Editorial

Tabaré Vázquez y Lacalle Pou: ¿Llegarán a cinco años sin diálogo?

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Por Emiliano Cotelo ///

¿Tiene sentido que en Uruguay no exista diálogo alguno entre el presidente de la República y el principal dirigente de la oposición?

Yo creo que no.

Por eso quiero detenerme hoy en la pésima relación que mantienen Tabaré Vázquez y Luis Lacalle Pou.

La campaña de 2014

Ustedes quizás recuerden el origen de este cortocircuito: se remonta al año 2014, cuando, ya pasadas las elecciones internas que ambos ganaron en sus respectivos partidos, se inició un tiroteo entre ellos a propósito del dilema entre candidato joven y candidato veterano. En aquel momento Vázquez tenía 74 años y Lacalle Pou 41.

En el mes de junio de 2014, en una entrevista con El País de Madrid, Vázquez dice que en octubre habría que elegir “entre un equipo con experiencia o los juveniles de la sub-20”. Unas semanas más tarde, en una recorrida por el interior Lacalle Pou alardea de su estado físico haciendo “la bandera” en una columna del alumbrado público. En otro capítulo de la polémica el dirigente blanco comenta que si él fuera electo presidente le daría participación a los ex mandatarios, incluyendo a Vázquez, en una especie de “consejo de ancianos”. Vázquez se molesta por la suma de alusiones y acuña la expresión “pompitas de jabón”, que empieza a usar con frecuencia en sus discursos para referirse a las propuestas del líder del sector Todos.

Pudo haber quedado allí, en una polémica a distancia de esas que hemos visto tantas en campañas electorales. Pero no. A diferencia de otros antecedentes, aquello fue el comienzo de un período que ya lleva tres años, durante los cuales Vázquez y Lacalle Pou no han tenido contacto. Y digo tres años con precisión, porque la última vez que se encontraron mano a mano fue en octubre de 2014, en un hotel de Melo donde coincidieron por casualidad sus giras de aquella campaña. Lacalle Pou forzó la charla a la hora del desayuno para tratar de encauzar el vínculo. El intercambio fue breve y frío. Y, por lo visto, no sirvió para mucho. Desde entonces, la relación directa no existe.

Solo cartas

Luego de la asunción de Vázquez, en marzo de 2016 y marzo de 2017 Lacalle Pou ha organizado actos en los cuales cuestiona algunas políticas de la tercera administración del Frente Amplio y presenta iniciativas programáticas alternativas en esas áreas que luego envía a la Torre Ejecutiva. El presidente responde, también por escrito, de manera seca y rechazando o quitándole importancia a la mayoría de los planteos.

Los meses pasan y Lacalle Pou da otro paso: denuncia que ve un gobierno agotado y sin agenda. Y cuando periodistas de radio Sarandí le mencionan esa crítica en una entrevista este mes, Vázquez contesta que quien carece de agenda es la oposición ya que las ideas que esos partidos manejan son apenas titulares y, por lo tanto, “pompitas de jabón”, con lo que vuelve a escena aquella expresión irritante que, está claro, el mandatario lleva siempre en la cartuchera, pronta para dispararla cuando las circunstancias políticas sean propicias.

Y así llegamos a esta semana, en la que Lacalle Pou golpeó a Vázquez dos veces: por haberse apresurado con el anuncio del hallazgo de trazas de hidrocarburos en Paysandú y porque su gobierno canceló la ida al Parlamento de los ministros que iban a informar sobre la marcha de las negociaciones con UPM. Ayer, incluso, fue más lejos. Durante la entrevista que hice con él en Telemundo, y al mencionarle la promesa del Poder Ejecutivo en cuanto a que va informar apenas se firme el primer acuerdo con UPM, cosa que Vázquez ahora prevé para la semana próxima, Lacalle Pou replicó que él ya no le cree a este gobierno y, de hecho, lo tildó de mentiroso.

A distancia

Todo el intercambio transcurre a distancia. Todo lo que tienen para decirse Vázquez y Lacalle Pou circula a través de los medios. Cara a cara, nada.

A comienzos del año pasado la senadora Verónica Alonso, que tiene acceso fluido al primer mandatario, mostró su alarma por esa guerra fría y se ofreció a propiciar un acercamiento. No sé si lo intentó pero la realidad muestra que nada ha cambiado. Al revés, como quedó patente en estos días, parece que las cosas van en esta materia de mal en peor.

Quién es el culpable

Cuesta sacar una conclusión sobre quién es el culpable de este statu quo.

Puede decirse que la responsabilidad recae en Lacalle Pou porque aquello de hacer “la bandera” fue un exceso muy grave. Puede creerse que el problema está en el carácter de Vázquez, rencoroso o, por lo menos, carente de cintura. Puede entenderse que Lacalle Pou no ayudó al instalar esa costumbre de mandarle cartas al presidente cada 1º de marzo y que incluso agravó las cosas el diputado de su sector, Martín Lema, cuando el mes pasado también recurrió a una carta procurando que Vázquez se pronunciara sobre las presuntas irregularidades en ASSE. Puede pensarse que Vázquez se comporta guiado por “un problema de piel”, por la diferencia en los orígenes sociales de uno y otro.

Hay quienes argumentan que Lacalle Pou alimenta el cortocircuito con su estilo declarativo donde se cuelan la soberbia o la prepotencia. Y otros destacan que el problema de Vázquez no es sólo con el líder de Todos y que, en general, ha reducido al mínimo su diálogo con los dirigentes de la oposición.

Inquietante

¿Quién es el culpable? No lo sé.

A mí me preocupa que en Uruguay exista este teléfono descompuesto. Es una señal inquietante en un sistema político que tantas veces ha sido elogiado por su carácter civilizado y de cercanía, y que es puesto como ejemplo en una región donde resulta común que los líderes partidarios vivan en veredas opuestas entre las cuales los puentes son imposibles.

Pero además me resulta inaceptable cuando el país tiene por delante desafíos muy importantes [que tienen que ver con el largo plazo y, por lo tanto, abarcan varios períodos de gobierno que vendrán].

Uno de ellos, justamente, la eventual segunda pastera de UPM, la inversión más grande en la historia, acompañada de exigencias tan fuertes en inversiones del Estado y cuidados muy delicados en cuanto al impacto ambiental. Por esa singularidad, el tema debió haber sido abordado hace ya meses por Vázquez con los líderes de la oposición o, si se buscaba un ámbito más acotado, con los ex presidentes de la República, como ya se hizo cuando las exploraciones de petróleo en el mar territorial.

Y hay más retos complicados por delante: la educación, por ejemplo, que es una asignatura pendiente de los gobiernos del Frente Amplio, pero que debe encauzarse cuanto antes, sin esperar a que elijamos un nuevo presidente. Y, como telón de fondo, un mundo que se transforma de manera acelerada, con la revolución tecnológica cambiándolo todo, en particular la competitividad y los puestos de trabajo, y con el aumento de la expectativa de vida de la población, que es por una parte una muy buena noticia pero al mismo tiempo un brete para los sistemas de salud y de seguridad social.

Con esos escenarios por delante, ¿cómo pueden Tabaré Vázquez y Lacalle Pou conformarse con ese juego en el que están, mirándose de reojo, poniendo caras de malos y lanzándose por la prensa frases ingeniosas y filosas? Y si ellos dos ya son incapaces de dar el paso, ¿no hay personas sensatas en sus entornos que, en vez de darles manija, pongan en juego sus buenos oficios para romper el hielo y empezar a construir la confianza que está faltando?

***

Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 27.10.2017, hora 08.10

Comentarios