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Urquiza esq. Abbey Road
Héroes olvidados (I): Pájaro Canzani

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Su primer grupo capitalino se llamaba Vida y estaba integrado además por el baterista José Luis Pérez, el bajista Alberto “Pocho” Macadar y el flautista Álvaro Armesto. El grupo tendría, irónicamente, una vida muy corta, ya que al poco tiempo Canzani se fue a Brasil donde permaneció largo tiempo y conoció personalmente a algunos de los genios de la música de ese país como Milton Nascimento y Gilberto Gil, quienes serían una influencia decisiva en su sonido.

Al volver a Uruguay armó la primera integración de la banda Aguaragua donde el candombe, la milonga, el rock, el blues y elementos de la música de raíz folklórica se unirían con sonidos típicamente brasileños, derivados de la entonces reciente movida del Tropicalismo.

Canzani llevaría adelante un exitoso ciclo en la sala Uno del Teatro Circular, contando en su grupo con el Choncho Lazaroff en piano, Carlos da Silveira en guitarra, Jorge Trasante en percusión, Jorge Galemire en contrabajo y Jorge Bonaldi en charango, guitarra y quenas.

Al año siguiente, el ciclo se realizaría en el Teatro de la Alanza Francesa de Montevideo, marcando un auténtico fenómeno de popularidad y en mi opinión su cima como músico. Se había hablado inicialmente de un par de shows, pero el ciclo se extendió a todos los sábados de julio y agosto de aquel 1975. Era un momento especialmente duro de la dictadura y “había que estar allí”, en ese espectáculo, como forma de resistencia cultural al régimen. Parecía que cada sábado “todo el mundo” pasaba por allí. Era una sensación de oxígeno y libertad más que bienvenida.

Para ese entonces en Aguaragua ya no estaban Da Silveira ni Lazaroff –luego integrantes de Los que iban cantando”– pero se sumó Jaime Roos en bajo eléctrico, quien se encargaba allí en la Alianza de la segunda mitad del recital porque Galemire, que tocaba el contrabajo en la primera parte, en determinado momento dejaba el escenario y salía disparado hacia el restaurante del Panamericano, donde tocaba en la banda residente.

Esos fermentales y exitosos años iniciales dejaron dos discos que fueron editados por el sello Ayuí: Aguaragua, grabado en los estudios Sondor entre 1973 y 1974 y el disco en vivo Algún día, grabado por Coriún Aharonián en los ciclos de recitales del Teatro Circular y la Alianza Francesa. Son discos bastante olvidados y de pobre calidad técnica, pero su valor radica en que se han convertido en el único testimonio de esos años más que especiales en la carrera de Canzani. Yo estuve allí, sentado junto a Coriún, alcanzando algún cable o auricular, al pie del escenario de la Alianza y puedo dar fe de lo que fue aquello.

El público deliraba, literalmente, bailando en butacas y pasillos, y ovacionando al Pájaro en canciones memorables como Aguaragua, el vertiginoso candombe Y aquí no amanece ná, la nostálgica milonga Soy un barrio de Fray Bentos, el candombe Moreno y los temas de origen brasileño São Vicente (de Fernando Brandt en letra y música del gran Milton Nascimento) o el tradicional y nordestino Viola meu bem. Un momento increíble era Y por eso canto blues que arrancaba como cansino blues y en medio estallaba un veloz carnavalito tras un sonoro redoble de charango a cargo de Jorge Bonaldi en un sorprendente crossover. La letra la coreaba toda la sala:

“Hay yankees que la están curtiendo igual que nosotros
allá también lloran muchos y ríen pocos…”

El Pájaro cantaba como nunca, con su metálica y aguda voz a tope, enfundado en un par de gastados jeans y una remera "psicodélica" al mejor estilo de la que luce Joe Cocker en el film Woodstock. Inolvidable.

Y entonces –y en lo mejor– ocurrió la partida para tocar con Los Jaivas, la radicación en París y de algún modo el olvido. Un olvido del que pudo salir recién en 1995 cuando su disco Rock Latino colocó como sorprendente hit radial al tema Chibidón, a la vez que también incluía Todos goleando, canción oficial de la Copa América de Fútbol jugada en Uruguay en 1995, un tema muy flojo y machaconamente repetido a lo largo del dial.

Tras esa golondrina que por cierto, no hizo verano, otra vez el olvido. Ha estado aquí, ha editado discos como Transamérica (2009) o Jardín Interior (2014), con un sonido tan pulcro como “internacional”, con interesantes canciones entonadas por su excelente voz de siempre –que conserva– grabados en estudios de París. Pero sin aproximarse a aquel Pájaro inicial de mediados de los 70. Por su enorme aporte y su talento igualmente grande, en mi discoteca lo coloco en el estante de mis héroes de la música uruguaya, allí, a centímetros de Zitarrosa, Rada, Jaime, Los Olimareños, Carbajal, Darnauchans…

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

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