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Entrevista central, martes 6 de febrero: Gustavo Perednik

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EC —Suponiendo que la tesis sea correcta, que lo que ocurrió haya sido efectivamente un asesinato, después viene la identificación de los responsables. ¿Cuáles tu interpretación al respecto?

GP —Valoro mucho tu cautela de periodista de seguir con el “suponiendo que haya sido”, pero acá no hay que suponer que haya sido, la Justicia argentina ya dijo que fue un asesinato, así que no tengas miedo, esto fue un asesinato. Cualquier otra tesis tiene que ser demostrada, que venga alguien y demuestre que lo secuestró gente que le quería robar. Pero tienen que demostrarlo, la tesis del suicidio es un mito y el asesinato está demostradísimo. En mi libro enumero los motivos.

Pasando concretamente a quién lo mató, es difícil saber quién apretó el gatillo, pero sin ninguna duda Nisman fue asesinado por la causa que estaba investigando, los que lo mataron tenían el móvil de evitar que esa causa prosperara y lo más probable es que lo hayan matado los mismos que lo amenazaban todo el tiempo con matarlo, una especie de sociedad entre agentes iraníes y algunos locales que son agentes de Irán en la Argentina. Es probable que hayan sido ellos quienes perpetraron el asesinato.

Es posible también –pero esto ya es una especulación, no hay pruebas todavía para demostrarlo, aunque creo que las habrá– que cuando la presidenta se dio cuenta de que la estaban investigando a ella, haya decidido echar a la cúpula al servicio de inteligencia argentino, por eso reemplazó temporariamente a aquellos que habían hecho la investigación junto con Alberto por un grupo encabezado especialmente por un tal Milani –que en este momento está en la cárcel, varios de ellos están en la cárcel–. Es posible que algunos de ese grupo también estuvieran involucrados en el asesinato. Es decir que si hay que tratar de evaluar, de hacer un escrutinio de quiénes podrían haber sido, el campo no es muy muy amplio, hay dos o tres posibilidades, no más.

RA —¿Qué responsabilidad le cabría entonces a la expresidenta Cristina Fernández? Recordemos que en medio de la gran conmoción política que surgió enseguida de la muerte del exfiscal, el juez Daniel Rafecas en un principio desestimó la denuncia contra Kirchner y la archivó. Pero con la llegada de Mauricio Macri al poder otro juez tomó la causa y tomó la decisión contraria.

GP —Vamos a aclarar qué significa contraria. Lo que hizo el juez Rafecas para rechazar la denuncia, respondiendo a un aparato judicial que el Gobierno trataba de ser cooptar, que todavía se llama Justicia Legítima, que es un grupo de jueces y fiscales kirchneristas que tienen como único objetivo –ahora ya les es más difícil– garantizar la impunidad de los criminales que estaban en el poder, fue simplemente decir “no puedo investigarla”. No es que la investigó y la rechazó, simplemente dijo “esto no se puede investigar porque acá no hay crimen”. No había crimen porque finalmente el acuerdo con Irán no se había cumplido. Lo cual es un absurdo, porque si yo planifico un asesinato pero no termino asesinando entonces no hay crimen para investigar y nadie podría poner un dedo en esa causa. Según la teoría de Rafecas, que ya fue refutada mil veces desde la academia y desde otros sectores judiciales.

La Justicia pos-Cristina simplemente dejó de responder al poder político, no es que ahora vino una línea macrista. El gobierno en este momento no está interviniendo en el caso, ahora la Justicia está funcionando libremente. Eso hay que entenderlo, la diferencia entre uno y otro no es que uno tiraba hacia un lado y otro tira hacia el otro, el primero no quería investigar y enterró la denuncia de Nisman, y el segundo dice “sí, vamos a investigar”. Esa es la gran diferencia.

Con respecto a la responsabilidad de la presidenta Cristina Fernández en el asesinato, me cuesta creer que Cristina haya dado una orden de asesinato. Pero rodeada por su gente más íntima ella dijo en otras ocasiones “a este tipo hay que pararlo como sea, hay que sacarlo de encima, no hay manera de disuadirlo de lo que está haciendo”. Ella ya preveía que esto le podía costar la cárcel. Y hubo gente que entendió fielmente adónde apuntaba, […]. No sé hasta dónde ella tenía conciencia plena de cómo podían interpretarse sus palabras, probablemente algún día también se sepa esto. Mientras tanto, su responsabilidad es plena.

***

RA —Una puntualización, porque recién cuando te preguntaba qué responsabilidad que se le asigna a la expresidenta Cristina Fernández, me refería más bien al asesinato y lo mezclé con la otra causa. Por el asesinato tú decís que no se ha probado vínculo claramente, pero que su entorno puede haber propiciado lo que terminó dándose. Otro aspecto es la causa que la Justicia ya tiene en marcha y por la cual Cristina Fernández de Kirchner va a pasar próximamente a juicio oral, acusada de encubrimiento de la responsabilidad de Irán en el atentado a la AMIA, que es lo que investigaba el fiscal Nisman.

GP —La responsabilidad en esa parte está demostrada, eso es lo que Alberto traía en su denuncia y lo que ella intentó evitar que se difundiera.

RA —La Justicia últimamente ha dado la razón a la investigación que estaba llevando a cabo Nisman en torno a mostrar ese vínculo.

GP —Correcto, abrió la causa que estaba enterrada, vio las pruebas y no cupo duda de que así fue. Un dato interesante es cuándo fue el punto de inflexión –yo en el libro lo llamo la metamorfosis, porque hago bastante uso de la literatura en el tema–, cuándo se da esa metamorfosis de la política exterior argentina para pasar a entregarse a las garras de Irán. Es cuando muere Néstor Kirchner, que era el último bastión que se oponía a que la Justicia argentina se vendiera.

RA —Tú lo vinculás concretamente con la visita de Hugo Chávez a la Argentina cuando muere Néstor Kirchner.

GP —Exacto, no sé si habrás leído el libro, pero casi lo presiento y me alegra. Diría que durante las interminables exequias de Néstor fue cuando Chávez visitó la Argentina y pisó fuerte. Ya venía siendo el embajador de los ayatolas en América Latina, pero en ese momento cobró un protagonismo inusual, y ahí –lo que viene también es especulación, me gusta separar lo que son pruebas que demuestran los hechos acerca del asesinato de Nisman o de su denuncia, de lo que son especulaciones, como la que viene ahora– finalmente convenció a Cristina de que había que dar una vuelta de página, uno no puede estar enojado con Irán toda la vida, Irán es el “aliado” contra el terrorismo. A pesar de ser el régimen que decapita homosexuales y flagela, tortura y aplica pena de muerte por crímenes rituales, era el aliado del progresismo, así lo planteaba Chávez y así se lo hizo entender a Cristina. Tres meses después el canciller argentino se encuentra secretamente con el iraní y le dice: “Basta, una foja nueva y pasemos a un nuevo tipo de relación”.

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