Editorial

El sistema político en busca del voto 50

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Por Emiliano Cotelo ///

¿Se está sobredimensionando la importancia del alejamiento del diputado Gonzalo Mujica del Frente Amplio (FA)? ¿Cuánto puede cambiar, realmente, la dinámica política ahora que el oficialismo ya no tiene 50 votos propios en la Cámara de Representantes?

Estas preguntas se repiten desde los primeros días de noviembre, cuando el diputado Mujica dio el primer paso hacia la autonomía al votar a favor de una comisión investigadora sobre los negocios de Uruguay con Venezuela. A partir de aquel momento los focos de la prensa, los analistas y los dirigentes están puestos sobre el legislador disidente. Casi todos quieren reunirse con él, intercambiar ideas y explorar alternativas. ¿Ha sido una exageración? Mi respuesta es: No.

Lo que ocurrió esta semana durante la interpelación al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, dejó claro que empezamos a recorrer una nueva época a nivel parlamentario. Coincido, en ese sentido, con lo que dijo Gerardo Amarilla, presidente de la Cámara de Representantes, cuando lo entrevistamos ayer de mañana temprano: El Poder Legislativo “vuelve a ser un escenario para debatir sin el resultado definido de antemano”.

Y eso ya es muy relevante. Desde ahora tendremos un juego político más abierto y oxigenado que, como comenté en un editorial del año pasado, resultará –creo– saludable para todos: para todos los partidos y, sobre todo, para todos nosotros, la sociedad uruguaya en su conjunto

La interpelación

El episodio de la interpelación es muy revelador sobre por dónde viene la cosa ahora.

La oposición sostiene que el ministro ya no cuenta con el respaldo de la cámara, porque la declaración, impulsada por el FA, que consideraba satisfactorias las explicaciones de Bonomi sólo obtuvo 49 votos en 99. Pero al mismo tiempo el FA destaca que la oposición no pudo aprobar una moción que rechazara la gestión del funcionario; es que este segundo texto ni siquiera se presentó porque Gonzalo Mujica había avisado que no lo acompañaría.

Entre paréntesis, parece que el FA dio un paso en falso cuando introdujo aquella moción. Como decía Esteban Valenti ayer en La Mesa, si no presentaba ese texto, se evitaba la derrota y se dejaba como resultado un panorama más confuso que el que emergió. Tal vez el error se deba a que al partido de gobierno todavía le cuesta adaptarse a la dinámica de este nuevo tablero, lleno de sutilezas.

Es que el giro político que está tomando forma es relevante, como dije, pero no radical. El fiel de la balanza se corrió levemente, apenas un grado, de la izquierda al centro, suficiente para complicarle las cosas al FA y para darle a la oposición algunas oportunidades, pero sin que esta pueda dar nada por seguro porque ella dista mucho de ser una sola.

El zurcidor

Y Gonzalo Mujica no aparece sólo como la causa de esta nueva época, sino, además, como un protagonista. Un protagonista que, por lo menos en esta primera vez, demostró buenas dotes de zurcidor.

La moción que Mujica presentó al término del llamado a sala, de seis puntos, es algo a lo que no estábamos acostumbrados en los últimos años:

