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Roos de colección (III)

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Por Eduardo Rivero ///

La apetecible colección completa de la discografía de Jaime Roos remasterizada sigue a paso firme en el mercado uruguayo.

Hace algunas semanas han sido lanzados cuatro nuevos ítems para que el fanático de Jaime -o quien quiera tener un panorama global de la música popular uruguaya- vaya completando una obra sencillamente monumental. Ningún otro músico uruguayo ha tenido la capacidad de generar semejante cantidad de canciones emblemáticas, que operan como espejos del ciudadano promedio y así retratan a todo un país. Jaime Roos es una mezcla providencial y única de inspiración, refinamiento, versatilidad, melodismo, poética de nivel y un nada despreciable olfato para leer al mercado.

Asimismo, Jaime ha sabido siempre elegir con sabiduría a las bandas permanentes e invitados que han jerarquizado todos sus discos, desde que en 1977 lanzara su primer álbum, Candombe del 31.

El papel de Roos como potente innovador debe destacarse como corresponde. Jaime ha potenciado inmensamente el género murguero, sacándolo del reducido ámbito de los tablados veraniegos, y ha sido uno de los más destacados cultores -sino el más destacado- del género llamado candombe beat, que fusiona el pop y el rock de raíz anglosajona con los ritmos de base afro-uruguaya y del que fueron pioneros nombres como Eduardo Mateo y Ruben Rada.

La colección permitirá tener toda su obra editada hasta la fecha más un par de compilados especialmente confeccionados para este lanzamiento, con un sonido asombrosamente mejorado, completa información sobre cada disco, reedición del diseño gráfico original también mejorado y comentarios breves pero sustanciosos escritos por el musicólogo y periodista brasileño Guilherme de Alencar Pinto, cuyo libro Razones locas: el paso de Eduardo Mateo por la música uruguaya es ya un clásico de la investigación del periodismo musical.

La nueva serie de CD que acaba de aparecer, una vez más, es ineludible y traza un fantástico retrato del artista en los años 90: Estamos rodeados (1991), La Margarita (1994), El puente (1995) y la nueva antología, Selladas Uno, que incluye materiales grabados entre 1983 y 1992.

Para seguir a Sur (1987), Roos utilizaría en su siguiente disco una banda reducida pero excepcional, integrada por Hugo Fattoruso en teclados, Gustavo Etchenique en batería, Walter Nego Haedo en percusión y el propio Jaime en bajo y guitarras, aunque algunos “bajos” fueron hechos por Fattoruso desde su teclado. Hay, además, un montón de voces invitadas. Los músicos formaban parte de la banda La Escuelita, que acompañaba a Jaime en vivo en ese entonces y que grabaría también el recordado disco independiente Ahora si. El nuevo álbum sería Estamos rodeados, uno de sus mejores discos. Fue el primer álbum de Jaime en ser lanzado directamente en CD, a la vez que en vinilo y cassette, y el primero en salir a la venta al mismo tiempo en Uruguay y Argentina. El disco le da un rol protagónico al gran Hugo Fattoruso y sus sintetizadores. Hugo había grabado con Jaime como invitado desde 1984, pero ahora, radicado nuevamente en Uruguay, pudo trabajar menos contra reloj y desarrollar en detalle las ideas que le planteaba Jaime.

Este disco incluye algunos de los temas más célebres de Roos a lo largo de toda su trayectoria. Inicialmente la apuesta hacía la repercusión popular había sido depositada en los temas El hombre de la calle e Inexplicable, ya que de ambos se realizaron video clips, pero luego el que se convertiría en el mayor clásico del disco sería la bellísima canción murguera Colombina, que Roos utilizaría a partir de allí como tema cierre de sus shows en vivo. Es un disco con muchísimos puntos fuertes como el pop beatlemaníaco de El hombre de la calle -uno de los grandes textos de Jaime-, el soberbio bolero Inexplicable -con Laura Canoura como voz invitada en un sobresaliente aporte-, la vertiginosa No puedo llorar -típico candombe-beat-, la algo melancólica Laraira, y la majestuosa Colombina.

