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Lengua curiosa
Propóleo

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Por Ricardo Soca ///

Los griegos llamaban própolis a las puertas de una ciudad, voz formada por el prefijo pro- y polis ‘ciudad’.

Más tarde, Plinio empleó esta palabra en latín para darle nombre a la cera —extraída de las yemas de los árboles— con la que las abejas recubren la entrada de sus colmenas a fin de protegerlas contra hongos y bacterias.

Las propiedades antibióticas y fungicidas de esta sustancia, que en nuestra lengua se llama propóleo, eran conocidas desde la más remota Antigüedad por los sacerdotes egipcios, por los médicos griegos y romanos, y también por algunas culturas indoamericanas.

Ciertamente, propóleo está vinculada a través de polis con muchas otras palabras de nuestra lengua, tales como político ‘relativo a la ciudad’, metrópolis ‘ciudad madre’ y policlínica ‘establecimiento de salud pública para la atención de una ciudad’.

Cabe añadir que polis proviene del sánscrito pur ‘ciudad fortificada’, que se encuentra en el nombre de Singapur ‘ciudad de los leones’.

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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.

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