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Un día, dos hechos importantes, más esperanza

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Por Emiliano Cotelo ///

Hoy, 1º de marzo de 2021, no es un día cualquiera.

Hoy ocurren simúltáneamente dos acontecimientos muy importantes.

Hoy está empezando en Uruguay la vacunación contra Covid-19.

Hoy comienzan las clases en la educación. 

Además, claro, se cumple el primer año del gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou junto con la coalición multicolor. Pero eso no genera un hecho concreto en esta jornada. Es, sí, un mojón simbólicamente importante para que el Poder Ejecutivo y todo el espectro político hagan balance y para que las autoridades anuncien nuevos planes. Pero de esto último nos enteraremos mañana con el discurso de Lacalle Pou ante la Asamblea General.

Ya analizaremos esas novedades a partir del miércoles.

Hoy yo quiero detenerme en hechos concretos. 

Por eso mencionaba dos.

Uno, la vacunación. Podemos discutir si podría haber empezado antes o no, si el gobierno negoció bien con los laboratorios o no, si en el portafolios de vacunas debió haber estado la Sputnik o alguna otra. Pero hoy se empieza a vacunar y eso nos coloca claramente en otra etapa de la emergencia sanitaria. 

Es cierto que entre el gobierno y la sociedad uruguaya nos la ingeniamos para que nuestro país pasara mucho mejor que otros el primer año de pandemia. Pero tuvimos ya 600 muertos, miles de personas que enfermaron gravemente y hoy tienen secuelas, hubo personal de la salud sobreexigido, y además estuvieron los impactos sicológicos y emocionales, por ejemplo el drama de las personas mayores que pasaron meses sin contacto con sus hijos y sus nietos, etc. Hoy ese proceso tiene un punto de quiebre. Hoy es el comienzo del fin de la pandemia en Uruguay.

Y dos, el otro hecho concreto, el retorno a las aulas de niños y jóvenes. Que no se hará con presencialidad plena, que seguramente tendrá problemas durante unos días, que tiene lugar en medio de un rebrote de los contagios, pero sin dudas se vivirá en mejores condiciones que las que los alumnos y los docentes tuvieron el año pasado, cuando, después del cimbronazo de la suspensión, las clases se retomaron con protocolos más rígidos y todo tipo de limitaciones. Hoy muchas instituciones han agregado locales, hoy en la escuela y primero de liceo las distancias entre bancos pueden ser menores, hoy está disponible toda la experiencia acumulada en 2020 en aquel fenomenal esfuerzo que hicieron los botijas, sus familias, los maestros, los profesores, los funcionarios, los directores y las propias autoridades de la Enseñanza. Seamos o no padres de estudiantes, creo que todos deberíamos alegramos de que la educación, tan trascendente para nuestro futuro colectivo, se ponga otra vez en marcha.

Debido a esos dos comienzos, creo, hoy tendría que ser un día lleno de esperanza. 

Hoy debería cambiar el humor de los uruguayos. Hoy todos deberíamos sentirnos más aliviados y menos tensos. Y quienes toman decisiones en materia económica, empresarial y comercial deberían hoy levantar el pie del freno y permitir que muchos negocios que están bloqueados comenzaran a moverse. Obviamente, no todos los rubros de actividad podrán activarse pero sin duda estamos más cerca del “rebote” tan esperado. 

Yo sé que hoy no se soluciona de manera instantánea el problema de la pandemia en Uruguay. Pero ahora sí se ve la luz al final del camino; y eso es mucho.  Y los enfermos graves, las internaciones en CTI y las muertes, sobre todo en la población de riesgo, van a ir siendo cada vez menos.

No digo que dejemos de cuidarnos. Todo lo contrario. Mientras avanza la vacunación tenemos que mantener firmemente las medidas de prevención de los contagios. Pero somos solo 3 millones y medio de habitantes y contamos con un buen sistema integrado de salud y un sistema de vacunaciones confiable probado a lo largo de décadas. En esas condiciones, alcanzar un porcentaje significativo de inmunizados no debería llevarnos mucho tiempo.

Y mientras los distintos grupos de la población vayan pasando por el pinchazo, más “perillas” podrán ir abriéndose en distintos sectores de actividad. Y como, paralelamente, la vacunación avanza en buena parte del mundo, incluso en nuestros dos países vecinos, no es descabellado pensar también en una dinamización cercana del turismo, que tanto pesaba en el Producto Bruto Interno de Uruguay y que desde hace un año padece un golpe casi demoledor. 

El viernes pasado en La tertulia hicimos un interesantísimo repaso de la historia de las vacunas y del impacto que cada una de ellas fue teniendo en la calidad de vida de la gente y el desarrollo de la humanidad. Estas nuevas vacunas, las covid-19, producidas además en tiempo record, marcan un nuevo hito en esa historia.

Sigue abierto el debate sobre la forma que eligieron los gobiernos y los organismos internacionales para enfrentar al nuevo coronavirus. Muchos sostienen que la reacción fue excesiva, que el desafío pudo haberse manejado de manera más inteligente. Esa revisión es legítima y está pendiente. Pero lo cierto es que aquellas medidas más o menos drásticas que se tomaron, de restricción de libertades y de impacto económico y social negativo, van a ir desmontándose paulatinamente en pocos meses. 

Por supuesto que este proceso que hoy iniciamos puede toparse con sorpresas o inconvenientes. Podrían surgir nuevas variantes del virus Sars-Cov2 que complicaran a algunas de las vacunas. Podría pasar que algunas de las vacunas compradas por Uruguay no llegaran exactamente en las fechas comprometidas.

Puede haber turbulencias, sí. Pero hoy damos un salto muy relevante hacia delante. 

Relevante pero no definitivo. Queda pendiente -nada menos- el tendal de consecuencias económicas y sociales, con cantidad de personas sin trabajo, otras en el seguro de paro con gran incertidumbre, empresas que tuvieron que cerrar y otras que no saben de dónde sacarán fuerza y dinero para volver a abrir. 

Pero el hecho de que la emergencia sanitaria tenga ya un techo o un horizonte de conclusión puede cambiar el estado de ánimo de esos, los más golpeados, y, por otro lado, debería facilitar que desde el Estado se lanzaran nuevas medidas de apoyo y estímulo como las que vienen solicitando la oposición y varios sectores del oficialismo. Ese gasto adicional ahora ya tiene límites calculables y manejables. Desaparece una incógnita no menor que el año pasado condicionaba a jerarcas de gobierno a la hora de resolver. Hay que dar ese paso. No es un gasto; es una inversión. Resulta imprescindible cicatrizar esas heridas, las más crueles, para que la salida de la crisis sea más justa, sólida y sostenible.  

En Primera Persona de En Perspectiva, lunes 01.03.2021

 

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