Editorial

Seguridad pública y convivencia: Pregonar con el ejemplo

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Por Emiliano Cotelo ///

Antes de que termine la semana quiero destacar una buena noticia. Este martes se concretó la reunión entre el presidente de la República Tabaré Vázquez y los partidos políticos con representación parlamentaria en procura de acuerdos en torno a la seguridad pública.

La idea había sido lanzada el viernes santo por el senador Pablo Mieres, del Partido Independiente, preocupado por varios homicidios y otros hechos de sangre ocurridos durante la Semana de Turismo y días anteriores, algunos de ellos con el telón de fondo de la intolerancia entre sectores de la sociedad uruguaya. El lunes siguiente, 4 de abril, durante el Consejo de Ministros, Vázquez recogió el guante y comunicó que convocaría a un ámbito de diálogo multipartidario sobre convivencia ciudadana.

Confieso, francamente, que yo no esperaba que el Gobierno reaccionara tan rápido. Pensé que, en el mejor de los casos, la iniciativa de Mieres debería pasar primero por un largo debate mediático y no descartaba que terminara lisa y llanamente en el fracaso. Por lo visto, Vázquez entendió que tenía una oportunidad inmejorable de salir del encierro incómodo en que se encuentra su administración en esta materia y optó por agarrar rápido ese salvavidas que se le ofrecía, antes de que se desinflara o lo pincharan.

Entre ese momento y el encuentro en sí mismo presenciamos, como era previsible, un tiroteo de declaraciones y tweets. Desde tiendas blancas y coloradas, unos se quejaban porque se hacía el anuncio pero no se fijaba la fecha, otros advertían que si no se removía a Eduardo Bonomi del cargo de ministro del Interior las conversaciones no tenían sentido, y sobre todo se demandaba que hubiera de antemano una manifestación clara de la disposición a atender planteos de la oposición porque, si no, aquella cita sería solo "para la foto"; por esa clase de razones los líderes más importantes, Lacalle Pou, Larrañaga y Bordaberry, decidieron no asistir y mandaron en su lugar a otros dirigentes.

Pero también había resquemores dentro del propio oficialismo; por ejemplo, senadores que no entendían por qué había que instalar ese ámbito de alto nivel cuando lo natural era negociar esos temas en las comisiones del Parlamento, o incluso altos voceros del Ministerio del Interior que rechazaban de antemano algunos de los proyectos alternativos que se mencionaban en la previa. Finalmente, esquivando esa balacera, el encuentro se mantuvo con vida y tuvo lugar el martes a las seis de la tarde en la Torre Ejecutiva.

De todos modos, allí todavía hubo espacio para algunos perdigones más. Por ejemplo, cuando desde la delegación colorada se insistió con el reclamo de renuncia de Bonomi, justo el punto que simboliza el diálogo de sordos en que se han movido hasta ahora la oposición y el Gobierno en esta materia. Pero también Vázquez jugó para la tribuna, cuando hizo notar a los presentes que no se había dejado entrar a los reporteros gráficos, porque ese encuentro no era para la foto, con lo que agregó otra estocada a Lacalle Pou, en ese esgrima infinito, de ida y vuelta, que mantienen ambos desde la campaña electoral.

Fue un alivio que las posiciones no se empantanaran en ese nivel. Mieres y Edgardo Novick se desmarcaron del pedido de alejamiento de Bonomi. Y el presidente, si bien ratificó al ministro, también dijo muy claramente que la sola organización de esa cumbre implicaba que estaba dispuesto a “un cambio en el rumbo” en seguridad pública. Esta afirmación resultó muy importante para la oposición. Todos sus representantes la destacaron, a la salida, cuando fueron entrevistados por la prensa. Varios de ellos se mostraron directamente optimistas. Y, del otro lado, el comunicado de la Presidencia señaló que “el Gobierno estima factible que se alcancen acuerdos entre las partes”.

Por supuesto que todavía falta mucho. El martes solo se hizo la entrega de los documentos con las propuestas de unos y otros. Y ahora viene la etapa en la que todos deben analizar esos papeles. Pero además hay que darle forma y contenido a este ámbito que acaba de inaugurarse.

En este sentido yo pienso que la discusión no debería limitarse solo a proyectos de ley, sino que tendría que abarcar otro tipo de medidas, por ejemplo el funcionamiento de las cárceles y del ex Sirpa, o algunas líneas de acción del Mides y, por lo tanto, debería incorporar a otros participantes, entre ellos técnicos, autoridades de distintas instituciones del Estado y hasta organizaciones de la sociedad civil. Se me puede responder que con esa dimensión tan amplia se complicarían las cosas y se alargaría la tarea. Es un riesgo, sí, pero a mí me entusiasma que sea un sistema de intercambio permanente, que vaya produciendo resultados, sí, y algunos de ellos a la brevedad, pero que siga activo a lo largo de los años. ¿Por qué? Porque esto de la seguridad pública es un desafío complejo y dinámico, donde no hay soluciones mágicas ni mucho menos permanentes; en estos asuntos es obligatoria la revisión constante y el diseño de nuevos instrumentos que se vayan adaptando a realidades cambiantes.

Ahora, sea cual sea el formato, me parece que lo fundamental es que quienes se involucran hoy en este trabajo lo hagan levantando la mira y, al mismo tiempo, con buena fe, privilegiando la búsqueda de coincidencias y no dejándose ganar por las discrepancias, como podría pensarse por algunos comentarios de las últimas horas. El partido se juega allí. En el talante con que se planten los jugadores en la cancha. Todos los partidos políticos, oficialismo y oposición, tienen que mostrarse abiertos y tolerantes. Por dos razones.

Uno, porque el país necesita urgentemente políticas de Estado, en esta y en otras materias acuciantes, algo que ya se está intentando, felizmente, en política de hidrocarburos pero que también debería abarcar cuanto antes a la reforma de la educación.

Y dos, porque con esa actitud los gobernantes también estarán pasando un mensaje muy importante a la sociedad uruguaya sobre la forma pacífica y civilizada en que deben laudarse las diferencias. Antes de seguir construyendo plazas de convivencia en barrios carenciados o zonas rojas, hay que afirmar este otro espacio de convivencia, arriba mismo del tablero político.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 15.04.2016, hora 08.05

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