Concurso de Cuentos

Cuentos de barrio: Los ganadores del mes de julio, para leer y escuchar

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Cuentos de barrio: Vea las imágenes de la entrega de premios a los ganadores

Viernes 14 de agosto

La Mesa de los Viernes dio a conocer los ganadores de la tercera convocatoria al Concurso de Cuentos de En Perspectiva 2015. En esta oportunidad, la consigna fue escribir “cuentos de barrio”.

Esta vez, el honorable Jurado encargado de evaluar los trabajos presentados estuvo integrado por Juan Grompone, Mauricio Rosencof, Alcides Abella y Gonzalo Pérez del Castillo.

Los cuentos ganadores serán premiados en esta ocasión por Don Baez, prendas de lana fina uruguaya, y por Ediciones de la Banda Oriental.

En la lista de nominados, es decir, quienes recibieron más votos del jurado, figuraron 16 autores: Antuán, Braggadocio, Cenicienta, Chinasky, Don Óscar, El Gordo, Juco, La escribidora tenaz, Luz de Sombra, Niña India y Tiburcio.

A continuación, los cuentos ganadores.

Primer premio: Era una fiesta
Autor: Roberto Bornes
Seudónimo: Tiburcio

La cuadra de mi casa era un bosque, nos subíamos a los árboles y éramos Tarzán, y veíamos pasar a las vecinas con las chismosas.

La cuadra de mi casa era una confitería, yo iba a la panadería y compraba pan marsellés calentito, le ponía manteca que se derretía, azúcar y con café con leche, era una delicia.

La cuadra de mi casa era un polideportivo, jugábamos a la pelota, a la bolita, al trompo, al quiquiriyá.

La cuadra de mi casa era un carnaval, hacíamos guerrilla de agua y era un tablado y una murga.

La cuadra de mi casa era una familia, porque cuando te faltaba harina, ibas a pedirle al vecino y luego se la devolvías con tres tortas fritas.

Cuando no teníamos televisión, la íbamos a ver a la casa de la vecina y si alguno de la familia olvidaba la llave, había copia en el almacén de Don Juan.

La cuadra de mi casa era una escuela, ahí aprendí a hacer cometas y a pedir p’al juda, aprendí a respetar y hacerme respetar, aprendí a compartir .

La cuadra de mi casa “era una fiesta”.

***

Segundo premio: A Gastón Figueira
Autor: Raquel Olga Wirgman De Marco
Seudónimo: Niña India

Mi barrio iba de la escuela al mar y en el trayecto, se encontraba con las campanas de la iglesia, la placita, el almacén de Don Julio, la feria, los tambores…

La gente, no le prestaba mucha atención. Es más, creo que hasta lo descuidaba. El, sin embargo, como buen anfitrión, albergaba a todos para jugar, estudiar, vivir o trabajar.

Compartía su espacio y mucho de su tiempo, un cotidiano y desaliñado caminante de pequeñas gafas y gabardina larga que, debo confesar, provocaba, en algunos, cierto temor al verlo pasar.

Un día, inolvidable para los niños, aquel personaje nos visitó en la escuela y nos leyó un poema.

El barrio, en deuda.

***

Tercer premio: Casa grande
Autor: Victoria Morena
Seudónimo: La escribidora tenaz

Era “Munar 259”. La puerta de calle estaba siempre entornada y la frontera entre mi casa y la vereda era una línea borrosa. Es que teníamos que escuchar cuando Pereira, el lechero, paraba el carro para dejar la leche; cuando algún gurí se asomaba gritando para invitarnos a jugar; cuando empezaba a llover y salíamos corriendo a tirar barquitos de papel o para sentarnos en el escalón de la puerta a inventar historias a la hora de la siesta. Todo era cerca, el almacén de Luis donde te envolvían las galletitas en papel de estraza, la modista Nelly que arreglaba la ropa que pasaba de uno a otro, el campito de la esquina donde mi hermano intentaba encantar a la pelota. Los miércoles el barrio amanecía antes del sol, y la calle se convertía en un hervidero. Era día de feria. En casa se colaban gritos, ruidos de caños, olores a fruta fresca y el chasquido de los cajones. Cuando la vorágine pasaba venía Don Pedro y barría con esmero la calle toda para dejarla pronta para jugar al pique cordón.

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Cuento elegido por: Alcides Abella
Título: Un vinten pa´l Judas
Autor: Alejandro Ferrari
Seudónimo: El Despeludo

Ajenos al origen y fundamentos de tal práctica pero inmersos en la costumbre, a inicios de diciembre mis hermanos y yo sabíamos que debíamos armar nuestro muñeco, imán de moneditas que nos permitirían comprar cohetes, golosinas o ir a las canchitas de Mario, como mi abuelo materno solía llamar al local de los videojuegos.

Servía a tal propósito cualquier vestimenta en harapos o en uso, bolsas, viruta o polyfon, sombreros, pelucas, caretas y cordeles.

Sucedió un día que a falta de los pertrechos necesarios, no nos quedó otra que implementar un muñeco vivo, siendo yo –por ser el más chico- el agraciado/desgraciado en recrear al mentado Judas, cubierto por un saco de lana con capucha a treinta grados de temperatura.

La jornada la hicimos acompañados de Tarzán, el perro del barrio, viejo compinche y talentoso escapista de los funcionarios de la perrera. Mi actuación resultó un éxito, sobretodo porque el desmayo sufrido por el calor, impidió que los vecinos se percataran del engaño.

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Cuento elegido por: Juan Grompone
Título: Se alquila
Autor: Anthony William
Seudónimo: Chinasky

Esa tarde decidí declararle a Fabiana que la amaba. Me paré frente a su ventana y en vez de sus cortinas mis ojos vieron: ¡SE ALQUILA!

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Cuento elegido por: Mauricio Rosencof
Título: ¿Encontraría a la maga?
Autor: Mayo Etxeberri
Seudónimo: Juco

No recuerdo cuando la vi por primera vez, pero sí el día en que se me ocurrió llamarla como al personaje e incluirla en mis divagues.

Caminaba segura, como con un propósito, con un bolsito en bandolera, una pollera breve y ajustada, y muchas veces fumando.

La fui sintiendo necesaria.

Comenzó a ocupar los espacios de mis fantasías, hasta que un día, lanzado, me propuse seguirla.

Fue una tarde de lluvia mansa. Yo iba unos metros por detrás suyo esperando el momento oportuno para enredarnos en los paraguas y tener el motivo para hablarle. Cruzamos algunas calles y llegamos al bulevar. Se detuvo en una esquina, la esperaba alguien: era otro con paraguas.

La vi resguardarse en el de aquel tipo y abrazados, acercarse a una parada a tomar un taxi y desaparecer.

Cerré mi paraguas y me volví.

Juré que volvería a intentarlo, pero esa tarde lluviosa, quise  empaparme y volver pisando adrede y con mucha bronca, todas las baldosas flojas de las veredas del barrio.

***

Cuento elegido por: Gonzalo Pérez del Castillo
Título: Las vecinas
Autor: Elodia Domínguez Fontela
Seudónimo: Luz de sombra

Era época de sacar sillas a la vereda, y sentarse a controlar los movimientos de la vecindad.

Las cabezas se movían rítmicamente, como en un partido de tenis.

Un día, llamó la atención, de que la recatada Susana, ya no pasaba por Francisco Bauzá para ir al trabajo.

Ante la inquisición, la familia dijo que estaba con hepatitis, y una comadre murmuro: “Hepatitis con patitas”, y… ¡Dio en el blanco!

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