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¿Por qué a mí?
En mis botas

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Por Carol Milkewitz ///

Ya he tenido malas experiencias con estas botas. Son divinas, de charol, taco corrido, pero les entra agua. Toda el agua. Siempre que pienso que las tengo que cambiar me olvido y cuando me acuerdo ya es verano, entonces lo dejo para la próxima y se vuelve un ciclo sin fin.

Hoy se me ocurrió una idea brillante: traer medias de repuesto al trabajo. Así que entro al baño para cambiármelas pero me pasa algo horrible: quedo atrapada. No en el baño. En mi propia bota. No sale de ninguna forma. Pruebo con la otra. Tampoco.

“Tranquila, Carol, has pasado peores”, me consuelo, acordándome de la vez que se me rompió el pantalón. Con las medias secas en el bolsillo del saco y las mojadas todavía en los pies, vuelvo a la oficina. Le comento a mis compañeros lo que estoy viviendo. Uno tiene el buen gesto de ofrecerse a sacármelas, pero prefiero dejar esto en manos de profesionales. Cuando termina la jornada, salgo corriendo en busca de un outlet.

—Hola. Quiero unos zapatos.
—¿De qué tipo?
—De cualquier tipo.

Le cuento la situación a la vendedora. Me dice que no me preocupe, que va a llamar a su compañera, que es la que tiene más fuerza ahí.

—Siempre que pasan cosas así ella se encarga —me dice.

No sé qué tantas “cosas así” pasan en ese outlet. Espero, rodeada de gente que va a probarse zapatos con entusiasmo. Viene la forzuda. Cada una me agarra de una pierna y empiezan a cinchar. “Empujá, empujá”, me dicen. Es lo más cerca que estuve de un parto. Después de inhalar, exhalar y sobre todo rezar, repiten que es imposible. Miro a la forzuda a los ojos, la agarro de la mano y le suplico que me las saque. Siento su mirada diabólica. Se da vuelta y sentencia: “Es la única solución”. Todo pasa muy rápido.

Las botas quedaron sobre el sillón alargado, tajeadas. De lejos hasta parecían enteras, resplandecía su charol. Supongo. Porque al rato, mientras me recuperaba del shock, una mujer que entró a la tienda las señaló y preguntó: “¿Y esas cuánto salen?”.

***

¿Por qué a mí? es el blog de humor de Carol Milkewitz. Actualiza los viernes.

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