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Entrevista central, miércoles 14 de junio: Adolfo García da Rosa

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EC —O sea que no está previsto en esas zonas un cambio drástico para el futuro. Hay zonas en las que el razonamiento es que allí habrá que convivir cada tanto con los perjuicios de las inundaciones.

AG da R —Es así, además se convive históricamente de esa manera, de esa manera se hace, se retorna, se recupera. Cuando recibimos visitantes en Salto los llevamos a recorrer determinadas zonas de la ciudad, que son quizás de las más destacadas, de las más emblemáticas, las mejores visuales del curso del río, áreas residenciales, y cuando les comentamos que por donde vamos circulando el agua llega a tener un metro de altura y hay algún indicador que muestra dónde estuvo la creciente a quienes no están acostumbrados a vivir en una ciudad de estas características les resulta absolutamente inimaginable, impactante. Ese coexistir entre el régimen de comportamiento del río Uruguay y sus arroyos, Sauzal y Ceibal, y la ciudad es algo que está metido en la naturaleza de la población aquí en Salto. Esto es un aspecto, no estamos hablando de todo el problema.

El problema es en las zonas bajas, donde hay ocupaciones fundamentalmente de los grupos que presentan mayor vulnerabilidad a las cuestiones de la residencia. Allí la intención y el objetivo es el retiro definitivo de la población. Intentar, en una ciudad que tiene muchísimos espacios verdes, que es una característica de Salto, entre sus parques, las costaneras y el río, darle un uso alternativo y con mayor capacidad de control a ese suelo es un desafío en sí mismo.

EC —¿Cuándo se completaría esa tarea? ¿Qué planes hay en ese sentido, qué cronograma?

AG da R —Lo que está planteado hoy es, con el Plan de la Ciudad de Salto y su Microrregión aprobado –pasó a estar operativo este año–, por la vía de lo que la ley de ordenamiento permite, manejar una modificación no sustancial, avanzar en el ajuste de las cotas de inundación de los arroyos Sauzal y Ceibal.

La ley de ordenamiento también habilita y es bastante estricta en cuanto a mejorar las condiciones de varios cursos de agua a través de planes sectoriales de aguas urbanas. En ese camino se está avanzando para intentar establecer un régimen razonable de movimiento de la cota que sea viable fundamentalmente en lo social, es más importante viabilizarlo social y culturalmente que económicamente, por las condiciones y las características de la población que mencionábamos. Sobre esa base se está trabajando, y existe la posibilidad de un alto nivel de coordinación con OSE, Dinagua y Dinot.

EC —Yo le preguntaba por fechas, cuándo todas esas zonas donde vive la población más vulnerable quedarían definitivamente fuera de estos inconvenientes.

AG da R —Es un proceso de mediano plazo el mínimo. Yo no me imagino –esta es una opinión absolutamente personal– que realojar esa población sea un proceso rápido. Es un proceso lento y que va a requerir una política de realojo asociada a vivienda que intente superar una limitante histórica que se ha tenido, que es que, como le decía, los realojos siempre han estado vinculados a áreas periféricas, del borde de la ciudad, situación que no da un resultado razonable de hábitat para la gente, y por otro lado a una política mucho más dura e intentando facilitar mayores controles y reúsos de los espacios que se van liberando. Si no el tema se transforma en una espiral recurrente de realojo y reocupación, en algún momento hay que cortar ese proceso.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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