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Entrevista central, jueves 12 de octubre: Gonzalo Caravilla

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EC —Esa gente corre riesgos, va a lo que ocurra con este negocio.

GC —Totalmente, esto es un negocio a riesgo. Para salir al mercado de valores el Banco Central del Uruguay (BCU) tiene procedimientos muy estrictos, se hace una evaluación del negocio, se hace una evaluación externa de negocios, o sea la evaluación del riesgo, ahí sale la recomendación hacia los futuros compradores y eso el BCU lo certifica. Por supuesto que el BCU no es corresponsable, acá hay una sociedad en funcionamiento que logró convencer al BCU y a los ahorristas y ahora tenemos que hacer el mejor papel para darles el retorno a todos los que confiaron en el proyecto.

EC —El Parque Valentines es una empresa que funciona en el derecho privado, impulsada por UTE, pero UTE se queda solo con el 20 %, el 80 % es de ahorristas. Es una “privatización”, pero distribuida. Usted hablaba de “capitalismo popular”, ¿ese es el concepto?

GC —Eso fue parte del diseño. No queríamos hacerlo simplemente para que alguien tuviera posibilidad, queríamos hacerlo con el ahorro popular, con los pequeños ahorristas, esos que son nuestros clientes y que por otro lado son los dueños de la UTE. Teníamos que buscarle la vuelta. Fuimos aprendiendo, en Pampa hicimos un procedimiento, el primer fideicomiso, en el cual después distribuimos los certificados de participación a prorrateo, porque tuvimos siete veces más demanda que la oferta que poníamos arriba de la mesa. Al final en promedio la gente tuvo más o menos la séptima parte de lo que propuso. Ahí nos dimos cuenta de que le habíamos errado, entonces ya para Arias cambiamos, los ordenamos de menor a mayor y fuimos dándoles de los más chiquitos a los más grandes hasta llegar al momento en que en el siguiente escalón ya me pasaba y ahí acotaba el número. Y en este último caso –no creo que podamos más que esto– llegamos hasta US$ 100, hay 600 socios con US$ 100, los ordenamos de menor a mayor, y cuando llegamos a US$ 2.000 –creo que son US$ 2.150– bloqueamos. Entonces esos 10.000 ahorristas tienen a lo sumo unos US$ 2.000. Hubo dos tramos, uno minorista y otro mayorista, pero en definitiva quedaron más o menos con poca plata cada uno y lo hicimos realmente muy distribuido.

EC —Es un mecanismo interesante, porque todos los uruguayos somos dueños de UTE, somos socios en el capital accionario de UTE, y en particular entonces somos dueños de ese 20 % que UTE tiene en parque Valentines, pero hay un grupo de 10.000 uruguayos que están en el 80 %, tienen una segunda participación.

GC —Así es.

EC —¿Cómo viene resultando la experiencia del intercambio con ellos? ¿Qué fue la reunión de la semana pasada?

GC —Fue una reunión más que nada informativa. Hay que tener en cuenta que en esa sociedad hay un 20 % que es de UTE, que está informada y absolutamente informada de todo lo que pasa, porque de hecho somos los responsables de la gestión, el equipo técnico de UTE está contratado por la sociedad anónima para hacer la gestión del parque eólico, por tanto todo lo que es el funcionamiento del parque no es que lo conocemos, lo gestionamos. El directorio está compuesto por tres directores, dos de UTE y el representante del 80 %, el contador Gonzalo Pérez, que tiene que mantener informados a sus representados de cómo viene la sociedad.

EC —No fueron los 10.000.

GC —No, era una reunión informativa para los accionistas, pero también era una reunión –la bolsa lo consideró así– para informar cómo funciona el mercado de valores. Había preguntas bien interesantes de gente que no era accionista, preguntas de gente que decía “yo tengo un plazo fijo, ¿podría transferirle el plazo fijo a UTE para con eso ser socio del parque eólico?”. No es así, usted tiene que hacerse la plata, después va a un corredor de bolsa y compra las acciones. Nosotros ni siquiera manejamos los valores, eso lo maneja la BVM, lo maneja el sistema de mercado secundario de acciones.

EC —Alguna crónica de prensa decía que aquello había sido una especie de clase sobre finanzas o manejo de finanzas o sobre el mercado de valores en sí mismo.

GC —Sí, fue. El primer alumno soy yo, es reinteresante lo que estoy aprendiendo en estas cosas en estos años.

EC —¿Había mucha ansiedad por el cobro de los dividendos, por ejemplo?

GC —No, hubo algunas preguntas. El que se ha metido en esta sociedad sabe que son inversiones a largo plazo. Pero los que son ansiosos y quisieron comercializar los papeles, al otro día de que cerró la emisión ya se estaban cotizando un 15 % por arriba. Hoy están a 27 %, el que compró hace un año ganó un 27 % en un año, porque el papel se valorizó. El proyecto como tal tenía en el prospecto –y mantiene, por cómo vienen los números– una tasa de retorno de 11,5 % como valor objetivo. Si alguien se mantiene durante todo el proyecto, al final va a tener como que invirtió la plata a ese valor. Pero con las acciones puede pasar que alguien en este momento –y de hecho está pasando, porque se están vendiendo 25 %, 27 % por arriba de lo que salieron los papeles hace un año– logre vender acciones, entonces el que compre esa acción habrá perdido la rentabilidad del primer año, pero tiene la expectativa de tener la rentabilidad a futuro que da ese papel.

EC —¿Y cómo viene el desempeño del parque en cuanto a generación de energía eléctrica en concreto?

GC —Ahí sí hay un poco más de ansiedad, porque estamos hablando de un negocio a 20 años. La planta entró en producción el 1.º de enero o los primeros días de enero, y en el proceso de puesta en funcionamiento hay una serie de ajustes, entonces el proyecto lleva 9, 10 meses, ni siquiera tenemos un año para hacer una evaluación. Pero todas las extrapolaciones que se están haciendo dan que estamos de acuerdo al valor esperado. Hubo algunos retrasos, y eso fue informado incluso en el momento en que hacíamos la emisión el año pasado. Salimos al mercado y dijimos: este es el parque eólico, este es el molino, está girando. Porque desde setiembre estaba en la energía de prueba, que se pagaba un 80 %, y a partir del 1.º de enero empezó a cobrar el 100 %, en este caso UTE es el que le paga la energía. Todo está funcionando de acuerdo a lo previsto, las máquinas están siendo operadas y mantenidas por el fabricante –que en este caso es Gamesa, que hoy es del grupo Siemens, o sea Siemens-Gamesa–, están andando muy bien, cada vez andan mejor, se han ajustado muy bien a los vientos.

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