Editorial

El conocimiento como recurso productivo

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Por Ricardo Pascale ///

En una reunión académica en Siena un amigo me hizo una pregunta: "¿Cuál es el rumbo económico que lleva tu país?" Es una pregunta que me han venido haciendo por décadas. No tengo respuesta rotunda. La he repetido en clase y los chicos quedan sorprendidos de que no llene el pizarrón con fórmulas y haga una pregunta tan básica. Ellos tampoco tienen respuesta; pero quedan preocupados.

No es un tema menor definir  ese rumbo. De él dependerá el bienestar de la gente, su futuro, su nivel sanitario, su educación. Esto no disminuye la exigencia de cuidar celosamente la coyuntura fiscal, monetaria, cambiaria, la inflación, las cuentas externas. Un buen rumbo puede darle a  la coyuntura sustentabilidad en el tiempo. 

Hago estas columnas para hablar del rumbo a seguir por Uruguay, no de la cuidada coyuntura.

Y en ese rumbo hoy ya no es discutido que el conocimiento se ha transformado en el principal factor para explicar el crecimiento de los países.

Cuando Intel crea su primer microprocesador, en 1971, comienza una revolución tecnológica que es impulsada por las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). La irrupción masiva de las TIC impactó, incrementando inusitadamente el conocimiento.

El aporte de las TIC se aprecia en dos sentidos, ya sea como un sector productivo significativo o como la innovación tecnológica que lleva a niveles sin precedentes el crecimiento del conocimiento.

Se ingresa a una nueva economía basada en la aplicación económica del saber. El conocimiento es el recurso productivo clave. Pero es también un bien muy especial, que se diferencia  de un barril de petróleo o de una campera. 

Hoy  trataré el conocimiento como recurso productivo. En  próxima columna lo abordaré como bien.

Las TIC impulsaron el conocimiento como recurso productivo al aumentar y mejorar la dotación de conocimiento codificable (que es aquel que es fácilmente reproducible como libros, Power Point, videos) y al permitir que se transforme en codificable una parte del conocimiento tácito (que es más individual, reside en las personas por su experiencia y estudio de años, y es difícil de reproducir y distribuir). Se crea un círculo virtuoso en la producción de conocimiento y se lo posiciona como recurso estratégico  al permitir producir bienes y servicios innovativos.

Así, las TIC impulsan la creación de conocimiento en una amplia variedad de formas. Son una base poderosa para facilitar la producción de conocimiento en los actores económicos, y aportan flexibilidad a las relaciones entre ellos. Y crean fuentes de información y recolección de datos y los distribuyen en escalas impensadas, procesándolos y aportando a la creación de conocimiento.  

Ese conocimiento impulsa la innovación, o sea, la explotación exitosa de una nueva idea. El conocimiento se concreta en la innovación. Y la innovación, impacta en la productividad. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, dice que “la productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo”.

La innovación y la productividad, mejoran la competitividad, y así las habilidades para producir y comercializar bienes y servicios innovativos.

Volviendo al comienzo y a la importancia de definir un rumbo para Uruguay, este debe ser tal que pasemos de una ubicación donde operamos y competimos en productos de generación masiva -en su mayoría commodities– con precios que fijan otros mercados, que de hecho  definen el nivel de vida de la gente del país que los produce, a competir sobre la base de productos innovativos de valor único que  incrementen el bienestar de los habitantes del país.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 24.10.2018

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