Editorial

Día de la Mujer 2017: Un hecho histórico. ¿Y después?

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Por Emiliano Cotelo ///

No caben dudas. Este 8 de marzo de 2017 significa un punto de inflexión en la movilización por los derechos de las mujeres en nuestro país.

La marcha que tuvo lugar en el Centro de Montevideo mostró un nivel de adhesión sin precedentes; pero además hubo varias más en ciudades del interior.

¿Cuántas personas participaron? Circuló la estimación de 300.000 en la capital pero esos números serán siempre discutibles. En cualquier caso, las fotos y los videos son elocuentes en cuanto al volumen histórico de esta concentración, mayor aún si se tiene en cuenta que, por razones obvias, la amplia mayoría de la concurrencia era femenina, lo que diferenciaba a este acto de los que estamos acostumbrados a ver en materia política o gremial. De todos modos, también es cierto que otra de las caras del éxito fue la presencia notoria de gran cantidad de hombres, que quisieron apoyar expresamente la movida, y de familias enteras, con niños incluidos.

Dos preguntas

La pregunta siguiente es: ¿Qué mensajes dejó esta marea humana? Y, al mismo tiempo, ¿quién o quiénes deberían tomar nota de esos mensajes?

Las respuestas se complican. ¿Por qué? Por la cantidad y la heterogeneidad de las organizaciones que convocaban, sus plataformas, el tono de sus discursos y las formas en las que se expresaron en la calle. Por ejemplo, hubo planteos de feminismo extremista e intolerante, que empiezan por ser contradictorios con lo que se está reclamando y, además, resultan contraproducentes, por el rechazo que provocan en una parte de la población masculina y en las instituciones a las que atacan.

Lo más claro

Lo más claro es que la manifestación expresó una gran preocupación por la cantidad de asesinatos de mujeres por sus parejas y ex parejas, reflejo, a su vez, de un número mucho mayor de situaciones de violencia de género que permanecen ocultas en la intimidad de los hogares y que no necesariamente estallan en muertes o siquiera en denuncias. Al mismo tiempo, la multitud rechazó otras formas de machismo latentes en la sociedad, por ejemplo el acoso callejero o en lugares de trabajo. Y demandó, genéricamente, mayores avances hacia la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, en particular en la representación en cargos de gobierno, en el acceso a empleos en posiciones jerárquicas y en el nivel de las retribuciones.

El Debate

Seguramente fue por el carácter mundial que tenía esta convocatoria y, especialmente, por uno de sus ingredientes, el llamado a un “paro de mujeres”, lo cierto es que este 8 de marzo propició acá, en Uruguay, un debate muy amplio. Y eso es un saldo muy saludable que deja esta fecha. Un debate sobre cómo enfrentar esa agenda que yo mencionaba, pero también sobre la pertinencia misma de algunas de las reivindicaciones.

Por ejemplo, el planteo de Hoenir Sarthou, que entiende que estos lobbies sobredimensionan el flagelo de la violencia contra la mujer, que debería estar encuadrada en una militancia tanto o más fuerte (que no existe) contra la violencia que, en general, ha ido creciendo entre nosotros; o la discusión sobre los métodos de lucha de varias de las ONGs dedicadas a estas cuestiones.

Por ejemplo, podría decirse que lo visto este miércoles deja en cuestión la idea misma del “paro de mujeres” que se promovió. Porque es evidente que el impacto de esta jornada no se produjo a raíz del paro en sí mismo, que ni siquiera se sabe qué acatamiento tuvo, pero distorsionó la actividad en varios sectores, entre ellos, una vez más, la educación (cuando acababan de iniciarse los cursos). El impacto se produjo por la cantidad de gente que se congregó en el Centro de Montevideo, que fue gráficamente muy potente. Esa, para mí, es una conclusión muy interesante; pero es mi opinión y otros podrán discrepar con ella.

