El mundo En Perspectiva

ONU quiere “acelerar” retiro de tropas de paz de Haití pero duda que haya condiciones políticas para hacerlo

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Ayer en el Consejo de Seguridad de la ONU se presentó una iniciativa que busca acelerar el repliegue de la misión de paz en Haití. El corresponsal de En Perspectiva en la ONU, Leonel Harari, dijo que la propuesta fue presentada porque el país busca soluciones institucionales propias a su crisis política. Sin embargo, explicó que la posibilidad de que el presidente interino Jocelerme Privert extienda su mandato sin llamar a elecciones puede alargar el cronograma de retirada.

EN PERSPECTIVA
Miércoles 16.03.2016, hora 10.18

EMILIANO COTELO (EC) —Desde el año 2004, Naciones Unidas (ONU) mantiene en Haití una misión de paz destinada a colaborar en el desarrollo de las instituciones y la consolidación de la estabilidad política.

Ahora la ONU pretende retirar las tropas de forma paulatina, justo cuando el país vive una crisis política y un recrudecimiento de la inseguridad.

Ayer en el Consejo de Seguridad de la ONU se presentó una iniciativa que busca acelerar ese repliegue.

¿En qué consiste ese planteo? ¿Qué implica para las tropas uruguayas destacadas en Haití?

Estamos en contacto con Leonel Harari, corresponsal de En Perspectiva en la sede de la ONU.

NICOLÁS BATALLA (NB) —Empecemos hablando de la presencia que hoy tienen las tropas de ONU en Haití, en especial las uruguayas.

LEONEL HARARI (LH) —La verdad que han ido disminuyendo ya hace un cierto tiempo. En este momento el total de las tropas, entre policías y militares, es un poco más de 4.000. Uruguay tiene más o menos 300, creo son 296. El despliegue más importante en estos momentos tiende a ser de policías más que de militares, porque el problema es el orden público, que es de competencia policial. Uruguay tiene bajo su bandera también tropas peruanas, se unificó el mando de tropas peruanas y uruguayas bajo la bandera de Uruguay y de los cascos azules.

Se están yendo también otros países de América Latina. En un momento la mayor parte de las tropas eran latinoamericanas, con Brasil a la cabeza, pero ahora creo que se retiran Argentina y Chile, Bolivia ya no tiene más tropas.

NB —¿Cómo es esta propuesta que se presentó en el Consejo de Seguridad para acelerar el retiro de las tropas que están desplegadas en Haití?

LH —Digamos que hay un calendario que es más bien deseado, no están seguros de que se pueda cumplir. Como se interrumpió el proceso electoral, que había empezado el año pasado, porque hubo denuncias de fraude y una gran inquietud social -que incluyó manifestaciones y ataques a comisarías-, el presidente que estaba en curso, [Michel] Martelly, se fue. La banda presidencial quedó en manos de un senador, [Jocelrme] Privert, cuya designación fue negociada con el Parlamento. O sea, no estuvo dentro de las reglas constitucionales, que no preveían una situación como esta, pero se negoció entre la clase política y se logró cierta paz social…

NB —Claro, el año pasado hubo una primera vuelta electoral pero ese proceso se suspendió, ahora el gobierno interino que quedó tras la retirada de Martelly debe organizar, a más tardar para el 23 de abril, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales para completar este calendario, que había quedado inconcluso. Estas elecciones serían presidenciales, legislativas parciales y a su vez locales.

LH —Exactamente, si todo marchara bien el 24 de abril habría elecciones y todo volvería a la normalidad. Eso significaría que la presencia de la misión de la ONU daría cuatro o cinco meses de apoyo a la estabilización y luego empezaría el repliegue, un retiro paulatino de las tropas que duraría todavía un cierto tiempo.

NB —Pero que sería más acelerado que el que se está realizando en este momento. Vos señalabas que ya se está dando un retiro de tropas.

LH —Sí, el número disminuyó considerablemente.

Ahora, cuando fue sancionada la ley que permitía la misión uruguaya en Haití, se establecía una fecha, o sea que el 31 de diciembre de este año de cualquier manera se tienen que ir las tropas uruguayas, salvo que haya una nueva ley.

NB —Algo que ya ha venido ocurriendo, porque esas prórrogas para mantener las tropas se han ido votando.

LH —Sí, claro, eso está en manos del Parlamento y es un problema interno uruguayo, pero la ONU quisiera, ya desde octubre, empezar esa retirada. Teóricamente es posible por un fenómeno político nuevo, que es lo que me parece más interesante destacar, y es que en toda esta crisis política han sido los haitianos los que fueron encontrando las soluciones.

