A. Económico

¿Cómo sigue evolucionando la situación en Argentina?

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Con bastante frecuencia en estos últimos meses hemos puesto el foco en Argentina, a raíz de todo el desorden financiero que estalló en nuestro vecino desde mayo a esta parte y por la recesión fuerte que está atravesando su economía.

EMILIANO COTELO (EC) – Después de que entrara en vigencia un nuevo régimen monetario-cambiario a fines de setiembre, el dólar en Argentina operó con relativa estabilidad en estas últimas semanas… Pero ¿se puede concluir que lo peor ya pasó? ¿Qué debemos esperar en términos de actividad económica? ¿Y a nivel cambiario? Repasamos las últimas novedades con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.

WILMAR AMARAL (WA) – Florencia, hace algunas semanas conversábamos con Tamara sobre las últimas iniciativas en materia de política económica que lanzó el gobierno argentino… Pero para ubicar a los oyentes quizás valga la pena repasar cuáles fueron las claves del nuevo acuerdo con el FMI, ¿te parece?

FLORENCIA CARRIQUIRY (FC) – Bien. Como es sabido el pasado 26 de setiembre el equipo económico argentino anunció un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario, incluyendo metas fiscales más exigentes y el pasaje a un nuevo esquema monetario-cambiario.

Puntualmente, se planteó el objetivo de que el Gobierno Nacional alcance un resultado primario equilibrado ya en 2019 y a partir de octubre comenzó a regir un sistema de flotación para el valor del dólar, con una zona delimitada de no intervención que va desde AR$ 34 hasta AR$ 44 (ajustable diariamente a una tasa de 3 % mensual, así que hoy en día estamos hablando más bien de valores entre AR$ 34,8 y AR$ 45).

Además, se adoptó un objetivo de crecimiento nulo para la base monetaria hasta junio de 2019… Así que con una base monetaria que venía subiendo a razón de 2 % mensual, estamos hablando sin dudas de una contracción en términos reales muy significativa.

WA – ¿Cómo fueron las reacciones iniciales?

FC – Inicialmente el dólar tuvo una reacción al alza, pero desde que entró en vigencia el nuevo esquema el mercado tendió a tranquilizarse… El tipo de cambio mostró algunas bajas y ahora se encuentra en torno de AR$ 37 y AR$ 38 desde hace ya unas cuantas jornadas. Son niveles que suponen una caída del orden de 10 % frente a los máximos de setiembre, pero no es una baja que revierta en forma significativa el fuerte abaratamiento en dólares que procesó Argentina en estos últimos meses (porque recordemos que el dólar en nuestro vecino prácticamente se duplicó entre mayo y setiembre).

Y me parece importante marcar que esta evolución se está dando en un contexto de una restricción monetaria realmente muy fuerte, con tasas de interés en pesos por encima de 70 % desde que arrancó este nuevo arreglo.

WA – Florencia, ¿qué impactos concretos tiene eso sobre la actividad económica? Te lo pregunto porque los últimos datos que se vienen conociendo allí en Argentina están siendo muy negativos, ¿verdad?

FC – Sí, es así. Los últimos datos oficiales mostraron que el PBI en Argentina cayó un 4 % en el segundo trimestre… Y según indicadores más adelantados, en julio la economía también siguió cayendo a un ritmo fuerte, casi un 3 % interanual. Además, hoy de tarde se publicarán cifras de agosto, que seguramente van a mostrar un desempeño sumamente negativo…

En definitiva, es esperable que con este apriete monetario que ya está en curso, la recesión que está atravesando la economía tienda a profundizase…

Hay que tener presente también que con la devaluación de los últimos meses la inflación en Argentina subió mucho, llegando a 40 % anual en setiembre. Eso va a provocar caídas adicionales de los salarios reales (que a junio ya venían cayendo un 8 % interanual), con su consecuente impacto a nivel del consumo privado… Y por ejemplo la inversión –que había tenido un dinamismo importante en la primera parte del año- mostró caídas de más de 5 % anual en estos meses más recientes…

Bajo este panorama y con los anuncios de mayor restricción fiscal y monetaria, las proyecciones de crecimiento económico para Argentina siguieron corrigiéndose sensiblemente a la baja. De hecho, de acuerdo al último relevamiento de expectativas del Banco Central (realizado al cierre de setiembre) se aguarda una caída del PBI de 2,5 % para el promedio de este año y de 0,5 % en 2019.

