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Entrevista central, jueves 11 de noviembre: Maricruz MaGowan

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ROBERTO PORZECANSKY (RP) —¿Usted dice que efectivamente el discurso racista, xenófobo, que está bien documentado, de Trump, no tuvo ningún efecto en que la gente se motivara para salir a votar en lugares importantes de Estados Unidos, donde se votó mucho más que el promedio? ¿Usted realmente adjudica eso estrictamente a la necesidad de cambio, a la situación económica y a la pobreza de la candidatura de Hillary Clinton? Porque los comentarios racistas, intolerantes, etcétera, están bastante bien documentados.

MM —Sí, pero hay que ver. Como dije, así hablan los neoyorquinos, así habla mucha gente. No los políticos en público, pero se han visto casos en privado. No es un hombre racista, honestame lo digo desde el fondo de mi corazón, no es un hombre racista. Porque el racismo se expresa más en acciones, y si fuera un hombre racista la compañía Trump tendría entre sus gerentes puro hombres blancos y eso no es así, hay muchas mujeres. En su misma campaña, su jefa de campaña es mujer, Karla Conway; otra mujer que lo ayudó mucho ha sido […], una afroamericana. Él no hace diferencia de razas, la gente que lo conoce lo conoce como es.

Y hablando de por qué los trabajadores lo apoyaron tanto, él es conocido –eso es algo que dice que aprendió de su padre– por que cuando construye edificios dice “no me quedo detrás de mi escritorio, yo voy al sitio de construcción y los primeros a los que les hablo, los primeros a los que consulto y de los primeros que aprendo son los mismos trabajadores de construcción”. Es un hombre acostumbrado a tratar de igual a igual y con el mismo respeto a cualquier persona que trabaja para él, tenga mucha educación o no, no importa su estatus en su compañía.

Eso es lo que gusta de él, es un hombre muy franco, a veces resulta torpe, pero ese es él, aquí hemos comprado todo el paquete. Es un hombre muy productivo, tiene un lema con sus hijos que es “si tus sueños no están unidos, atados a ejecución, no valen para nada, y si vas a soñar, sueña en grande”. Es como decir no te quedes soñando en tu cama, levántate y trabaja, y trabaja para tus sueños. Esa es su vida, esa es la vida de sus hijos y eso es lo que él va a hacer en el país. No veo la hora de que empiece su presidencia.

EC —Podría pensarse también que ese tipo de planteos, los más chocantes, fueron marketing. Por un lado eventualmente le servía llegar de esa forma a una parte del electorado de Estados Unidos que tiene disgustos o molestias y temores por, por ejemplo, la competencia por puestos de trabajo con los inmigrantes latinos, pero por otro lado capaz que le servía provocar la reacción en contra de las elites intelectuales y de los grandes medios de comunicación. ¿Era un posicionamiento que le interesaba a Donald Trump ese, estar en contra de esos sectores del establishment o tenerlos en contra?

MM —No hay duda, […], lo que vimos acá es gente cansada de las elites. Cuando él ganó las primarias –legalmente las ganó después, pero en realidad las ganó cuando ganó Indiana el 3 de mayo– le ganó a la elite republicana, y el 8 de noviembre venció a la elite demócrata, y junto con la elite demócrata a la prensa en general, con muy pocas excepciones. Se demostró con los famosos wikileaks que la prensa estaba trabajando para la campaña de la señora Clinton. Cosa que no se debe hacer, ustedes son periodistas y el periodista tiene que ser objetivo, no puede tomar lado de un partido ni del otro. Pero desgraciadamente en esta ocasión los periodistas recibían órdenes y mandaban preguntas, etcétera, trabajando muy de cerca, como un ala más del Partido Demócrata, y a la gente eso le cayó muy mal.

EC —Mi pregunta era si a Trump le servía buscar ese enfrentamiento, provocar ese enfrentamiento con esos sectores.

MM —Creo que eso no fue a propósito, que fue por lo que él quería y eso salió dentro de lo que quería, dentro de su objetivo. No creo que lo haya hecho a propósito, creo que su idea era “estamos cansados de la misma gente corriendo, por un lado los Bush, por otro lado los Clinton”. Hablando con la gente, la gente me decía “ya no queremos ni oír de los Bush ni de los Clinton”. Y sí, él no lo hizo a propósito, ni tampoco con la prensa. No olvidemos: la prensa empezó a atacarlo, en el primer debate Megyn Kelly en su primera pregunta –yo me quedé sorprendida– no le preguntó de su agenda, no le preguntó de nada, le hizo un ataque directo por sus opiniones sobre las mujeres, etcétera. Eso fue un ataque, el ataque que él recibió de la prensa me dejó estupefacta. Yo personalmente no me escapo de una pelea, la disfruto incluso, pero cuando vi cómo lo atacaban tuve que admirarlo. No sé cómo seguía el hombre parado, porque el ataque venía de todos lados y cada media hora, y él seguía como si nadie lo estuviera atacando, y seguía peleando. Eso causó mucha admiración, mucha empatía y mucha simpatía hacia él.

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