Editorial

Sendic, el Frente y un caso perdido

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Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti

La situación en la que está inmerso el vicepresidente Raúl Sendic, plantea un problema sin final feliz para el Frente Amplio.

La semana que viene, los uruguayos deberíamos conocer las apreciaciones del Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio sobre el uso que Sendic hizo de sus tarjetas corporativas al comando de ANCAP. El propio Sendic quiso que ese organismo partidario analizara su conducta y desde el Presidente de la República para abajo se le atribuyó a esa instancia un valor incuestionable. El TCP apareció así reiteradamente en menciones junto a la Justicia, otro frente abierto para el vicepresidente.

El propio Tabaré Vázquez dijo en una entrevista que, sometido al arbitrio de ese Tribunal, si su proceder hubiera sido cuestionado, se habría ido de la posición que ocupaba.
Luego de semanas de permanecer engavetada, la decisión de ese tribunal verá la luz pública. Y fue tal la expectativa creada desde el propio Frente Amplio, y el valor que el partido y el propio involucrado le atribuyeron a su juicio, que para muchos uruguayos será, casi casi, palabra santa.

Varios sectores dentro del partido de gobierno pidieron que se diera a conocer el fallo antes del Plenario del 9 de setiembre. Algunos señalaron que Sendic debería dar un paso al costado si es cuestionado. Los más sutiles pidieron “gestos” al vicepresidente.

¿Qué es lo que está en juego a la luz de los comentarios del Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio?

Claramente, es mucho más que el futuro político de un individuo que de forma circunstancial ocupa el segundo cargo más importante del país. Para el Frente Amplio, para los integrantes del Frente Amplio, que ocupen cargos de gobierno o sean solo militantes de todos los días, está en juego su reputación colectiva. Los uruguayos esperan ver cómo aborda el partido que hoy gobierna una situación en la que, potencialmente, uno de sus líderes más importantes, sea cuestionado.

El fallo puede ser positivo o apenas un tirón de orejas. Pero también puede ser contundentemente negativo y es ese extremo el que, de ocurrir, pondrá a prueba al Frente Amplio.
A ese momento, el partido de gobierno llegará dividido entre quienes estiman que el escándalo que rodea al vicepresidente supone un desgaste demasiado grande para el proyecto político que impulsa el Frente Amplio, y quienes consideran que una eventual renuncia sería un costo más que una ganancia de cara a las próximas elecciones.

Las dos posturas tienen asidero y si el escenario es el de un cuestionamiento a la conducta del vicepresidente, el resultado será malo en cualquier caso. Cabría preguntarse cómo reaccionaría la opinión pública si no hay críticas hacia Sendic. El resultado será también negativo para el Frente Amplio.

Hecho todo este análisis, existe un dato de la realidad que el propio Sendic se encargó de dejar claro: no renunciará. Si alguna vez lo consideró, la cosa cambió. Seguirá en su cargo porque, argumenta, el pueblo, la Constitución y la ley lo pusieron allí. En otras palabras, el tribunal al cual Sendic se sometió para laudar su caso en la interna frentista, pero que por obra del propio Frente Amplio se convirtió en una suerte de tenedor del juicio final sobre la conducta del vicepresidente dejó, al menos para Sendic, de tener el valor componedor que se le asignaba.

Sendic puso así al Frente Amplio a la entrada de un callejón sin salida, sea cual sea el contenido y tono del informe del Tribunal de Conducta Política. Nadie lo puede echar y él no se va a ir; tal parece, cueste lo que le cueste al Frente Amplio.

Vendrán tiempos difíciles para el Frente, en la previa de una carrera electoral. Aquellos logros de gestión que haya conseguido se verán ensombrecidos en los años que restan de gobierno, porque el fuego de la crítica pública no se apagará, bajo ninguna perspectiva que pueda imaginarse hasta el momento.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 30.08.2017

Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Las opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.

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