Blogs

Un viaje al norte forestal

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Por Rosanna Dellazoppa ///

¿Cómo viene la investigación forestal y el desarrollo de esta actividad? Para responder esta pregunta nos trasladamos al norte de Uruguay, más precisamente a Tacuarembó, donde se encuentra el Programa Nacional de Investigación en Producción Forestal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Allí conversamos con el director de este programa, el ingeniero agrónomo Roberto Scoz.

Comencemos por ubicarnos en el paisaje. Cuando cruzamos el Río Negro de sur a norte por la ruta 5 se percibe ya en Paso de los Toros cierto movimiento más forestal. La estación de servicio local sobre la ruta y su entorno se dinamizaron. Pasamos luego las plantas aerogeneradoras en Peralta, otro aspecto importante de desarrollo y nuevo paisaje. Nos encontramos también con una playa de acopio de madera que hasta hace poco era una cantera abandonada. Ahora tiene balanza, grapos, iluminación y oficinas.

Cuando nos vamos aproximando a Tacuarembó nos encontramos con una serie de instalaciones e infraestructura que claramente se ven bastante nuevas, como galpones y cercos, que crecen como hongos. Llegando a la ciudad se ven empresas de transporte, logística, talleres con muchos de los camiones que se ven en las rutas cargando palos.

Más adelante se pueden observar hasta dos lavaderos limpiando cosechadoras forestales, y en el cruce de la entrada a la ciudad, en la estación de servicio y en la parrillada, un gran número de camionetas con los característicos chalecos anaranjados en sus asientos, así como camiones cargando combustible. Es realmente impresionante el movimiento que hoy ve tanto un local como un visitante. Ni que hablar de los diferentes idiomas que se escuchan.

Tacuarembó cuenta hoy con más de 110 mil hectáreas de bosque destinado principalmente a la producción para aserraderos: árboles podados y manejados casi uno a uno para obtener diámetros de alta calidad. Junto con Rivera concentran la inmensa mayoría de la industria maderera.

Si nos dirigimos específicamente al INIA Tacuarembó, cabe una mención especial ya que esta institución ha jugado un papel clave en el desarrollo departamental. En primer lugar el INIA como institución está abocado a levantar las limitantes que enfrenta el agro, así como a  elaborar y trabajar en oportunidades tecnológicas en los sistemas productivos.

El silvopastoreo, es decir, la producción ganadera en predios forestales, hoy se ve con frecuencia en los sistemas productivos. Productores forestales y ganaderos se han adaptado a la producción conjunta. Hay productores que han innovado y "arriesgado" en plantar árboles por su cuenta (es decir sin un contrato de fomento con alguna empresa forestal), productores típicamente agropecuarios que lo que buscaron fue sacar más provecho al predio ocupando mejor aquellos rincones que, si bien daban algo en pastura, podrían dar más en el conjunto forestación-pastura. Como sea, la forestación ha permitido diversificar ingresos y obtener ingresos de suelos que antes casi no producían.

De la charla con Roberto Scoz, ingeniero agrónomo, director del Programa de Investigación en Producción Forestal, queda claro que que el sector está plantado firme. La Ley Forestal de 1987 cumplió gran parte de su objetivo, no solo al declarar de interés los recursos forestales sino también por fomentar su desarrollo e industrialización. Las empresas de punta –UPM, Montes del Plata, FYMNSA, COFUSA, Weyerhaeuser– han sido claves para abrir camino y generar una masa crítica de base, aspecto esencial para el desarrollo de cualquier nuevo sector.

Es un rubro de relativamente bajo retorno comparado con otros, pero muy estable y largoplacista. Eso le da seguridad al negocio y lo vemos en los números que hoy se manejan de exportación: para este año se prevén US$ 1.700 millones.

La forestación desarrolló una tecnología silvicultural muy buena, esto es, genética, plantación, rendimientos crecientes por hectárea, cosecha, e incluso logística. Es muy interesante saber que desde que arrancó la planta de Fray Bentos no hubo un solo día en que se haya tenido que parar por falta de madera o falla en el abastecimiento; hablamos de unos 4 millones de metros cúbicos por año. La inversión es extranjera pero el trabajo y la implementación de muchísimas fases productivas fue hecha por uruguayos.

Según se conoce en INIA, existe una  brecha interesante para seguir agregando valor, lo que es deseable en cualquier actividad pues ello redunda en la mejora de la economía global. Parece ser un interesante desafío y, seguro que como otros tantos, tenemos productores muy capaces de llevarlo adelante.

Comentarios