Editorial

Tic Tac: Una mirada al futuro

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Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti

Francia acaba de elegir a un presidente de 39 años. Importa poco que sea el más joven de la historia de una República antigua. Lo relevante de verdad es que millones de personas le confiaron a un joven los destinos de su país. Su edad, claro está, puede ser garantía de pasión y energía, pero no de éxito. En América Latina podemos recordar el fracaso de la primera presidencia de Alan García en Perú, quien asumió con 36 años. Pero no cabe duda de que los franceses apostaron a un cambio generacional.

Que este hombre de menos de 40 años asuma la conducción política de una de las siete naciones más poderosas del planeta, no significa necesariamente que su visión del mundo sea renovadora. Podemos suponer, sin embargo, que el abordaje que hará de ciertos temas que están atados a fenómenos recientes, tecnológicos, humanos, sociales, económicos o políticos, será distinto al que podría caber a una persona que habrá vivido la mayor parte de su vida en el siglo pasado.

Si miramos a nuestro alrededor, en América Latina, veremos que una enorme mayoría de políticos, sin importar su edad ni orientación, ejercen el poder desde una perspectiva ideológica y una metodología ancladas en el pasado. La demagogia, los exabruptos, los abusos de poder que llegan incluso al totalitarismo, cuando no la corrupción generalizada, campean. Y el subcontinente, los países latinoamericanos, deben enfrascarse en discusiones que tienen más que ver con la estabilidad institucional y el respeto a las condiciones mínimas del estado de derecho, en lugar de concentrarse en trabajar de forma integrada pensando un futuro con alguna arista de desarrollo en común.

Uruguay no es del todo una excepción. Claro está, podemos decir que nos diferenciamos porque seguimos respetando la separación de poderes, porque no cabe duda de que ningún presidente de los que gobernaron luego de la dictadura amenazó la democracia con sus acciones de Gobierno. Pero, últimamente, el tenor de algunas discusiones y declaraciones de actores políticos relevantes, parece que buscaran empatarnos. Los enemigos externos de hace 50 años, como el imperialismo yanqui, volvieron a la retórica política local de la mano del ascenso al poder de Donald Trump, quien resulta un blanco fácil de la crítica de quienes lucran con razonamientos simplificadores.

Curiosamente eso ocurre a pocos meses de su asunción, sin que haya tomado medida alguna en relación a América Latina porque ni siquiera su proyecto de muro le sale como quiere. Curiosamente también, se apela a este discurso luego de un período –el de Barack Obama en el poder- durante el cual la región estuvo entre las últimas prioridades de la agenda exterior norteamericana.

Pero cada cual, ve lo que quiere, y está bien que así sea. Lo malo es que el dogma nuble la autocrítica. Incluso así, podemos preguntarnos legítimamente, si no hay un problema de enfoque: ¿logran nuestros dirigentes políticos ver hacia dónde va el mundo? El mundo tecnológico, el del empleo por cuenta propia, el de los emprendedores, el de los innovadores, el de la ciencia, el de los métodos de pensamiento que rompen paradigmas.

Es claro que no es una cuestión de edad, sino de formación, lectura, actualización y apertura. De voluntad de comprender y de procurarse las herramientas para entender.

La dificultad más que evidente de nuestros partidos políticos para procesar renovaciones generacionales es apenas un síntoma de un problema que repercute en las opciones que se ofrecen a los ciudadanos. Y cuando hablo de opciones quiero ser específico: no me refiero a candidatos sino a modelos de país, a modelos educativos, a políticas comerciales, a posturas diplomáticas que acompañen la evolución del mundo sin dejar de lado nuestras tradiciones como, entre otras muy valiosas, la condena sin miramientos a los regímenes autoritarios.

Afortunadamente, más allá de la política, muchos uruguayos logran entender cómo funciona el mundo moderno a tal punto que crean y aportan en las más diversas áreas de actividad, aquí y fuera de fronteras. En una sociedad permeada, casi invadida por la presencia del Estado en todos los órdenes de la vida, es crucial que quienes toman decisiones en la órbita pública comprendan cuán importante es ese ejercicio de actualización y renovación del pensamiento. Es la única forma de insertarse en el mundo moderno, sin dejar de ser nosotros mismos.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 10.05.2017

Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Las opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.

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