el modelo conservador con ajustes o se proponen un modelo transformacional con propuestas. En Eduy21 vamos a tratar de contribuir a señalar cuáles son las transformaciones necesarias. Por ejemplo, transformaciones en el modelo de gobernanza. ¿Podemos seguir con un sistema educativo en el cual el Ministerio de Educación tiene muy poca incidencia en la política educativa? ¿Tenemos que seguir con un sistema educativo en el que la política educativa está muy fragmentada y muy separada de los consejos educativos? ¿Tenemos que seguir con un sistema educativo en el que los centros educativos tienen poca autonomía para liderar, para gerenciar y para administrar sus recursos humanos y financieros? ¿Tenemos que seguir con un sistema educativo en el que el currículo está dividido por niveles, primaria, media y formación docente, o tenemos que pensar en un marco curricular común a todos los niveles educativos? ¿Tenemos que seguir pensando en una educación de primaria, media o tenemos que pensar una educación de la infancia, una educación de la niñez y una educación de la juventud? Ese tipo de preguntas no nos colocan en el paradigma o en el modelo conservador con ajustes, sino en un modelo transformacional. Creo que en los próximos años los partidos políticos tendrán que decidir dónde se posicionan, y creo que ese va a ser el tema del país en los años 2017 y 2018.

NB —Lo que estás planteando, más allá de que la hoja de ruta todavía no está terminada de construir, es una transformación del funcionamiento actual del Codicen, de los consejos desconcentrados, más allá de que hay que discutir el para qué. Por lo pronto, ustedes están planteando una transformación de eso que hace tantos años que está instalado en Uruguay.

RO —Sí, porque consideramos que hay que replantear lo que se llama hoy el modelo de gobernanza de la educación.

RA —Aprovechando tu experiencia internacional, teniendo en la oficina de la Unesco en materia educativa esa visión global que tenés de lo que se está haciendo en la enseñanza en todos los países, ¿qué es lo que hoy va por buen camino a nivel internacional en esa materia de estructura de gobernanza?

RO —Estos puntos están discutidos en una separata que hemos lanzado en Eduy21 con apoyo de El Observador que salió la semana pasada –queremos agradecerle por este medio a Ricardo Peirano, que nos dio la oportunidad de publicar esa separata–.

El modelo de gobernanza tiene tres niveles. Un primer nivel que es político, esto es, las principales decisiones sobre el para qué y el qué de la educación las toma el sistema político, fundamentalmente a través del Parlamento en diálogo con los gobiernos. Por ejemplo, en Finlandia, país de referencia en educación, es el Parlamento quien aprueba el currículo, aprueba qué cosas fundamentales se van a enseñar y para qué. Está a nivel político la definición de lo que llamamos el para qué y qué enseñamos, que es fundamental, es la primera pregunta que hay que hacer en cualquier sistema educativo en el mundo.

El segundo nivel es el ministerial, un Ministerio de Educación que lidera ese proceso. Una vez definido el nivel político, es el Ministerio de Educación el que lidera, quien toma a su cargo la implementación de ese para qué y qué.

Y el tercer nivel son las agencias de desarrollo educativo, que tienen diferentes denominaciones en los países, que son las que tienen a su cargo la implementación técnica de la política. Con dependencia de los ministerios, pero tienen autonomía [profesional] y educativa. Por ejemplo, Holanda tiene la Agencia de Desarrollo Educativo Curricular. Ahí están trabajando técnicos de diferentes especialidades que apoyan a los centros educativos para orientarlos en cómo deben enseñar y cómo hacerlo. No trabajan por niveles, no son de nivel primaria, media o básica, todos son transversales, todos trabajan en los diferentes niveles, porque trabajan en un sentido integrado. No se puede trabajar la enseñanza de las ciencias en primaria diferente de cómo se trabaja en la media, o de las matemática o de la lengua. Tiene que haber coincidencia, tiene que haber un enfoque común de desarrollo de la educación, de desarrollo de la evaluación, de los contenidos educativos. Lo que hacen los países hoy es trabajar estos temas transversalmente, no por niveles, sino conjuntamente. Entonces el niño o la niña o el joven tienen apoyos para poder progresar en los aprendizajes sin que haya esas rupturas tan fuertes que hay generalmente entre la educación primaria y la media.

Por lo tanto, los modelos de gobernanza en el mundo se caracterizan por un modelo político de definición del para qué y el qué enseñar, por un liderazgo político-técnico a nivel de los ministerios de educación, y por agencias y unidades altamente técnicas calificadas que implementan las políticas en diálogo permanente con los centros educativos.

Los centros educativos tienen autonomía funcional y responsabilidad de rendición de cuentas para hacer las políticas, lo que en el mundo se llama la localización de la educación. Los centros educativos asumen el liderazgo de implementar la propuesta educativa, pero en el marco de un sistema educativo que tiene claridad en el para qué que se decide a nivel político y claramente hay un nivel de liderazgo insoslayable que son los ministerios de educación. Los países mejor evaluados en PISA, con características muy distintas, desde Estonia, Polonia, Canadá, Japón, Corea, Singapur, Finlandia, son países donde hay ministerios de educación que lideran la educación, que tienen el liderazgo político. Eso no significa eliminar la función técnica; al contrario, el liderazgo político permite que la función técnica pueda llevarse a cabo.

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