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Entrevista central, lunes 5 de febrero: Eduardo Blasina

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EC —¿Cabe la posibilidad de que ocurra eso? Usted empezó poniendo el foco en una parte de la reacción de la izquierda, la que ha tendido a ver en toda esta movilización un cuco. ¿Cómo ve la reacción de la otra parte de la izquierda? ¿Cómo ve en particular la forma como el presidente Vázquez se ha movido?

EB —Merece un crédito, me parece que vio la movilización de Durazno, vio que era algo…

EC —Recalculó, han dicho algunos analistas, porque al principio habló del caos y el desorden, y por eso dijo “vamos a dialogar solamente con las gremiales”…

EB —Sí, creo que el acto de Durazno convalidó que esto era algo importante, consistente, que no era una manga de locos que gritaban. Era algo que tenía un pienso atrás y que no era decir “aprovechemos esto para sacar al Frente” ni muchísimo menos. Hubo un cuidado muy particular de que no hubiera ni una consigna de ese tipo. Me parece que está bien, que hizo una lectura correcta y que merece la oportunidad de una mesa de diálogo. Hay mucho temor de que esto sea demorar, fragmentar, dar algo mínimo que simplemente ayude a poner a la gente en contra, a decir “les dimos primero estos US$ 7 millones, después les damos otros US$ 5 millones y todavía siguen pidiendo más…”. Hay la gran duda de si se va a armar una agenda seria procompetitividad en Uruguay, pro sostener que las exportaciones sigan con un dinamismo fuerte en el mediano plazo, o si simplemente va a ser ganar tiempo y esperar que la gente se canse y tenga que irse a trabajar porque se vienen las cosechas.

EC —En ese contexto, ¿cómo vio las primeras medidas, las que se anunciaron el lunes pasado?

EB —De nuevo, si es un comienzo y luego se va a trabajar en el resto, me parecen bien; si es esto, me parece que vamos a tener un problema de poca sustentabilidad, se va a plantar poquísimo trigo, ya estamos importando carne de Paraguay, el otro día compré un lenguado y era de Alaska, vamos a importar cada vez más y vamos a tener caídas de empresas exportadoras. Hay que tomar esto en serio y buscar algo integral, para lo cual no hay mucho espacio fiscal, pero desagregando tema por tema se puede generar un paquete que devuelva el interés en invertir. El discurso original de Astori era “lo que se precisa es llevar la inversión lo más alto posible”. Ahora uno no sabe si el discurso es ese o es “jorobate, sos un oligarca, no pidas que para vos no hay nada”. Si se recupera el discurso de invertir, invertir, invertir, me parece que es bueno para todos y obliga a la oposición a ser un poco más creativa a la hora de disputar la próxima elección. Para mí el Frente Amplio lo puede tomar como una amenaza, pero también como una oportunidad. Los productores lo único que quieren es condiciones para trabajar y soñar con que pueden seguir invirtiendo, no les interesa quién lo haga sino que se haga y terminar con una sensación de “yo me aprieto el cinturón todos los meses un agujero más y en las intendencias, en el gobierno, en el Estado en general, la sensación es de despilfarro”. Capaz que es solo una sensación, capaz que hay un problema de comunicación, pero la sensación de mucha gente es de hastío muy fuerte con la clase política en general.

EC —El Poder Ejecutivo no era el único destinatario de la proclama del 23 de enero en Durazno, las intendencias también. ¿Cómo vio la respuesta en ese otro plano?

EB —Ya están pasando un montón de cosas, intendencias que anuncian revisiones de costos, intendencias que anuncian algunas medidas y periodistas que se ponen a buscar y encuentran en distintas intendencias cosas que evidentemente funcionaban muy mal. Entonces el movimiento ya logró por lo pronto un primer chequeo al decir “estamos apagando la luz cuando no hay clientes en el almacén, ¿y el Estado qué está haciendo?”. Empiezan a verse resultados. Me parece que es un movimiento potencialmente de ciudadanía que es muy positivo, un movimiento que dice “vamos a prestar más atención a qué hacen con nuestro dinero quienes lo administran”. Eso es muy sano y no es izquierda o derecha, es cultura cívica, es querer saber qué hacen con los US$ 17.000 millones que usa el Estado para funcionar, cómo se determinan los gastos, cómo se evalúan. Hoy de mañana quería entrar a la página del Mides para ver si está logrando los objetivos y la página estaba caída; capaz que era un problema mío. Esto no es contra el Mides, pero ¿el Mides está logrando los objetivos?, ¿cómo se cuantifican?, ¿dónde está la gráfica que dice “tanta gente que estaba marginada ahora consiguió un trabajo de tal cosa”?, ¿cuánto está integrando? Es un mito que esta gente no quiere el Mides, no quiere políticas sociales. Quiere políticas sociales que realmente terminen con la pobreza, y tiene la percepción de que la perpetúan en un clientelismo político masivo. Hay evidentemente un problema de comunicación en el medio, porque de un lado se percibe que es una vaca y del otro lado se percibe que es un tiburón. Hay que tratar de llegar a ver qué es realmente.

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