El siguiente item de colección es La Margarita, seguramente el disco más peculiar en toda la trayectoria de Roos. Está basado en la serie de 28 sonetos escritos por Mauricio Rosencof en prisión durante los años de la dictadura, musicalizados por Jaime dando idea de una historia narrada a lo largo del disco. Roos y Rosencof ya habían escrito juntos, ya que Jaime musicalizó la obra teatral de Mauricio El regreso del gran tuleque estrenada en 1987. Es, según reflexionó Jaime en una charla personal con quien escribe, el único disco suyo donde no hay un claro hit y del que no se hizo ningún video clip. Según Jaime, el sello editor no confiaba demasiado en la viabilidad comercial de la idea y “dejó que lo hiciera para que me sacara el gusto”. El hecho es que el disco es una auténtica obra maestra, un punto altísimo en su discografía y un álbum cargado de bellísimas canciones con letras sencillas y transparentes que cuentan una historia de barrio tierna y conmovedora.

También en este caso se utilizó una reducida banda -prácticamente los mismos músicos que habían grabado Estamos rodeados– con el agregado en un tema de la recientemente reflotada murga Curtidores de Hongos. Fue el primer disco de Jaime que no se editó en vinilo. Pese a lo augurios negativos del sello editor, La margarita fue disco de platino en apenas seis meses. Dentro de un álbum de pareja belleza, hay canciones fantásticas como Encuentro, Nocturno, Golondrinas, En la esquina y la especialmente emocionante El beso.

En 1995 Jaime editaría El puente, que no era, por cierto, un disco nuevo sino un compilado de materiales heterogéneos generados por Jaime en diversos proyectos, que van desde una rara grabación en vivo de febrero de 1991 en el Estadio Franzini del tema de The Beatles All You Need is Love, a un tema perteneciente a una fallida grabación hecha en los Estados Unidos y pasando por una improvisación en estudios junto a Eduardo Mateo y unas cuantas colaboraciones con la excepcional autora y cantante Estela Magnone. El puente no tuvo el éxito de ediciones anteriores pero fue igualmente Disco de Oro. Entre los puntos más fuertes están los temas junto a Magnone Carbon y sal, No te vayas niña mía y Olvidando el adiós, y la versión junto a La Escuelita y al siempre notable Jorge Galemire Musa Medusa.

No puede decirse en modo alguno que el compilado Selladas Uno, armado especialmente para esta colección, sea “material de relleno”. Se trata de temas que no aparecieron en los discos solista oficiales de Jaime sino en muchos casos en recopilaciones y antologías y que forman parte de su obra más exitosa. Baste decir que aquí encontramos nada menos que Brindis por Pierrot, un enorme suceso para Roos y canción emblemática de la música popular uruguaya globalmente considerada, El grito del canilla, al igual que el tema anterior cantado por Washington Canario Luna y que fue parte esencial de un recordado comercial televisivo del matutino El País, y la canción futbolera de acentos épicos Cuando juega Uruguay, que por derecho propio ha pasado a engrosar el sagrado panteón de las históricas canciones que glorifican la camiseta celeste. Pero hay más: la bella milonga Piropo, originalmente grabada por Laura Canoura, aquí en la versión de estudio de Jaime, una peculiar lectura en español del clásico de Los Shakers Never never, la exitosísima Que el letrista no se olvide y hasta el candombe Tal vez Cheché en una versión que ofrece un solo de sintetizador de Hugo Fattoruso diferente al originalmente editado en el álbum Mediocampo de 1984.

La colección avanza y, como era de esperarse, está recibiendo un gran apoyo del público. No podía ser de otro modo tratándose del más importante artista uruguayo de las últimas décadas.

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

Video: Oncevaras

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