Días de coronavirus

El día después

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Por Ricardo Lombardo ///

Si como parece sugerirlo el caso chino, dentro de dos meses los uruguayos pudiéramos empezar a pensar en volver a la actividad, nos encontraríamos con una situación sumamente crítica.

La economía, si no se adoptan medidas de estímulo quizás desconocidas hasta ahora, habrá entrado en una contracción sin precedentes, quizás sólo comparable con la Gran Dpresión iniciada en 1929 que trajo serias consecuencias mundiales, tanto desde el punto de vista del empleo, como de la quiebra de las bolsas y detrás de ellas innumerables empresas, así como desde el punto de vista político. Hay quienes piensan que la Segunda Guerra Mundial fue hija de esa crisis.

Pero el día después del coronavirus, o por lo menos de que logre controlarse este brote, además de los coletazos de una grave crisis económica y social, habrá que explorar un mundo nuevo.

Un nuevo paradigma se habrá instalado.

Deberá pensarse que la sociedad se habrá acostumbrado a rehuir a los encuentros sociales, a las aglomeraciones, a los grandes centros comerciales.

Y paralelamente lo que las nuevas tecnologías ofrecen para el desarrollo del comercio, tendrá su momento de mayor gloria.

Los deliverys, los drones, las diversas formas de e-commerce, acelerarán su proceso de predominio en el comercio mundial.

Las impresoras 3D o tecnologías aún más avanzadas, capaces de producir a nivel individual cualquier clase de producto que antes necesitaba de una compleja planta de industrialización, cambiarán quizás hasta las bases sobre las que sustenta el sistema capitalista.

Estas nuevas ideas del prosumidor, o el procomún colaborativo, es decir las formas de producir y consumir productos y servicios en colaboración con terceros, serán entendidas por todos y se instalarán en nuestra cotidianidad.

El teletrabajo, o el trabajo a distancia, habrá conseguido el espaldarazo para su instalación definitiva, aunque habrá que ver en que medida lo resiste su contracara: la organización familiar.

Que los empresarios o empleados desempeñen sus tareas en su hogar, les ahorrará horas de locomoción y estrés, pero al mismo tiempo los sumirá en un ambiente quizás demasiado rutinario para los matrimonios de esta época tan proclives al use y tire.

El transporte eléctrico y autónomo hará, finalmente, su entrada triunfal.

Los espectáculos deberán reinventarse. Así como aquellas inmensas salas de cine que albergaban miles de espectadores lograron reformularse para obtener estructuras más eficientes y viables, ahora las manifestaciones deportivas y artísticas deberán repensar sus organizaciones y escenarios, y es previsible incluso que la televisión y el streaming conquisten el lugar de predominio definitivo que venían anunciando.

Las relaciones sociales y hasta sexuales pueden ser golpeadas por las secuelas del coronavirus. Una película futurista cuyo nombre no recuerdo revelaba hace pocos años, que debido a las profusas enfermedades que un contacto sexual podría acarrear, la procreación se había conseguido sin ningún tipo de experiencia erótica ni proximidad entre géneros. Aunque ojalá eso sea solo una pesadilla de ciencia ficción, es probable que algunas secuelas en ese orden podrán producirse.

Pero si uno piensa en el día después, lo peor tendrá relación con el empleo. Puede producirse la tormenta perfecta provocada por un lado, debido a una aguda contracción de la economía mundial, que de por si generará importantes niveles de desocupación, y, por otro, por la necesaria reconversión de las tareas con un alto componente de nuevas tecnologías, que seguramente expulsará mano de obra y es dudoso que genere suficientes puestos de reposición.

El coronavirus amenaza con ser mucho más que una cruel pandemia donde varios miles de personas están perdiendo la vida.

Se está convirtiendo en el catalizador de un nuevo paradigma al cual deberemos adaptarnos, no sin pensar que, además de todas las amenazas y miedos que nos trae, abrirá un mundo de nuevas oportunidades.

Y lo fundamental será ser flexibles e inclusivos para que todos tengan la oportunidad de participar en la nueva etapa.

La pregunta es: ¿estamos preparados para eso?

¿Está el Estado uruguayo, los empresarios, los sindicatos, la educación, la cultura, prontos para semejante desafío?

Es una obligación y una oportunidad estarlo.

No es tiempo de timoratos y pusilánimes. Ni siquiera de conformistas.

Es tiempo de solidaridad, creatividad, proactividad, aplomo y coraje.

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Emitido en el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva, miércoles 01.04.2020

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Ricardo Lombardo es el presidente de la Comisión Administradora del Estadio Centenario, pero también ha sido presidente de Antel, director del BCU, subsecretario del Ministerio de Ganadería, senador, e integró el Directorio del Fondo Monetario Internacional.

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Foto: Plaza Independencia. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS

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