Haití es un país que ha estado relativamente… fue colonia francesa, fue la primera revolución de esclavos del continente americano, luego fue invadido por Estados Unidos a principios del siglo pasado, se quedaron 19 años. El país siempre fue tutelado desde el exterior, nunca pudo consolidar un gran Estado. Esta es como la primera vez que la propia clase política de Haití está buscando soluciones. Si las encuentra, aunque no logre hacer el proceso electoral en abril tal como estaba previsto, la visión que hay de los observadores es que se va encaminando un poco más de madurez de la elite que maneja las cosas en Haití. Digamos que después de la esperanza que creó [Jean-Bertrand] Aristide, frustrada por invasiones y complots, el país quedó bastante desestabilizado, aparte del terrible terremoto de 2010, es un país golpeado por todos lados. Pero, por primera vez, no depende totalmente del exterior sino que está buscando soluciones institucionales, y eso se toma acá como una muy buena señal. Ayer el representante de la misión uruguaya en el Consejo de Seguridad, el embajador [Elbio] Rosselli, que ese era el aspecto más positivo, aunque él no veía con tanta esperanza que se pueda cumplir el cronograma como lo desea la ONU.

NB —¿De qué depende que se cumpla el cronograma, de estas señales institucionales de la elite local?

LH —Sí, claro, porque esa transferencia de poder que hubo desde el presidente saliente, Martelly, hacia Privert, el senador, ha creado también que haya un nuevo grupo que está en el gobierno, que se había comprometido a quedarse 120 días pero que puede ser que esté buscando la manera de quedarse un poquito más. El poder es así, una vez que estás agarrado parece que cuesta largarlo.

Hay dudas, por lo menos de confianza, de que los que sustituyeron a Martelly tengan ganas de alargar las cosas para ver si puede consolidar sus propias fuerzas políticas y ser más relevantes en el proceso.

NB —Por supuesto que este no es el único tema que por estos días tiene ocupada a la ONU. Tampoco es el único que toca Haití: los militares de las misiones de paz de la ONU en Haití, así como otras misiones en otros países, han sido objeto de denuncias por abusos sexuales ¿Cómo es esta historia, de qué números y de qué países son quienes están comprometidos en estas denuncias?

LH —Es un tema importante no tanto en el número sino en lo que significa. El mensaje que dan los cascos azules en general en el mundo es que a la comunidad internacional le interesa la población cuando está en una situación en la que no existen las instituciones, o los estados no son capaces de asegurar la paz, o hay zonas que son oscuras, donde nadie manda excepto los grupos armados. Aparecen los cascos azules y logran es generar un cierto sentimiento de seguridad en la población. Tienen que ser impecables, porque cualquier delito implica, además de la violación que significa a cualquier derecho humano, una cierta violación del mensaje de la ONU de traer paz y estabilidad en situaciones difíciles. Entonces eso se ha tomado muy en serio.

Ahora, hay que ponerlo en contexto: hay 106.000 tropas con los cascos azules en 16 misiones de paz en el mundo. En 2015 y lo que va de 2016 hubo 69 denuncias, de las cuales no todas correspondían a personal de la ONU sino que las procesó la ONU. A la ONU le correspondían, si no me equivoco, 46. El país con más denuncias [en contra de sus cascos azules] es la República Democrática del Congo, que tiene siete; Marruecos y Sudáfrica tienen cuatro denuncias; Camerún, Ruanda y Tanzania tres; Benín, Burkina Faso, Burundi, Canadá y Gabón, dos; y después Alemania, Ghana, Madagascar, Moldavia, Níger, Nigeria, Senegal, Eslovaquia y Togo, una. Uruguay no tiene ninguna.

NB —Estamos hablando de denuncias presentadas en el correr del 2015, ¿no?

LH —Son denuncias de 2015 y del principio de este año que fueron presentadas en general por organizaciones de la sociedad civil u organismos internacionales. Hubo un caso que fue muy sonado, el de una especie de [Edward] Snowden de la ONU: un funcionario, heroico en mi opinión, Anders Kompass, que tenía noticias de denuncias que no llegaban a la ONU, como que las estaban tratando de tapar, y él las filtró, pasando por arriba de su jerarquía administrativa, para que se supiera. Lo echaron, lo volvieron a admitir, entró en juicio, para algunos es un héroe y para otros un traidor, como todas esas historias.

