Editorial

En el mundo de Trump

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Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti

Falta menos de una semana para las elecciones en Estados Unidos, unos comicios que seguirán a una de las campañas más sucias, vacías de contenido y faltas de escrúpulos que hayamos presenciado. Eso se debe, en gran medida, a la presencia dominante de Donald Trump entre los cuatro candidatos que compiten por la Casa Blanca.

Viajemos, por un momento, al mundo de Trump. Es un mundo en el que los muros y cercas en la frontera sur con México serán más extensos que los ya existentes. Los mexicanos pagarán por hacer más grandes esas barreras y el presidente Trump se jactará de burlarse de su par mexicano de turno. Los mexicanos, en opinión de Trump, mandan a su país a violadores y narcotraficantes.  En el mundo de Trump, los servicios migratorios de Estados Unidos, de todos modos, revisarán más a los musulmanes que a cualquier otro para evitar que entre gente peligrosa al país. Y si eso es posible, se prohibirá el ingreso de personas que profesen esa religión a Estados Unidos.

En el fantástico mundo de Trump, quien no paga impuestos es más inteligente. En su mundo, la masacre de Orlando podría haberse evitado si los asistentes a aquel centro de divertimento hubieran estado armados.

Para Donald Trump, Obama y Clinton crearon el Estado Islámico y él es la cura para ese flagelo. Para el candidato, un político advenedizo sin experiencia de gobierno que llevó al Partido Republicano a límites inimaginables de división interna, Obama es la encarnación del mal con su reforma de la salud y Clinton es una “mujer asquerosa”.

Trump le faltó el respeto –casi sagrado en Estados Unidos- a los soldados, y tuvo palabras sobre las mujeres que superan la categoría de insulto. Se aprovechó de un quebranto de salud de su rival para cuestionar su capacidad de ser presidente y no escatimó en groserías para desmerecer las críticas.

De Clinton, dijo que debería estar presa y que si fuera presidente buscaría que un fiscal especial la investigara por uso indebido de su correo personal cuando era secretaria de Estado; también puso en duda el resultado de las elecciones. Y con estos dos dichos, con los que se robó la atención y el foco de dos de tres debates, cierro una lista que podría ocupar todo este espacio.

A Clinton, la apoyan los principales medios de comunicación de Estados Unidos. Dispone de sumas de dinero siderales para hacer campaña. Prominentes figuras del espectáculo y todo tipo de famosos y personas influyentes de todas las áreas, la respaldan.

Así y todo, ayer se conoció una nueva encuesta que deja a Trump un punto por encima a nivel nacional sobre la ex primera dama. Es un dato de relevancia muy relativa. La proyección nacional no es referencia de un ganador. El complejo sistema electoral norteamericano, en un país federal, supone un peso distinto de los Estados en la conformación de los colegios electorales que terminan definiendo al presidente, por lo que el total de votos de cada candidato es menos importante que los Estados ganados y el número de “grandes electores” obtenidos, que es el factor que termina definiendo la elección.

La pregunta a esta altura es prácticamente obvia: ¿qué está haciendo mal Hillary Clinton? ¿Qué está haciendo mal para no poder distanciarse claramente de un rival que tiene más flancos débiles que ninguno que recuerde la historia reciente del Partido Republicano?

Tengo, por lo menos, dos hipótesis.

La primera es que Hillary Clinton es una mala candidata, desgastada luego de tantos años de trayectoria política, afectada por escándalos durante el mandato de su marido, y los suyos propios que ahora el FBI se encargó de reflotar a pocos días de la votación. Su campaña es demasiado tradicional, casi aburrida.

La segunda, es que hay un grupo de electores que está cansado de los políticos tradicionales, y que encontró en Donald Trump una voz díscola, un tipo que desentona y que se muestra dispuesto a todo para “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”, un eslogan que parte, como es obvio, de un supuesto negativo sobre el Estados Unidos gobernado por los demócratas desde 2009.

El mérito de Trump, no radicaría en ningún caso en sus propuestas, simplistas, escasas, sino en tener sentido de la oportunidad.

Queda por verse si quien gane, logra zurcir en las divisiones que dejará como su mayor herencia esta campaña electoral para el olvido.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 02.11.2016

Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Sus opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.

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