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Entrevista central, 14 de octubre: Daniel Chasquetti

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RA —Antes de seguir, ¿cómo puede terminar una interpelación?, ¿qué resultados puede tener?

DC —Si el Parlamento declara su insatisfacción la pregunta que se abre es si va a intentar censurar al ministro. En el período anterior al 2005 hubo algunas interpelaciones en las que el FA e inclusive el PN firmaron mociones de censura contra ministros colorados. Era un juego más abierto. Incluso hubo un conjunto de interpelaciones que terminaron sin un resultado explícito. Por ejemplo, en muchos casos se votaban declaraciones que referían al ministro sin hacer clara alusión a si el Parlamento estaba conforme o no con las respuestas que había dado. En otros casos se dejaba sin quórum una interpelación. En otros, se presentaba un proyecto de resolución que decía: “Mocionamos para que se continúe con el orden del día”. De esa manera se terminaba la interpelación.

Esas distintas soluciones expresaban que los parlamentarios no estaban conformes con las respuestas que daba el ministro, pero les parecía demasiado fuerte sacar una declaración que dijera que no estaban satisfechos. Lo que se observa es que el juego anterior al 2005 era más abierto, con muchos más matices y que ameritaba distintos tipos de soluciones. Hay que recordar que por lo menos hasta 1985 en Uruguay una interpelación que terminara con una declaración de insatisfacción por las respuestas suponía una desautorización muy fuerte para los ministros, los ministros se iban. Que el Parlamento les dijera que sus respuestas no eran satisfactorias era un elemento sumamente fuerte como para quedarse en el cargo y se retiraban.

En el 85, cuando se interpeló al ministro Carlos Manini Ríos, ministro del Interior, por un desalojo de estudiantes del IPA, el Parlamento votó una declaración de insatisfacción. Manini Ríos se iba a ir, pero el presidente Sanguinetti le dijo “te tenés que quedar en el cargo, y si ellos te quieren sacar, en todo caso que te censuren, que utilicen el otro procedimiento que está previsto en la Constitución”. Desde entonces los ministros cuando les votan declaraciones de insatisfacción no se van, se quedan. Incluso hubo ministros que fueron interpelados reiteradamente, a los que se les sacaban mociones estableciendo insatisfacción por las respuestas y sin embargo permanecían en el cargo. Un caso fue Alberto Bensión, que tiene el récord de ser el ministro que más interpelaciones recibió en períodos de tiempo más cortos, fue interpelado cada 175 días. No es el que tiene más interpelaciones, el ministro más interpelado de la historia, por lo menos de la historia reciente, es Bonomi, que tiene siete interpelaciones, Bensión tuvo cinco. Lo cierto es que muchas veces después de esas interpelaciones el ministro se mantenía en su cargo y la única forma de sacarlo era ir por el camino de la moción de censura.

Ese mundo lo dejamos atrás en el 2005, pero creo que va a volver. Si en el futuro período, a partir de 2020, no hay ningún partido que controle una mayoría, vamos a tener un juego abierto otra vez. Por tanto me da la impresión de que esto que estamos viviendo hoy es circunstancial y lo más probable es que el Parlamento uruguayo vuelva a tener sesiones de interpelación con cierta incertidumbre, que es lo que está faltando hoy en día.

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