Pero, volviendo al tema: solo las tropas francesas en Centroáfrica tienen más denuncias que todas las denuncias de los cascos azules. El problema no es ese, sino que la ONU no puede juzgar a las tropas, solo pueden hacerlo los países a los que pertenecen. Es decir, si un soldado uruguayo comete un delito en Haití o en el Congo, ese ciudadano y militar uruguayo tiene que ser juzgado por las leyes uruguayas. Entonces la ONU queda en una situación muy incómoda porque le pide al país que juzgue al que cometió el delito y el país después hace lo que quiere.

NB —Ahí radica parte de la novedad que hubo en este informe que se presentó en estos días: según se ha señalado, forma parte de una nueva política de la ONU de nombrar y avergonzar a los responsables de estas violaciones. Esto sucede después de que creciera la presión para que la ONU adoptara medidas en el asunto. Por eso es que, por primera vez, el informe menciona a los países y discrimina cuántos casos hay en cada uno.

LH —Y si no responden van a empezar a dar los nombres, por eso me di yo mismo ahora de darte los nombres de los países, es la única presión que hay, por el momento. De cualquier momento la ONU tiene otro tipo de presiones.

NB —¿Por ejemplo?

LH —Dio de baja, digamos, como casco azul a un comandante, [Babacar] Gaye, un africano, porque no fue lo suficientemente vigilante de sus tropas y, sobre todo, no los sancionaba, les daba un día de calabozo y los largaba de vuelta. Ahora los soldados que tengan antecedentes no pueden volver al terreno y deben ser juzgados en los países. Además, Ban Ki-moon pidió -oralmente, no lo vi escrito- al Consejo de Seguridad que lo ayudara a exigir a los países que se pudieran hacer cortes marciales en el terreno. Encima de eso habría una sanción bastante humillante para los países: prohibirles participar en misiones de paz si no han juzgado como se debe.

También se tomaron varias medidas, como la creación de un fondo para las víctimas, que además prevé medidas de apoyo psicológico, psicosocial y jurídico. Es lo que la ONU puede hacer.

NB —Sobre eso quería consultarte, porque este tema ha sido criticado por muchas organizaciones civiles, como Code Blue, que se pregunta: “¿Qué ha hecho exactamente la ONU ante las más de 1.000 denuncias de abuso sexual contra su personal desde 2007?”, y opina que “bajo la máscara de que se toma alguna medida, lo que realmente hay es inercia”. Es decir, no es solamente que la ONU está denunciando esto sino que a su vez está siendo denunciada por organizaciones que dicen que no ha tomado medidas efectivas ante este problema. ¿Cómo ves tú ese ángulo de la discusión?

LH —Primero de todo yo veo muy positivo que haya organizaciones de la sociedad civil y gente que se indigne con estas cosas, que las mueva y las denuncie, porque si no tienden a taparse, es lo normal. El caso más notable es el de Kompass, que siendo funcionario de la ONU se indignó porque no se tomaban acciones y salió a dar la información. Eso es normal.

Pero por el otro digamos que, dentro de lo terrible que son los delitos de guerra, que son continuados y frecuentes, parte mismo de la guerra, esto no es de las cosas peores que están pasando. Cuando vos vez un poco, por ejemplo, hubo 66 denuncias pero hubo 100 cascos azules muertos en acción en misiones de paz. Los cascos azules están trabajando duro, muchos heroicamente, muchos con buena inserción en las sociedades, están pasando muchas cosas positivas, y también pasan otras. No hay que tirar el bebé con el agua del baño.

Las misiones de paz es una de las cosas más importantes que inventó la humanidad para hacer sentir en las zonas más complicadas y con menos instituciones que la comunidad internacional se interesa por la población. También hay esto, sátrapas, son 106.000 tropas, casi todos… me decía Rosselli ayer: tenés 100.000 muchachos de 18, 23, 24 años, en situaciones de miedo, tensión, aislamiento de las familias y qué sé yo… Alguno se te escapa de las manos, muchos están haciendo muchas cosas positivas.

Igual es un problema que hay que mirar muy seriamente, no puede haber un solo delito, mucho menos ese tipo de delitos, que son repugnantes.

NB —¿Hay alguna misión de paz cuya continuidad esté en riesgo a raíz de estas denuncias?

LH —No, no, todo esto sigue. La ONU lo que está haciendo es presionar en público y en privado a los países para que sean mucho más duros en retirar los soldados que están acusados, en investigarlos y hacerlos pasar por el sistema judicial de cada país.

***

Transcripción: Andrea Martínez

Foto en Home: Soldados de la ONU durante la misión de estabilización en Haití instalada en 2004. Crédito: Jesus Serrano Redondo/ONU/Minustah

 

Comentarios