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La Mesa, edición especial sobre La noche de 12 años: ¿Qué obligación de realidad y contexto tiene una película histórica?

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La obra de Álvaro Brechner es el estreno uruguayo del año y en esta oportunidad se da a su alrededor una discusión socio cultural con Eduardo Alvariza, Leonel Harari, Marcelo Estefanell y Hebert Gatto

Cuando ya casi lleva un mes en cartel, la película La noche de 12 años, del director Álvaro Brechner, lleva vendidas casi 45.000 entradas, según su distribuidora Life Cinemas. Con esta cifra se ubica por encima de Mi mundial, el film uruguayo más vista del año pasado, y se está convirtiendo en una de las obras cinematográficas uruguayas más taquilleras de la última década.

Se trata de una adaptación del libro Memorias del calabozo, que narra el período que Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica pasaron como rehenes de la dictadura militar.

Tres meses después del golpe de Estado, en setiembre de 1973, un grupo de nueve dirigentes del MLN fueron sacados por las Fuerzas Armadas de la cárcel donde se encontraban presos. En grupos de a tres fueron llevados a distintos cuarteles del país, donde permanecían recluidos en aislamiento individual, en espacios mínimos, con escasa alimentación e higiene precaria, sin salidas al aire libre y con la prohibición de hablar.

La noche de 12 años tuvo, además de su éxito de taquilla, una buena recepción de la crítica cinematográfica. Sobre todo se aplaudió el trabajo de los tres actores protagónicos: Alfonso Tort como Huidobro, Chino Darín como Rosencof y Antonio de la Torre como Mujica.

Pero, al mismo tiempo, a esta película no le han faltado reproches, sobre todo por carencias en cuanto al contexto. Por ejemplo, que falta información sobre por qué estaban presos estos hombres, qué habían hecho; o que no se hace referencia a lo que ocurría paralelamente con otros centenares de prisioneros, muchos de ellos simples militantes de partidos de izquierda caídos por su resistencia a la dictadura.

Cuando En Perspectiva entrevistó a la productora Mariela Besuievsky, aclaraba que "la empatía con el resto de presos políticos es total" y daba la siguiente explicación: "El contexto, para hacer una película es muy difícil ponerlo todo, darlo todo. Sería otra película".

"Y ojalá se puedan hacer películas que cuenten esa otra historia que hay gente que está reclamando. Porque se tiene que contar. Lo que quisiéramos con esta película es que se abriera una puerta a contar esas historias", decía también Besuievsky. "Porque se puede, porque la gente las recibe, porque la gente las pide. Abramos esa puerta a contar nuestra historia, la historia de Uruguay que no se ha contado en el cine todavía".

El director de cine brasileño Bruno Barreto dijo que "un pueblo sin cine es como una casa sin espejo, los habitantes no conocen su rostro". La noche de 12 años, ¿muestra el rostro del Uruguay? ¿Alguno de sus rostros? ¿Qué obligación de realidad tiene una obra de arte, una producción cultural? ¿Puede suceder que una película se convierta en la versión oficial de un hecho histórico?

Para conversarlo, En Perspectiva organizó una mesa especial con el periodista Leonel Harari, el escritor Marcelo Estefanell (exintegrante del MLN, quien también escribió sobre el tema en el libro El hombre numerado), el abogado, dirigente político y columnista Hebert Gatto y el crítico cinematográfico Eduardo Alvariza.

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Foto: Salado Films

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