Lo más interesante y fructífero es el debate, que quedó bastante bien reflejado en varias de nuestras mesas de estos días, y también en los aportes de los oyentes (que, dicho sea de paso, hemos recopilado en la sección La Audiencia Opina, de nuestro sitio web, EnPerspectiva.net).

Los destinatarios

Para terminar, vuelvo sobre la segunda pregunta que dejé anotada hace un rato: ¿Quiénes son los interpelados por ese estado de ánimo tan fuerte que tomó forma este miércoles?

Algunas demandas iban dirigidas al Estado o al gobierno en sus diferentes ramas. Un caso es el “trancazo” que afecta a la nueva ley de cuota para las listas de candidatos a los cargos electivos. O, si hablamos de violencia contra la mujer, se señala al Ministerio del Interior y a la Justicia, que deben mejorar el sistema de recepción de denuncias de las agredidas y, especialmente, cómo se las protege una vez que decidieron dar ese paso, para que no sufran las represalias de los hombres que las amenazan; allí arrastramos una asignatura pendiente grave. Por otro lado, se denuncia la demora que viene teniendo en el Parlamento el proyecto de ley integral de lucha contra la violencia de género; en ese capítulo la polémica se vuelve más espesa, porque hay voces autorizadas que advierten sobre la falta de garantías que implicarían algunos de los instrumentos propuestos y, por eso, reclaman un análisis más sereno y que no se legisle “al grito”.

Pero, en definitiva, yo creo que hay algo de engañoso en eso de apuntar al gobierno o al Estado. Varias de las patologías y los déficits que fueron expuestos este 8 de marzo dependen de nosotros mismos. Somos nosotros -en nuestras familias, en nuestros barrios, en nuestros lugares de trabajo y en los partidos políticos- quienes podemos modificar esos lastres que aún padecemos y que segregan, de una manera u otra, a las mujeres. Por lo tanto, todos, empezando por quienes caminaron este miércoles por la avenida 18 de Julio, deberíamos sentirnos empujados a reflexionar y a actuar.

Nosotros mismos

En ese sentido, me gustó mucho la idea de los “socorristas” que defendió ayer, en la entrevista aquí, En Perspectiva, Andrea Tuana, representante de la intersocial feminista del Uruguay. Se trata de un mecanismo que viene de Argentina, y que implica que los habitantes de cada barrio se involucren en el asesoramiento y el acompañamiento a las mujeres que son víctimas de violencia en sus hogares, en las primeras horas posteriores a la denuncia; todos los que fueron a 18 de Julio tienen un papel a jugar en ese respaldo. Incluso yo podría agregar que el primer paso en esa dirección es que los vecinos no se queden quietos cuando tienen indicios de que en una casa cercana hay un hombre que castiga o humilla a su pareja o a otros miembros de su familia; cuántas veces ha pasado que esos vecinos recién se deciden a hablar cuando llegan las cámaras de la televisión porque ocurrió una tragedia.

Y también me convenció el énfasis que Andrea Tuana puso en que estas y otras acciones deben estar pautadas por la cooperación entre mujeres y hombres bien inspirados. Que esto no es “una batalla” entre los dos sexos. Que aquí no deben jugar ni el revanchismo ni el resentimiento ni la culpabilización genérica a los varones.

No son definiciones intrascendentes, teniendo en cuenta muchas de las declaraciones que hemos escuchado en estos días. Todo lo contrario, esas son bases fundamentales para construir soluciones que resulten sanas y duraderas.

***

Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 10.03.2017, hora 08.05

***

Mesas relacionadas
Multitudinaria manifestación por el Día Internacional de la Mujer
Paro de mujeres contra la violencia de género I y II

Entrevista relacionada
Tras histórica marcha, feministas presionan por aprobación de la ley de violencia basada en género

Debate relacionado
Violencia de género, ONG feministas y sus movilizaciones: Teresa Herrera y Hoenir Sarthou lo debaten En Perspectiva

Comentarios