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Eddie Cochran: Leyenda del rock

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https://www.youtube.com/watch?v=fZZD8ckwLJA

Video: JB Production

Por Eduardo Rivero ///

Con apenas 21 años, Eddie Cochran lo logró todo: fue una estrella del rock, uno de sus compositores esenciales generando hits imprecederos y se convirtió en una leyenda por derecho propio, tras su prematura y absurda muerte, en abril de 1960.

Elvis Presley, por ejemplo, paradigma del género, voz privilegiada y figura insoslayable, no componía. Eddie Cochran sí. Y Gene Vicent, otra enorme figura de los años 50 -el intérprete del clásico Be-Bop-A-Lula– para los solos de guitarra tenía al notable Cliff Gallup. Eddie Cochran era además, la guitarra solista en todos sus discos.

Cochran supo retratar el descontento, la desesperanza de los teenagers norteamericanos crecidos en la post guerra, a través de sus temas de rockabilly aparentemente sencillos, pero cuyas letras son ineludibles si de entender a su generación se trata.

Su música me parte la cabeza, me resulta una inyección de frescura y energía cada vez que gana el reproductor de audio, y apenas empieza a sonar comprendo el porqué del lugar protagónico que tuvo en el marco de una generación que dio enormes figuras como Little Richard, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins, Buddy Holly o los mencionados Vincent y Presley.

Edward “Eddie” Cochran había nacido el 2 de octubre de 1938 en Albert Lea, Minnesota y murió en un accidente automovilístico durante una gira por Inglaterra el 17 de abril de 1960, cuando el taxi en el que viajaba junto a su novia y a su colega Gene Vincent chocó contra un poste del alumbrado en Chippenham, Wiltshire, sobre las 23.30 horas, tras un show llevado a cabo en el Hippodrome Theatre de la ciudad de Bristol. Fue el único fallecido en ese accidente. Vincent quedó con una renguera de por vida.

Tras un fallido dúo junto a un pibe también apellidado Cochran que, sin embargo, no era pariente suyo, se labró una enorme reputación como músico de sesión aportando su virtuosa guitarra en un montón de discos, y luego, cantando casi siempre su propio material, formó parte del panteón de los héroes del rock fundacional de fines de los años 50.

No solo cantaba notablemente-con una voz que sin dudas intentaba parecerse a la de Elvis, hay que decirlo-, componía en forma excelente y era tremendo guitarrista, sino que además, contaba con ese look casi imprescindible para ser un héroe de su tiempo, ya que era rubio y apuesto.

Su talento era realmente polifacético. Tocaba guitarra, piano, bajo y batería, pero además fue un pionero en la grabación multipistas, los doblajes instrumentales y el uso de la distorsión en la guitarra, adelantándose a su época.

Su guitarra Gretsch 6120 modelo Chet Atkins roja es hasta hoy uno de los instrumentos icónicos en la historia del rock. Con ella se le vio en las tres películas en las que participó: The Girl Can’t Help It (1956), Untamed Youth (1957) y Go, Johnny, Go (1959).

Su primer éxito se dio, precisamente, con un tema que fue parte de la banda sonora original del primero de los mencionados filmes, Twenty Flight Rock, hoy un auténtico standard. Tocando ese tema, un adolescente Paul McCartney convenció a un adolescente John Lennon de que valía la pena ser incluido en su banda, The Quarrymen, en la tarde del 6 de julio de 1957, en una fiesta en un patio parroquial de la Saint Peter’s Church de Liverpool. Hasta el día de hoy McCartney sigue tocando Twenty Flight Rock.

Hablando de Beatles: durante toda su vida George Harrison presumió ante sus colegas de banda de haber sido el único que vio tocar en vivo a Eddie Cochran, lo que sucedió en Liverpool precisamente durante la última gira del artista en 1960. Jamás olvidó la tremenda impresión que se llevó al tener a Cochran y su Gretsch roja frente a sus ojos.

Tras el éxito de Twenty Flight Rock, seguirían temas enormes como Sittin’ in the Blacony (el único éxito que no fue escrito por él), C’mon Everybody, Somethin’ Else, Teenage Heaven y especialmente la impresionante Summertime Blues, pilar básico del rock y compendio del talento de autor e intérprete de Cochran, tanto como de su calidad de retratista de una generación. Si sólo hubiese compuesto ese tema, ya tendría asegurado su lugar en la historia.

Cochran tuvo también un curioso éxito postumo, ya que pocos días antes de su muerte había grabado Three Stars en homenaje a los tres colegas muertos en un accidente aéreo a comienzos de 1959, Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Boper.

La proyección de su figura en el posterior desarrollo del rock es enorme. Basta hacer una rápída lista de los artistas que hicieron versiones de sus temas: Jimi Hendrix, U2, The Rolling Stones, Bruce Springsteen, Van Halen, Tom Petty and the Heartbreakers, Rod Stewart, Motörhead, Cliff Richard, The Who, The Beach Boys, The Beatles, Led Zeppelin, Simple Minds, The Sex Pistols…

Una recordadísima versión de Summertime Blues es la que interpretaron The Who en el Festival de Woodstock, a fines de agosto de 1969, y que es un momento inolvidable en el film que cubre ese mega recital.

Es curioso: muchos de sus más grandes clásicos casi ni figuraron en las listas de los más vendidos. Summertime Blues fue su único simple que llegó al top ten aunque ocupando apenas el puesto número ocho. C’mon Everybody fue número 35 y Somethin’ Else número 58.

No hay solista o banda que haya incursionado en el rockabilly, esa forma de rock mezclado con country y boogie woogie que no haya seguido la huella de Edie Cochran, auténtico pionero en ese estilo. Entre sus seguidores se destaca con especial brillo el cantante y virtuoso guitarritsa Brian Setzer, tanto en su etapa incial en la banda The Stray Cats, como en la Brian Setzer Orchestra.

Me permito hacerle al lector dos recomendaciones: Somethin’Else, The Fine Looking Hits of Eddie Cochran, una antología maravillosa donde no falta ninguno de sus temas esenciales, y el energético álbum de la Brian Setzer Orchestra, The Dirty Boogie, de 1998.

Eddie Cochran no es un músico más emparentado con una época de pibes vistiendo camperas de cuero y chicas de polleras acampanadas tomando malteadas en una cafetería mientras bailan al lado de la rockola. Es, sencillamente, un capítulo ineludible en la historia del rock.

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

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