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Entrevista central, jueves 1 de diciembre: Ernesto Talvi

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EC —¿De dónde salen estas ideas? ¿Por qué estas propuestas?

ET —Es una excelente pregunta. Porque la forma de priorizar entre todas las propuestas que uno puede hacer es construir una visión del país, qué tipo de país uno quiere, en qué tipo de comunidad quiere vivir, y yo digo que esa visión no la tenemos que inventar, la heredamos de nuestros abuelos, es la que me contó mi papá. Así de simple y de fácil: qué Uruguay queremos.

La visión que heredamos de nuestros abuelos es la de un país que no pretende ser el país más rico, el que esté de moda en la tapa de las revistas financieras del mundo, pero sí pretende ser un país digno, justo, amable, que convive en armonía, orgulloso de tener un pueblo educado, y donde los valores cívicos tienen raíces profundas. Si ese es el punto de destino, lo primero que tenemos que hacer para recuperar esa sociedad armoniosa –que no sé si es parte de la mitología, pero no importa, porque los países no somos historia pura y dura, somos también leyenda, somos también literatura, somos también poesía; como dice un amigo profesor de Harvard: comunidades imaginadas para construir una identidad compartida y un destino común–, es recomponer el tejido social. Uruguay es hoy una sociedad partida, fragmentada, un conjunto de islotes, que se ve clarísimamente en Montevideo. Cuando muestro el mapa de fragmentación que se ve en Montevideo en las ciudades del interior, la gente se sorprende de ver que esto no es una fenomenología solo de las grandes urbes cosmopolitas.

EC —Qué curioso: ayer a esta misma hora y en ese mismo lugar, el entrevistado, Richard Read, manifestaba la misma preocupación: recomponer el tejido social. Esa es una de las razones –decía– por las cuales la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida está lanzando y pone en marcha el año que viene una serie de centros sociales y educativos para niños de cuarto, quinto y sexto de escuela. Me llamó la atención esa casualidad. Hablemos, justamente, por eso mismo, de educación.

ET —No es casualidad.

EC —¿Por qué?

ET —Porque yo veo a Richard Read preocupado por esto, genuinamente preocupado. ¿Por qué la comunidad está respondiendo –eso muestra que tenemos una comunidad vibrante, viva–, por qué está reaccionando con iniciativas en los contextos vulnerables? Yo las llamo comunidades deprimidas, en Estados Unidos las llamarían guetos. No nos gusta esa palabra, pero eso es lo que estamos construyendo: guetos, lugares donde los jóvenes no terminan el liceo, y los que terminan, muy pocos, no están en condiciones de insertarse en la vida productiva, en la sociedad del conocimiento. Quedan condenados, por ende, a la informalidad, a trabajos peor pagos, sin protección social. Quedan condenados a la dependencia del Estado, que es malsana para la vida institucional. Quedan condenados a elegir el delito como forma de vida y las formas más lucrativas del delito, que son el tráfico y la distribución de drogas, y de golpe las narcomafias se transforman en empleadores atractivos para estos jóvenes sin futuro. Y cuando digo sin futuro, digo que ellos no imaginan la palabra futuro porque no está en su lenguaje; de hecho muchos ni saben si van a estar vivos la semana siguiente.

Entonces, vemos esta emergencia que se va cocinando a fuego lento. Porque no es como la tragedia de Dolores, donde a las dos horas la comunidad se puso en movimiento después de que un huracán de tres minutos destrozó el 80 % de la ciudad. Padres angustiados que escucharon ese rugir y pensaron que era un avión que se caía, porque nunca habían escuchado nada semejante, cuando salieron a mirar vieron que volaban las latas y los autos subían a los techos y los árboles se descorchaban de las raíces, salieron corriendo a las escuelas y a los liceos para ver si sus hijos estaban con vida. Y cuando uno veía los liceos y las escuelas destrozados, llenos de latas, de vidrios, de chapas dobladas, saber que ni un solo chico tuvo un rasguño fue algo realmente extraordinario, por cómo se organizaron profesores y maestros. A las dos horas la comunidad estaba organizada para la emergencia, para la organización de la solidaridad y la reconstrucción.

Entonces cuando el Estado falla y no genera resultados, la comunidad se pone en movimiento y empieza a mostrar el camino. Eso es lo que nosotros queremos rescatar: la sociedad está mostrando el camino, por dónde hay que ir.

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