Blogs

Urquiza esq. Abbey Road
La historia nunca contada del Sansueña (primera parte)

Facebook Twitter Whatsapp Telegram
Gentileza de Ricardo Figueredo

Gentileza de Ricardo Figueredo

Por Eduardo Rivero ///

Al Darno y al Gale
aún hoy compañeros de viaje

.

—¿Y si tomamos un Copsa, Darno? Mirá, ahí viene uno…
—No seas floja, flaca, ¿ya estás cansada?

Eduardo Darnauchans y Graciela “Chichila” Irazabal, su nueva novia, caminaban y caminaban por la cuneta de la Interbalnearia, atravesando una nube de amor, haciendo dedo, intentando llegar a Marindia lo antes posible. Era la tarde del 15 de abril de 1976, jueves santo. Una tarde fresca, que aguijoneaba la campera de jean de Eduardo y el abrigo de paño rojo de Chichila.

Esa tarde se plantaría la semilla de Sansueña, el más célebre disco del Darno, un clásico venerable. En Balada para una mujer flaca, del disco Zurcidor, el Darno describiría esa tarde haciendo dedo con su inigualable genio:

“…De tu ventana hasta aquel jueves santo
cuanto queda
aquel milagro de carretera
con el pulgar paralelo a la sonrisa
y tu temblándome en el costado…”

Siempre me ha conmovido esa letra. Más sabiendo por boca del autor que ese fragmento refiere a esa tarde en la que el Darno y Chichila fueron a dedo a mi casa de Marindia. Esa noche, en el Club de Pesca del balneario donde me crié, Jorge Galemire, el Darno y yo, quienes nos conocíamos desde 1971, haríamos nuestro primer espectáculo juntos, semilla de lo que sería luego el ciclo de recitales Nosotros Tres.

A aquella primera presentación caótica y con poco ensayo seguiría, un mes después, una serie interminable de ensayos mágicos y a la vez durísimos que darían como resultado un mojón en mi vida en la música. Sucedieron en la casa de Adriana Tippmann, en la calle Juan María Pérez, en el corazón de Punta Carretas, a la que habían bautizado como Casagrande. En esa época el Darno y su amigo de siempre, Víctor Cunha, estaban viviendo allí.

En el living de esa casa y delante de una barra de amigos se pensó, se gestó y se ensayó Nosotros Tres, que se pondría en escena en un pequeño tabladito en el Shakespeare and Company Café Concert, en 21 de Setiembre y Coronel Mora, entonces regenteado por el célebre trío de actores Imilce Viñas, Pepe Vázquez y Jorge Denevi.

Cantábamos frente a mesitas con sillas de esterilla, ocupadas muchas veces, jueves a jueves, por las mismas personas. Era el momento más cruel de la dictadura y la generación de músicos previa a la nuestra estaba en la cárcel o el exilio. No lo sabíamos, pero ese hecho, más lo peculiar de nuestra propuesta, hicieron de Nosotros Tres un éxito impensado: tocamos durante 14 noches de jueves al hilo, desde el jueves 27 de mayo hasta bien entrado agosto.

¿Porqué les cuento todo esto? Pues porque allí empezó a nacer Sansueña. Sin Nosotros Tres no hubiese existido la química entre el Gale y el Darno, y Darnauchans no hubiera invitado jamás a Galemire a ser arreglador y multiinstrumentista en Sansueña, que hubiese existido igual pero bajo una forma muy diferente. De allí que aquel jueves de abril de 1976 forme parte, a un tiempo, de la historia de mi vida, y lo que es realmente importante, de la historia de la música popular uruguaya.

Se los cuento también porque ya no tengo al Gale ni al Darno para recordar por milésima vez cada pormenor de aquel momento único en el cual ocupé una sillita en escena, en medio de dos de los más grandes músicos de este país, y como si fuera poco, amigos. Algo que irá siempre conmigo y que nada ni nadie me podrá quitar. La sensación de escuchar de al ladito la voz baladística incomparable del Darno y la tremenda guitarra del Gale aún me conmueve, floreciendo una y otra vez en el jardín de la memoria.

Galemire y yo teníamos un dúo. El Darno ya era un solista de tremendo peso con un futuro disco ya conversado con la gente del sello Sondor. El dúo hacía su material propio, Darnauchans el suyo, acompañado por Galemire en guitarra. Yo cantaba tangos por primera vez en público, también acompañado por la guitarra de Jorge. El Darno cantaba canciones sefaradíes antiguas y los tres nos juntábamos en un “enganchado” de temas de los Beatles. Inolvidable.

El repertorio solista del Darno estaba formado por canciones que luego serían grabadas en el Sansueña. Ya estaban allí Cápsulas, Canción del tiempo y el espacio, De despedida, Soberbia, Cuando escucho una canción de Los Beatles, Miente

Galemire se convertiría en arreglador inmejorable y sorprendente multiinstrumentista, y yo en testigo de casi todas las sesiones de grabación llevadas a cabo en el Estudio Sondor entre el 10 de enero de 1977 y el 1º de marzo de 1978. Estuve allí, vi lo que ocurrió y cómo ocurrió, canté coros en una canción, asistí al parto sin dolor de un hijo dilecto de la música popular de este país.

El próximo miércoles 9 de diciembre publicaremos la segunda y última parte de esta crónica.

***

Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

Foto: Jorge Galemire (izq.), Eduardo Rivero (detrás), Eduardo Darnauchans (der.), ca. 1976. Crédito: Archivo de Ricardo Figueredo.

Comentarios