  • Por un lado, incluyó dos reconocimientos sobre mejoras en la gestión del Ministerio del Interior: “que se ha realizado en los últimos años un esfuerzo de gran magnitud a efectos de mejorar las condiciones de trabajo del personal policial” y que “se han implantado metodologías en los ámbitos ministerial y policial con el propósito de lograr avances en la lucha contra el delito”. Estos puntos tuvieron entre 93 y 95 votos, y eso me parece saludable, porque hasta ahora no existían señalamientos elogiosos de este tipo, cuando es evidente que en esta cartera ha habido progresos.
  • Pero, por otra parte, la moción Mujica contuvo dos cuestionamientos: que “los resultados obtenidos en la mejora de las condiciones de seguridad del ciudadano no guardan relación con el conjunto de los recursos económicos y humanos disponibles” y que “la percepción ciudadana acerca de su seguridad personal, familiar y la de su propiedad, es de desprotección ante el delito y la delincuencia”. Estas alertas, contundentes, fueron acompañadas por 50 legisladores (o sea, todo el espectro no frenteamplista), que también votaron el quinto numeral, que es un reclamo firme pero nada panfletario: que la política de seguridad pública “debe contar (…) con un amplio respaldo político”.
  • Por último, el documento tenía un sexto punto, el que demandaba “una política de seguridad ciudadana y lucha contra el delito acorde a los recursos disponibles y que satisfaga las necesidades expresadas por la población”. Este planteo naufragó. ¿Por qué? Porque no tuvo el apoyo de Eduardo Rubio, de Unidad Popular (UP), que entiende que este ministerio utiliza “el aparato represivo al servicio de un modelo de sociedad que genera violencia social”. Así que este partido, escindido en su momento del FA pero ubicado a la izquierda de él, también halló la forma de jugar su papel en este rompecabezas.

¿Y ahora?

¿Bonomi debe renunciar a partir de un pronunciamiento como este? Es claro que no hay norma que lo obligue. Pero su posicionamiento político aparece, ahora con números expresados en una cámara, como el más débil desde que ocupa el cargo. Y eso es de algún modo paradójico, porque se da en el momento en que las estadísticas empiezan a mostrar señales de mejora en varios delitos graves. ¿Qué hará el Poder Ejecutivo? El alejamiento es una alternativa; el propio Bonomi debe estar ya exhausto luego de tantos años en la picota. Y, si no, el gobierno debe implementar medidas o gestos que demuestren de manera nítida que se abandona el encierro, y se es consciente de la nueva realidad política. Tiene que haber una reacción. Gonzalo Mujica dijo ayer que su moción, a la que definió como “equilibrada”, no le quita el respaldo político al ministro pero sí apunta a nuevas formas de combate a la delincuencia. Para él, Bonomi debería promover un “debate nacional” en esta materia.

Matices

Este que estoy comentando, el primer acto de la agenda parlamentaria del año 2017, nos indica que se viene un tiempo donde la presidencia de Tabaré Vázquez tendrá que escuchar y negociar más, y donde la oposición deberá moverse con creatividad para construir alternativas que le permitan incidir. Se saldrá de la lógica del blanco o negro. Habrá que prestarle atención a los matices. Y Gonzalo Mujica no será el único operador destacado. Mi impresión es que el colorado Fernando Amado, el diputado Rubio de Unidad Popular o la flamante bancada del Partido de la Gente podrán ir encontrando sus oportunidades.

Claro, todo este juego se concentrará en la Cámara de Diputados porque en la
otra el FA mantiene su mayoría inamovible. Por ejemplo, la oposición no podrá llevarse por delante al oficialismo sacando en la Cámara Baja un proyecto propio, porque cuando ese texto pase a Senado el oficialismo se lo trancará. Al mismo tiempo, si el gobierno no demuestra sensibilidad y no hace concesiones a la oposición, ésta puede entreverarle mucho el partido en Diputados, interpelando ministros uno tras otro y explicitando la falta de respaldo de cada uno de ellos.

Este panorama puede asustar a algunos. Pero yo creo que no implica ninguna tragedia. Por el contrario. En realidad, se parece mucho a la forma como se hace política generalmente en el mundo. Que el Poder Ejecutivo cuente con mayoría propia y férrea es posible, pero no lo más frecuente. Y sin embargo los países siguen adelante. Hasta, incluso, puede soñarse con que, en estas condiciones, los escalones que se suba sean más sólidos porque son fruto del consenso y, por lo tanto, de convicciones compartidas.

No parece una mala idea encarar ese ejercicio para plantar más firmemente a nuestro país en esta era de incertidumbre que se vive en el mundo a nivel económico, comercial y geopolítico.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 17.02.2017, hora 08.05

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