Días de coronavirus

Lord Byron y el proletariado

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Por Alberto Magnone ///

El tema de la clase trabajadora ha tenido un protagonismo lógico recientemente ya que hace poco ha pasado el primero de mayo.

Resulta que Byron era un gran poeta romántico, y los románticos preconizaban la supremacía de las emociones sobre el intelecto. Pero en contra de esto, el poeta estuvo relacionado con el origen de dos ideas muy racionales e importantísimas para el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

La primera idea fue la computación, y la debemos a un producto directo de Byron: su hija, Ada Lovelace, que nació en 1815 y fue una mujer genial, a pesar de que ser mujer constituía en su época un gran obstáculo para el desarrollo intelectual. Pero ella no se acobardó y se hizo amiga y colaboradora del famoso matemático Charles Babbage quien había inventado la primera máquina de cálculo de la historia que realmente podía funcionar y hacer cuentas por su cuenta, digámoslo así. Ada tuvo a partir de esto una inspiración monumental que fue pensar que el cálculo podía usarse para otros fines, ya que cosas como la música o el lenguaje podían ser manejados a través de los números. Por ejemplo, la nota musical llamada La se produce cuando yo toco en el piano un la y hago vibrar las moléculas del aire 440 veces en un segundo.  Como otro ejemplo, la letra L es la número 12 del alfabeto y en definitiva cualquier código puede reducirse a números. De ahí nació la idea de la computadora. Un aplauso para Ada.

La segunda idea se produjo en una noche de 1816 cuando Lord Byron propuso a otros escritores que  pasaban el verano en su villa de Suiza un concurso para ver quién podía escribir la historia más aterradora. Entre ellos se encontraba Mary Shelley. Inspirándose en Galvani, un científico italiano que hacía mover las patas de una rana muerta pasándole a través una corriente eléctrica, Mary concibió la historia de Frankestein, un científico que uniendo trozos de cadáveres construía un ser que cobraba vida a partir de la electricidad del rayo. De esta manera Mary Shelley intuyó la biotecnología, es decir, la creación y manipulación de la vida por medios científicos y no por la magia o la intervención divina. Todo gracias a Byron, y a dos mujeres extraordinarias.

Uniendo la robótica, derivada de la computación, y la biotecnología, recientemente se ha creado el primer nanorrobot vivo, a partir, curiosísimamente, de las células de una rana. Increíblemente, como ustedes recordarán, el experimento de Frankestein vino de una rana también.

Un nanorrobot es un robot microscópico, del tamaño de una célula o menor,  pero los biorrobots podrían ser grandes también.

Ustedes recordarán la película Tiempos Modernos de Chaplin en la que el trabajo del obrero Carlitos era apretar miles de veces la misma tuerca. En un futuro no muy lejano, los biorrobots se van a hacer cargo de todas las tareas repetitivas como apretar tuercas, cocinar, construir automóviles, aviones o todo lo que se necesite, terraformar la Luna para que sea habitable, sacar el anhídrido carbónico que moleste de la atmósfera y casi cualquier trabajo físico imaginable. En España se ha puesto en un bar un robot que sirve cerveza al público, cosa muy útil en tiempos de pandemia. Le pone usted la tarjeta de crédito al robot y listo, le sirve una cerveza.

Todos estos inventos van a causar en el futuro la extinción del trabajo manual y con ella la del proletariado, lo que no está mal porque casi todas las tareas del obrero son aburridas, y la gente se dedicará a algo más divertido, habrá un sueldo para todo el mundo y la plusvalía se la sacaremos a las máquinas.

Muy probablemente en algún momento los robots se pongan a pensar como en la película 2001, pero ese será otro problema.

La sociedad capitalista tal cual la conocemos también va a desaparecer, dado que consta en esencia de una burguesía explotadora y un proletariado al que explotar. Será suplantada por algo casi imposible de imaginar; los seres humanos también adquirirán probablemente partes mecánicas o biomecánicas y serán capaces de programarse a sí mismos.

No hay que asustarse porque todo va a ser muy gradual y probablemente lo iremos aceptando como aceptamos todos los cambios que en el mundo ha habido, como celulares, internet, computadoras, aviones,  bombas atómicas y todo lo demás.

Tal vez extrañemos las utopías socialistas aunque sólo hayan sucedido en nuestra mente, a la manera del paraíso perdido.

En su honor cerraremos este micro con el himno de la clase obrera, La internacional.

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Para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva

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Foto: Lord Byron retratado en traje de albanés en un óleo de Thomas Phillips. Crédito: Wikipedia.

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