Editorial

65 años es mucho tiempo

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Por Daniel Supervielle ///

La historiografía nacional aún discute los pormenores del episodio de abril de 1825 conocido como "el abrazo del Monzón". El término simboliza el acuerdo que alcanzaron los generales Fructuoso Rivera, al servicio de Brasil, y Juan Antonio Lavalleja, que encabezara la Cruzada Libertadora, para liberar al territorio oriental del dominio brasileño. De lo que no hay duda alguna es de que aquel pacto, celebrado a orillas del arroyo Monzón en el litoral del país el 29 de abril de 1825, marcó el rumbo de la posterior independencia de la República Oriental del Uruguay.

El 22 de diciembre de 2015, a orillas de otra corriente de agua, en este caso de la desembocadura de la Laguna Garzón en el Océano Atlántico, los intendentes de Rocha, Aníbal Pereyra, y de Maldonado, Enrique Antía, sellarán con un apretón de manos la inauguración de un original puente, diseñado por el arquitecto Rafael Viñoly tras un permiso otorgado por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y el aporte financiero de un privado, el empresario argentino Eduardo Constantini.

Los detalles de esta obra largamente discutida son conocidos: el puente se compone de un tramo central circular de 51 metros y medio de radio, unos 323 metros de longitud y dos tramos rectos en los accesos de 46 metros. Las barandas que rodean el círculo alcanzan 830 metros y serán de acero galvanizado. Las fotografías tomadas desde el aire con drones muestran un gran "ojo de agua" precisamente en la desembocadura lacustre, donde antes y durante décadas hubo balsas que transportaban autos de una orilla a otra.

Se trata de una obra innovadora, única en el mundo. Además de unir dos orillas, marca el fin de una discusión absurda que se inició nada más ni nada menos que en 1950, tiempos de Maracaná, según indica una nota del diario El País. Sesenta y cinco años le llevó a Uruguay tomar la decisión de construir un simple puente.

Y hago memoria: recuerdo las encendidas polémicas que escuché en noches de verano en Rocha contra el puente. También las pretendidamente iluminadas voces contrarias al puente entre los vecinos del balneario José Ignacio. Ecologistas, surfistas, pescadores, empresarios, agentes inmobiliarios, intendentes, sociólogos, medio ambientalistas y hasta los que no tenían nada que ver y nunca estuvieron en el lugar tenían una opinión formada y justificada con vehemencia.

Evidentemente esa controversia enardecida influyó en la voluntad política, que, temiendo sanciones del electorado, dio largas al asunto y así no pasó nada durante demasiado tiempo. Por eso quiero insistir en esta inauguración del 22 de diciembre e invitar al Uruguay entero a reparar en el apretón de manos que se darán los jefes comunales. Un acto simbólico entre un frentista y un blanco que entierra seis décadas y media de inacción y debilidad institucional para tomar decisiones.

El país estará dando un paso hacia adelante. Tomemos como ejemplo esta inauguración para convencernos de que en un mundo cada vez más competitivo y feroz la unión del puñado de tres millones de orientales es la única opción que nos va quedando. Las futuras generaciones no perdonarán no alcanzar acuerdos para avanzar. Que el apretón de manos en Garzón inspire a nuestros líderes a no esperar tanto tiempo para hacer lo que hay que hacer.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 2.11.2015, hora 08.05

Sobre el autor
Daniel Supervielle es periodista, analista político y profesor universitario. En sus tiempos libres escribe novelas de ficción.

Foto: Obra del puente sobre la Laguna Garzón, setiembre de 2015. Crédito: Intendencia de Rocha/rocha.gub.uy

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