Editorial

La historia y el Papa Francisco

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Por Daniel Supervielle ///

A fines del período colonial americano, un sacerdote jesuita, el Padre Gabriel (encarnado por el actor Jeremy Irons), se adentró en la selva paraguaya para convertir al cristianismo a un grupo de nativos guaraníes. Tras ser aceptado por una comunidad autóctona fundó una misión en la zona de Iguazú, a la que pronto se le une un atormentado Rodrigo Mendoza, protagonizado por Robert De Niro.

Mendoza, que al final se hace cura, buscaba algún tipo de redención tras asesinar en un duelo a su hermano y haber dedicado gran parte de su vida a capturar guaraníes para trabajo esclavo en fincas y plantaciones portuguesas. Juntos construyen una misión hasta que llega la orden de destruirla. Este es el argumento de la película La Misión del director Roland Joffé, estrenada en octubre de 1986.

El impresionante suceso social, político y económico que significó la existencia de las Misiones Jesuíticas en los siglos XVII y XVIII generaron un profundo enfrentamiento diplomático y comercial entre España y Portugal que, tras acuerdos de alta política, determinaron –con la complicidad del Vaticano– su destrucción.

En su momento la puja por la supervivencia de las Misiones provocó la expulsión hasta 1814 de la Compañía de Jesús “de todos los dominios de la corona de España, incluyendo los de América y los demás ultramarinos”: los jesuitas no tuvieron más remedio que acatar la decisión de Roma y así las misiones quedaron en la historia.

Los pueblos misioneros fundados por los jesuitas en el siglo XVII fueron 30 y se afirma que juntas llegaron a nuclear hasta 300.000 personas. Estaban ubicados en el norte argentino, Paraguay y Rio Grande do Sul y significaron la primera muestra americana de organización autónoma de la península ibérica. Primero estuvieron las Misiones, luego comenzaron los procesos que finalizaron con la independencia del reino de España y de Portugal.

El oyente se puede estar preguntando los motivos de estas menciones a la película La Misión y a las Misiones Jesuíticas. El vínculo es el Papa Francisco. Bergoglio, el argentino que como primer Papa jesuita de la historia estará visitando tierra guaraní en los próximos días. La historia, como siempre, da muchas vueltas y este viaje del Papa incorporará una nueva hoja al capítulo de América del Sur y su relación con la Iglesia Católica.

Está claro que el Papa Francisco quiere reformar a partir de la raíz a la Iglesia Católica. Apoyándose en el “pueblo de Dios” busca llevar el evangelio cristiano a la “periferia”. Por lo antedicho, la presencia del Papa en Paraguay, con el pasado sufriente que los une, tiene un significado extraordinario, que amerita que estemos  atentos a cada paso, cada gesto y cada palabra que pronuncie. No hacerlo significaría perderse una parte crucial de uno de los relatos más desafiantes, provocadores e interesantes de nuestra historia americana.

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