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El diario del lunes
El límite de las cosas

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Por Fernando Butazzoni ///

La reacción del ex presidente José Mujica y de la senadora Lucía Topolansky ante la exhibición del cuadro de Julio de Sosa en una galería montevideana es, cuando menos, inexplicable. Justo ellos, que fueron los supremos abanderados de la transgresión más profunda, la pareja que cruzó la raya de las convenciones sociales una y otra vez, la que asumió la ruptura de los moldes establecidos como una bandera, esa pareja que supo andar con los zapatos embarrados por las alfombras del poder, ellos mismos son los que ahora se declaran ofendidos por una pintura que los representa despojados de todo.

Mujica dijo respecto al incidente que “las cosas tienen un límite”. También dijo que lo ocurrido “es triste”, aunque reconoció que los artistas “tienen derecho a ganarse unos pesos". La senadora Topolansky, por su parte, consideró que “ahora te agarran para el chijete”, que lo que pasó “no tiene gollete” y que el asunto a su juicio es “un tema menor”. Dijo otras cosas, pero con esto alcanza.

Lo único rescatable de todas esas declaraciones es el calificativo de triste, empleado por Mujica respecto al episodio. Solo que la tristeza anda por otro lado, recorre otros caminos y tiene ojos en la nuca.

No es un tema menor, porque no se trata del derecho de unos particulares sobre la imagen de dos personalidades públicas, ni de la calidad artística de una obra. Se trata del extraño caso de una pareja que en el otoño de la vida parece borrar con énfasis aquello que escribió en la primavera.

Mujica y Topolansky, desde los más altos cargos de gobierno, sembraron tempestades y ahora se quejan de un vientito. De forma sostenida y sistemática ellos dijeron justamente lo contrario a lo que ahora dicen. Con sus palabras y con sus ejemplos de vida mostraron que no había límites para la libertad, que no había límites para el desplante y que siempre, equivocados o no, era posible que cada quien viera el mundo con una mirada nueva, como la del primer día.

Ahora resulta que las cosas tienen un límite, el cual se establece para peor desde la Jefatura de Policía de Montevideo y a través de un comisario. ¿Qué tiene que ver la Policía con un cuadro de Mujica y Topolansky? Ese es el único escándalo verdadero: que haya policías metidos en este asunto.

Se equivocaron Mujica y Topolansky, y se equivocaron feo. Las personas, sean artistas, policías o floristas, tienen mucho más que el derecho a ganarse unos pesos. Tienen el supremo derecho a cruzar el límite de las cosas, ese derecho que el propio Mujica utilizó en su momento para construir una imagen que hoy recorre el mundo. Lo demás es lo de menos.

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El diario del lunes es el blog de Fernando Butazzoni en EnPerspectiva.net. Como no podía ser de otra manera, actualiza todos los lunes.

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