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¿Por qué a mí?
Ese amigo invisible que te deja regalado

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Por Carol Milkewitz ///

Eso de que “lo esencial es invisible a los ojos” lo inventó alguien que nunca participó en un amigo invisible. Nada de lo que te vayan a regalar ahí es esencial. Igual, lo más lindo no es recibir un regalo, es darlo: pensar en el otro, en lo que le gustará, en cómo disimular que gastaste $ 10.

Siempre hay alguien que no querés que te toque y cuando van a sacar los papelitos con los nombres lo único que estás esperando es “que no me toque Fulano, que no me toque Fulano”. ¿Y quién te toca? Fulano. Primero te enojás, pero después te ponés espiritual: “Todo pasa por algo, es el destino, es para que fluya mejor energía”, así que te cargás las pilas y pensás en cuál sería el regalo perfecto para Fulano, para hacerle exactamente el contrario.

La época del amigo invisible por excelencia es fin de año, cuando no tenés un peso porque tenés que comprar lo de Navidad, el pan dulce, el turrón, los chirimbolos del arbolito y ver si, con muchísima suerte, te queda algo de plata para alquilar en enero una cabaña llena de mosquitos. Igual, está bueno que se haga en noviembre-diciembre porque se viene el verano y en vez de subirte a una balanza para saber si tenés que arrancar la dieta podés esperar y ver qué te regalan. Si te dan ropa un talle más grande es porque piensan que estás gordo. Y si te dan un talle más chico es porque definitivamente estás gordo.

El día de repartir los regalos a todos les tocan licuadoras, ropa fina, bombones de tus preferidos y a vos, ese portalápices que apenas lo agarrás se rompe. Encima lo mirás bien y en el cartelito que tiene pegado dice: “Antes $ 140, ahora $ 20”.

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¿Por qué a mí? es el blog de humor de Carol Milkewitz. Actualiza los viernes.

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