Editorial

La visita de Obama a África: ¿Despertará al león dormido?

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Por Susana Mangana ///

La mini gira del presidente Obama en África pasó sin pena ni gloria. Una visita a mitad de camino entre privada y de Estado sirvió para que Obama exprese su intención de incrementar la relación con África, en un tardío intento de su administración por contrarrestar la arrolladora presencia de China allí.

Su discurso ante la Unión Africana (UA) en Etiopía se asemejó más a un tirón de orejas a los gobernantes africanos que a un sermón diplomático de parte del primer presidente norteamericano en hablar ante el mayor organismo de integración africana existente.

Obama cuestionó duramente la permanencia en sus cargos de los líderes africanos y les espetó que nadie estaba por encima de la ley, ni siquiera los presidentes. Asimismo abogó por eliminar la corrupción endémica que corroe al continente y que constituye uno de los principales factores que retrasa su despegue económico.

África tiene hoy una población estimada de 1.200 millones y se espera que para fines de este siglo supere la cuota de los 4.000 millones. Nigeria, Sudáfrica, Egipto, Etiopía y Argelia son los cinco grandes que se reparten el poder e influencia de todo el continente. Todos juntos responden al 8 % del poder mundial, por encima de Rusia e India pero por debajo de la Unión Europea. Asimismo representan hoy el 60 % de la economía africana, el 40 % de la población total del continente y el 58 % de su gasto militar.

Nigeria es el país de los cinco que por lejos podría ser el gran jugador regional en caso de superar algunos escollos que lo atenazan, a saber, los conflictos internos que lo desestabilizan, en especial el terrorismo de grupos islamistas como Boko Haram, y si logra diseñar una estrategia de política internacional más focalizada en sus intereses. Según informes recientes de Unicef, Nigeria alcanzará los 1.000 millones de habitantes para el 2100.

Sin embargo tener potencial no siempre significa igual proyección de poder. Sudáfrica es un claro ejemplo. De todo el continente africano es el único país miembro del esquema de economías emergentes conocido como BRICS y del G20. Sin embargo el país se debilita ante la opacidad en las políticas públicas, la corrupción endémica y divisiones internas de su población que aún no supera las secuelas del apartheid.

Guerras tribales y conflictos bélicos en los que la intolerancia religiosa y otras cuestiones perpetúan enfrentamientos entre etnias mantienen sumergidos o en situación de estado fallido a países como Somalia, República Centroafricana o Sudán Norte y Sudán Sur.

Líderes corruptos y otros con veleidades personalistas hacen y deshacen leyes a su antojo para perpetuarse en el poder, evitando así rendir cuentas a sus ciudadanos que buscan una salida a su desesperada situación, volcándose a la guerrilla o las mafias y otros muchos emigrando a cualquier lugar; Libia o Marruecos, para luego cruzar a Europa; Egipto para llegar a Israel o incluso a Yemen, antes de las revueltas árabes del 2011. La trata de personas sigue siendo un flagelo en el siglo XXI y el preámbulo a la esclavitud moderna.

África o el león dormido tiene un gran potencial por el rápido crecimiento de su población, cada vez más urbanita, con los consabidos efectos sobre el consumo y la demanda. Si se pudiera invertir en mejorar sus infraestructuras y en una educación adecuada África podría ser no solo el granero y fuente de alimentos para el mundo sino un mercado de cerebros y mano de obra para economías más envejecidas como las europeas.

Así pues, el discurso de Obama, aunque repleto de lugares comunes, sigue siendo válido. Los líderes africanos deben esforzarse mucho más si de verdad quieren gobernar para sus pueblos y permitir que éstos salgan de la marginalidad, para lo cual es indispensable trabajar por una integración económica de los bloques regionales en su continente y traducir todo ese potencial en riqueza y poder de influencia real, adecuadamente distribuido por países. De lo contrario, África seguirá siendo un jugador residual en el gran tablero mundial.

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Foto en Home: Barack Obama (Archivo). Crédito: Nicholas Kamm/AFP Photo

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