La audiencia opina…

La sexualidad en un pobre debate

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La inmediata división en bandos que discuten los temas complejos en base a simplificaciones priva a la sociedad de matizar los puntos de vista y llegar a acuerdos, sostiene Emanuel desde la audiencia. Como ya ocurrió, vuelve a darse en relación a la educación sexual.


Está instalada una nueva discusión, esta vez acerca de la educación sexual y la famosa guía del Consejo de Educación Inicial y Primaria. Y ya se deja ver que nuestro nivel de debate no nos hace bien como sociedad.

Cuando se trató el tema del aborto, la discusión discurrió entre "aborto sí” vs. “aborto no", “provida” vs. ¿qué: “promuerte?”, y así se dio un pobrísimo debate. Ninguna discusión profunda, argumentativa; nada que vaya al fondo del asunto. Nadie se sentó a pensar que el aborto es una decisión de última instancia y que se toma luego de que mucha agua pasó debajo del puente. Nos perdimos de dar un riquísimo debate acerca de todo lo que viene antes de llegar a esa decisión y se impuso la solución que obtuvo más fuerza para imponerse, la que no necesariamente tiene que, solo por ese hecho, ser la que mejor nos convenía.

El tema de la legalización de la marihuana fue lo mismo. El debate, demasiado pobre entre los anti cannabis y los pro cannabis ("¡Ay, es solo una planta!", como si eso fuera argumento suficiente). Nadie se sentó a pensar que la decisión de fumar, ya sea un cigarrillo o un porro, también tiene un cúmulo de cosas detrás que bien valía la pena debatir. Pues nada, en esta lógica de luchas de bandos no gana la razón: gana el más fuerte.

En una lógica de bandos es imposible razonar, argumentar, intercambiar. Al final se terminan imponiendo posiciones solo por su fuerza, y nos perdimos de lograr soluciones que de pronto podrían ser más beneficiosas para todas las partes.

Ahora se ha instalado el tema de la educación sexual. Y los bandos están formados. Los pro “ideología de género” y los anti “ideología de género”. Los primeros vienen con una fuerza arrolladora luego de años de hacer un trabajo de hormiga posicionando su discurso dentro del marco de la corrección política, conformando una seudo-intelectualidad que condena cualquier expresión que no caiga en ese catálogo, y con apoyos gubernamentales y de organismos internacionales. Los segundos vienen tratando de ganar fuerzas para ver si pueden dar una batalla más o menos equilibrada.

Ya se están levantando firmas "en contra de la guía", organizando marchas, etc. Todas estrategias de acumulación de fuerzas para medirse en algún campo y que gane el más fuerte.

Si la Iglesia Católica presiona y logra algún avance (como al inicio de este gobierno cuando se frenó la guía del MIDES) los pro “ideología de género” salen a denunciar la influencia de la Iglesia Católica (como si ellos no tuvieran influencia, por ejemplo, para promocionar su guía).

Mientras, la sociedad se queda sin una discusión que bien podría beneficiarnos. ¿Qué es la sexualidad? ¿Por qué algunas culturas o religiones le ponen restricciones? ¿Cuáles son esas restricciones? ¿En qué se basan? ¿Son caprichosas o tienen algún cometido? ¿Pro y contra de la promiscuidad? ¿Evidencias científicas? ¿Es saludable promover que las personas tengan todo el sexo que quieran con la sola limitante de que usen condón? Me temo que no va a haber discusión seria del tema y que, una vez más, va a ganar el que logre poner más fuerza sobre la mesa.

Conclusión: somos una sociedad que aún está en la barbarie. Solo que refinada, cortesana, pero barbarie al fin, porque no se impone la razón, sino la fuerza.

Emanuel Seropián
Vía correo electrónico


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