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Entrevista central, martes 6 de junio: Gustavo Zubía

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EC —Está bien, pero vale la pena diferenciar las situaciones para entender su punto de vista. En aquel caso fueron actuaciones judiciales que se iniciaron a raíz de una manifestación de tipo político.

GZ —Llámelo como quiera, terminó o no terminó, hoy por hoy ha sido confirmado por lo menos o por lo menos se llevó a cabo un procesamiento, uno después de cuatro años, por el delito de atentado, que era el que yo oportunamente había solicitado, de una de las personas que fueron indagadas y luego procesadas. Si la génesis fue religiosa, política, étnica o intelectual, no me interesa, si hay delito, hay delito. Lo que estoy explicando es que, en circunstancias de la existencia de delitos, más allá de su génesis, yo como magistrado fui expresamente vulnerado por actos permanentes, reiterados, continuados, que creo que todavía no han cesado porque en cualquier momento estas actuaciones prosiguen.

Así que estamos abriendo la compuerta en varios niveles, estamos abriendo varias puertas, y obviamente podemos no verlas, no hay problema. Le aplico lo que usted citaba de mis palabras: somos un grupo de rumiantes, caminamos por la llanura y los depredadores están cada vez más seguros en la forma de atacarnos. Si no, pregúnteselo al ciudadano común.

EC —¿Y eso cómo influye en usted, cómo influye en un operador judicial? La pregunta en realidad viene de la audiencia, la plantea Manuel: “Sé que todos los hombres somos más o menos iguales. Además conozco mis debilidades, por lo tanto no me asombra encontrar ciertas debilidades en las demás personas. ¿A qué viene este comentario? A que siempre sospeché que los jueces, fiscales y abogados en general deben sufrir mucho, y sobre todo deben sufrir mucho estrés por amenazas reales o imaginarias. Debe ser muy pero muy difícil dar la cara frente a un delincuente peligroso y decirle que uno lo condena a tal o cual pena. Hay que ser muy corajudo. En resumen, sospecho que muchos actores del ámbito de la justicia deben actuar muchas veces bajo presión, y esta presión muy probablemente influye en sus decisiones”.

GZ —Cierto. Creo que el que dice “a mí no me afecta” no dice la verdad. En la medida en que uno es amenazado, lo afecta; el tema es qué hace con esa amenaza. Eso me ha pasado en la vida desde que era chiquito. Uno es amenazado, la amenaza lo puede amedrentar o le puede hacer sacar una energía especial, pero eso no quiere decir que no lo afecte. Lo afecta.

EC —Pero ¿influye en sus decisiones, como pregunta el oyente?

GZ —Hasta ahora yo no he sentido que influya en mis decisiones. Pero estamos hablando de un tipo de amenazas o de un tipo de presión, la que viene de afuera. Los magistrados no solamente tenemos que evaluar las presiones que vienen de afuera, también tenemos que evaluar presiones que están en el mismo núcleo de operatividad en el que nos manejamos.

EC —Se complicó el análisis. ¿A qué se refiere con esas “otras presiones”?

GZ —Otras presiones, no solamente el grupo delincuencial realiza presión sobre la opinión de los magistrados. (Estoy hablando a título personal, vamos a aclarar eso porque a veces algunos colegas de la Asociación de Fiscales se me agravian “tú hablaste”; soy vicepresidente pero estoy hablando a título personal.) Existen formas de presión indirecta sobre un magistrado, como pueden ser formas de opinión pública, formas de manifestaciones. Usted hizo referencia –y no yo– a que en el caso de la SCJ tuvieron origen político determinado tipo de movimientos que se realizaban. Ahí, y más allá de la consideración que hice, que si la persona es procesada hay categoría delincuencial, hay otros núcleos de presión de tipo político, de tipo social, hay otros núcleos que se unen bajo determinadas égidas, que también procuran realizar presión sobre quien tiene que tomar una decisión desde el punto de vista judicial. Se habla de la politización de la justicia, yo no creo en eso, pero de todas formas los grupos ejercen de una u otra forma ataques a los magistrados, ataques a los fiscales, presuponiendo que cuando el fiscal toma una decisión está flechado políticamente. ¿Eso –pregunto– no son presiones? ¿No son a veces presiones más difíciles de soportar que la de las eventuales represalias físicas que pueden sufrir el fiscal o el juez?

EC —Son diferentes, porque en una puede estar en juego la vida, puede estar en juego la vida de familiares muy queridos, ese es un plano. Estas son otras presiones, otro tipo de presiones.

GZ —Cuando el estrés le produce el paro cardíaco también está en juego su vida. Las presiones son de diferente tipo. Hay algunas que son morales y son más dolientes todavía que la bala que hiere el cuerpo. Así que, cuidado.

EC —¿Y algunas son de adentro del sistema judicial mismo?

GZ —No lo sé como para contárselo ahora.

EC —Me pareció entenderle que sí…

GZ —Todo puede ser en Dinamarca, decía Hamlet. Yo le digo las concretas: hay presiones políticas, muchas veces hay presiones sociales, de organizaciones sociales, y eventualmente depende, a veces la sensación de inseguridad no tiene que provenir de una causa efectivamente cierta o permanente. Uno puede intuir sensaciones de inseguridad de otras maneras. En la forma en que yo a veces me expreso, yo como funcionario público, como fiscal, puedo “sentir” cierto temor porque estoy diciendo cosas que de repente no son políticamente correctas o apropiadas. Pero hay que decirlas, en lo personal siento una responsabilidad moral de tener que decirlas. Si eso me puede acarrear o no inconvenientes, Dios proveerá. Si los inconvenientes son de afuera o de adentro, Dios proveerá.

Pero vamos a hablar un poco fuera de la máscara habitual con la que hablamos. Un operador que tiene que tomar decisiones judiciales –y se han tomado decisiones judiciales muy difíciles en este país y yo me saco el sombrero para algunos operadores fiscales y judiciales que han tenido que tomar esas decisiones mucho más difíciles que las que habitualmente yo tomo; yo también he tomado en el pasado algunas muy difíciles– no siempre es a la bala o al golpe a lo que teme. Es mucho más. Usted me entiende claramente y la audiencia me entiende claramente. Quiere decir que hay que tener el pulso muy firme. Eso es la independencia del Poder Judicial.

EC —¿Está hablando del riesgo de remoción, por ejemplo, del riesgo de traslado a otro tipo de fiscalía en el caso suyo?

GZ —Donde hay presiones políticas, donde hay cualquier tipo de manejo, muchas veces a través de la prensa, tornando inclusive ofensivas las manifestaciones hacia los operadores judiciales, y entonces todo es previsible o todo es posible. Nuestros salarios no son malos, pero soportar durante la madrugada, cuando uno se despierta y a la mañana, cuando está preparando el café y está a muchas horas de empezar a trabajar, las presiones de su propia conciencia, de su propio trabajo, de lo que debe hacer o no hacer, es una presión diaria y permanente. No es fácil.

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