WA – ¿Y ustedes comparten esa visión? ¿Qué es lo que están manejando como escenario base?

FC – A ver… la incertidumbre es muy grande e incluso fueron trascendiendo en prensa estimaciones posteriores que contemplan caídas todavía más pronunciadas para este año (en el eje del 3 %-4 %). El propio FMI contempla una contracción bastante más marcada para 2019, de 1,6 %.

Por lo tanto, pensamos sí que quizás una caída de 0,5 % el año que viene se puede estar quedando algo “corta”, en el sentido de que un pronóstico como ese necesariamente supone que la actividad económica comenzaría a repuntar ya hacia la segunda mitad del año… Está por verse que eso pueda suceder efectivamente.

El deterioro del marco internacional va a poner a prueba al nuevo régimen monetario-cambiario… Y lo cierto es que todavía es temprano para evaluar si el plan logrará afianzar o no un clima más calmo y positivo de expectativas.

WA – ¿A que te estás refiriendo concretamente, Florencia?

FC – Me refiero a que todo este combo de medidas que introdujo el gobierno constituyen sin dudas una estrategia muy riesgosa y que hay un punto vital para el éxito de este nuevo arreglo que refiere a lo que termine sucediendo con el frente fiscal…

El éxito del programa dependerá de que la suba de las tasas de interés y el costo recesivo sobre la actividad económica de este conjunto de políticas no termine complicando la mejora comprometida -y necesaria- de las cuentas públicas… Ya sea vía una menor recaudación (producto de un pobre dinamismo económico) como a través de un aumento en el costo parafiscal (debido a las altas tasas de interés que paga el Banco Central por sus instrumentos).

Entonces, Wilmar, lo que termine pasando con la dinámica de las cuentas públicas puede o bien afianzar o bien desestabilizar todo el esfuerzo de ajuste.

RA – Está claro, Florencia. Ahora, recién decías que se está viendo cierta tranquilidad en el mercado cambiario y que de hecho el dólar en Argentina tuvo algunas bajas… ¿Cuáles son las perspectivas para los próximos meses?

FC – Es muy difícil aventurar pronósticos cambiarios en este contexto, porque de hecho y como recién marcaba falta ver aún si este programa surte efecto… Porque si no lo hace y vuelve a desordenarse la plaza financiera allí en Argentina podríamos volver a ver subas dólar intensas como las que vimos en las últimas escaladas…

Lo cierto es que hoy por hoy los pronósticos de los analistas argentinos parecen estar apostando positivamente por este plan. De hecho, el último sondeo de expectativas apuntaba a que después de la corrección fuerte que ya hubo en estos últimos meses el dólar en Argentina no tendría ajustes adicionales muy relevantes si se lo mide en términos reales…

Yendo a los números concretos, se prevé un dólar de AR$ 42 al cierre de este año y de AR$ 50 a fines del año que viene. Son proyecciones que suponen que la competitividad de Argentina frente a EEUU -si la medimos a través de su tipo de cambio real- permanecería en torno a su promedio histórico (después de haber estado con un desequilibrio de 30 % en el arranque de este año, por ejemplo).

WA – Entonces, Florencia, ¿cuáles son las claves desde Uruguay?

FC – Esencialmente y más allá de que en estos últimos días estamos viendo relativa calma en Argentina y contemplando incluso que podríamos llegar a ver alguna baja adicional, desde Uruguay debemos internalizar que este ajuste de precios relativos en Argentina seguramente va a ser duradero…

Eso, junto con el contexto recesivo que está atravesando la actividad económica en nuestro vecino, implica sin dudas un shock negativo importante para nuestro país. Hablábamos hace algunos días en el programa del impacto que ya está teniendo sobre la actividad turística, pero son varios los sectores que van a sentir el golpe… Me refiero a algunas ramas industriales (que exportan hacia allí o que compiten con Argentina en otros mercados), el propio comercio (más que nada en la frontera) y la construcción residencial, por ejemplo.

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