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Entrevista central, miércoles 14 de junio: Adolfo García da Rosa

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EC —¿Cómo ha evolucionado la “inundabilidad” de la ciudad de Salto? ¿En los últimos años el riesgo se ha extendido a zonas que antes no se veían afectadas?

AG da R —Salto es una ciudad que ha tenido un crecimiento constante; si uno toma la historia de la evolución de los […] en Uruguay, tiene un crecimiento que llega al entorno de 1.000 habitantes por año. En este último quinquenio, en el último período intercensal, esto disminuyó un poco, como en todo el país, pero ha venido teniendo un crecimiento poblacional constante y tiene un límite urbano definido con bastante claridad. Es una ciudad que viene creciendo –creo que por suerte es así– fronteras adentro de sus límites administrativos en la planta urbana.

Más allá de las normativas y regulaciones que hoy existen, esto hace que tienda a tener un proceso –necesario además– de densificación urbana. Al mismo tiempo se está buscando generar condiciones de mejor drenaje, fundamentalmente de aguas pluviales, para que esto afecte lo menos posible a la población.

EC —Mi pregunta sobre todo apuntaba a saber si hay zonas más altas que ahora se inundan y antes no.

AG da R —No, entiendo que las zonas que se inundan en general, en su gran mayoría, siguen siendo las mismas.

EC —Se lo pregunto a raíz de la inquietud por el cambio climático, por ejemplo, si estamos ante fenómenos más graves con el correr de los años.

AG da R —Sin ser experto en la materia, creo que estamos viviendo un período en que esto de mayores crecientes ha venido sucediendo con mayor frecuencia, pero es un lapso muy corto para evaluar si es un proceso ya instalado. La creciente del 2015 fue muy importante y esta, siendo menor, también lo es.

EC —Vayamos a su trabajo en la Intendencia, el ordenamiento territorial. ¿Qué tradición tiene el departamento de Salto en planificación urbana para atender este tipo de problemas?

AG da R —Salto tiene indudablemente un proceso constante de generación de instrumentos de ordenamiento territorial vinculados al modo en el cual la ciudad va haciendo sus procesos de crecimiento. Al mismo tiempo, esto es ineludiblemente inseparable del control de las áreas inundables e intentar que allí no haya población asentada. Hay un decreto del año 79 que establece claramente –y hoy todavía tiene vigencia en cuanto a las cotas de inundación– áreas de exclusión, cotas bajo las cuales no se puede construir. Se ha tendido a retirar construcciones, y hay un área intermedia donde se permiten algunas mejoras, pero no construcciones nuevas, en un intento de minimizar la presencia de población y construcciones en áreas bajas o inundables.

EC —Hilemos un poco más fino. Si entiendo bien, la ciudad de Salto tiene por lo menos tres características importantes desde el punto de vista del riesgo de inundaciones. Primero, la topografía, no es un territorio plano.

AG da R —No, para nada.

EC —Segundo, está ubicada sobre el río Uruguay, eso ya lo mencionamos y lo sabemos todos. Tercero, la atraviesan dos arroyos, el Ceibal y el Sauzal, que vuelcan sus aguas al río Uruguay, si pueden, según cómo esté el río. Y por último está la represa y central hidroeléctrica de Salto Grande aguas arriba, como agente regulador. ¿Está de acuerdo en estos factores?

AG da R —Claro, sin duda es así. Básicamente existen dos grandes situaciones asociadas a problemas a partir del agua de precipitaciones. Una es el comportamiento de los dos arroyos urbanos principales, el arroyo Ceibal en el sur –el 70 % de la ciudad está en la cuenca de este arroyo–, y el arroyo Sauzal en el norte. Salto, como casi todas las ciudades del interior del país, no tiene sistema de saneamiento unitario, las aguas de lluvia no corren en un sistema de drenaje, de saneamiento en forma conjunta, sino que son separativas, corren naturalmente por veredas, calles, cunetas, desagües, etcétera, y llegan finalmente a los cursos de agua. Entonces en un régimen de lluvias intensas locales existen algunas dificultades. Además es agua que se desplaza a gran velocidad en una ciudad que tiene una topografía muy variada y con pendientes importantes, que superan el 5 %. Ese es un régimen de riesgo que se puede dar perfectamente estando el río Uruguay en su cauce normal, sucede temporalmente e implica una dificultad.

El segundo factor fundamental, que es el que hoy estamos viendo y que impacta en estas imágenes que ustedes están mostrando, es el crecimiento del río Uruguay asociado al aporte de su cuenca, tan importante. Como todos sabemos, más de un 70 % de esa cuenca está en Brasil y solamente un 30 % está en nuestro país y en Argentina. Ese factor es doblemente complicado, porque además de que el río Uruguay crece, también impide el desagüe, el desagote de los cursos de agua de los arroyos Sauzal y Ceibal. Ahí el tema es aún peor, porque se suma el efecto de la creciente del río Uruguay a la imposibilidad de que las aguas de los arroyos lleguen al curso principal de desagote, que es el río.

Y la represa es un tercer elemento que hace que el comportamiento hidrodinámico natural del río sea modificado por componentes de producción, y en algunos casos, como en este momento que estamos viviendo, por la estrategia alternativa, paliativa también, de estos procesos de inundación.

EC —A partir de estos elementos, volvamos a lo que le preguntaba sobre la tarea de ordenamiento territorial: ¿cuánto ha avanzado la Intendencia?

AG da R —En este tema se ha avanzado. Básicamente lo que ha venido sucediendo es que el marco jurídico nacional referente a los temas de ordenamiento se modifica sustancialmente en el año 2008, cuando se aprueba la Ley 18.308, Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible en Uruguay. Eso genera nuevas herramientas, nuevas formas, nuevas posibilidades de acción en el territorio, tanto en lo urbano como en el territorio en general, también en el territorio rural.

EC —¿A qué se refiere concretamente?

AG da R —La Ley de Ordenamiento Territorial habilita acciones mucho más concretas y genera nuevas herramientas, por ejemplo los instrumentos de ordenamiento, que permiten –Salto ha avanzado bastante en eso– generar planes a nivel departamental, como directrices departamentales. En este caso concreto, en diciembre del año pasado en Salto fue aprobado el Plan de la Ciudad de Salto y su Microrregión, que establece muchos elementos y muchas pautas que tienden a acompañar este proceso de revertir las situaciones de ocupación de áreas inundables de la ciudad, generando instrumentos nuevos que posibilitan estas acciones en forma más ordenada y con expectativas de mejor éxito.

EC —¿Por ejemplo? Porque usted recién nos contaba que se ha trabajado en esta materia, pero ¿cómo se entiende que se vivan situaciones como la que estamos viendo en estos días? ¿Cómo se hace para evitar que las zonas tan amplias que terminan inundadas padezcan este tipo de fenómenos?

AG da R —Todo hace pensar que las áreas inundadas que hoy tiene la ciudad son áreas que están bajo las cotas fijadas en un decreto del 79 –quienes tenemos unos años de actividad en esto sabemos, tenemos el paradigma de la inundación del año 1959–, son áreas que se inundan y se seguirán inundando. El proceso pasa y ha pasado, y hay ejemplos exitosos en la ciudad de lograr ir liberando el territorio que es pasible de inundación y dándole un uso alternativo. El componente del uso alternativo sigue siendo clave, porque si no, cuando las aguas vuelven a su curso normal, en función de la memoria colectiva que hay o deja de haber, que a veces es un poco débil, o por determinados factores que son más de corte social, algunos sectores se ocupan nuevamente y el problema se repite.

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