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Entrevista central, jueves 17 de agosto: Andrés Lalanne

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EC —¿Y cómo fue la relación con la dictadura, con el gobierno? ¿En qué medida hubo persecución a ese tipo de actividades?

AL —Las actividades en esa época estaban muy controladas, no podíamos hacer actividades en las que no hubiera algún agente de la dictadura vigilándonos.

EC —Porque esas disciplinas en las cuales se especializó el CLAEH, ciencias sociales, en la Udelar estaban acorraladas.

AL —Sí, estaban proscritas. Parece que la economía era mala palabra, la sociología, ciencias políticas, historia. El CLAEH tomó la definición de investigar sobre la historia nacional reciente, la del siglo XX, cuando todos los programas de historia terminaban más o menos en la primera Constitución o cosa por el estilo. Son las opciones. Los que vivimos esos años sabemos que fueron durísimos, porque las condiciones eran muchas veces intolerables, pero había que resistir y se hizo lo que se pudo. Lo interesante de eso es que algunas de las personas que cursaron esos grados luego lograron su reconocimiento en el exterior para hacer posgrados. Eso da la pauta de que eran de calidad.

EC —Volviendo al proceso de desarrollo del CLAEH, en el año 78 organiza el Departamento de Investigaciones, que se articula sobre la base de cuatro programas: Historia, Sociología, Economía y Ciencias Políticas. En esos pasos que se van dando juega un papel importante Juan Pablo Terra, una de las figuras más destacadas del Partido Demócrata Cristiano. Entonces, del mismo modo que le preguntaba qué relación tiene el CLAEH con la Iglesia católica, ¿qué relación tiene con la democracia cristiana?

AL —Algo parecido en cuanto a tener una afinidad en orígenes de pensamiento. En cuanto al funcionamiento interno, a la independencia institucional, el CLAEH siempre operó como una institución que respondía a sus fines, no era un instrumento. También había una preocupación por ejercer en la práctica lo que le decía del pluralismo, nos enorgullecemos de que siempre hemos tenido gente de diversos partidos, mucha gente que no tiene una definición partidaria también. Eso subsiste. Obviamente las concepciones originarias del CLAEH, que tienen que ver con el personalismo, el concepto del bien común, de solidaridad y demás, de alguna manera tienen un correlato en la política, pero no tienen un vínculo institucional.

EC —En definitiva, el CLAEH se posiciona como independiente.

AL —Absolutamente independiente, no solo en el sentido político, sino también en cuanto a su ideario, de cualquier otro tipo de institución.

EC —¿Y cómo se financia una institución con esas características?

AL —Ahí podríamos ir un poquito también a la historia, porque el primer CLAEH era primordialmente voluntario, era gente que lo hacía de corazón, pero era otra época del país y de la sociedad. Después el segundo CLAEH, que es el de la dictadura, se convierte en una organización más profesional, y en esa época está financiado, por lo menos en la gran mayoría de sus fondos, por la cooperación internacional. No habría sido posible –quiero decirlo porque me parece que es justo– que existiera no solo el CLAEH, sino otras instituciones como CINVE, CIESU, CIEDUR, que son de la misma época, si no hubiera habido una gran solidaridad, sobre todo de instituciones de origen europeo.

EC —Por ejemplo, ¿cuáles? ¿Fundaciones?

AL —Fundaciones, algunas de ellas también con alguna vinculación con iglesias o con partidos, que hoy día todavía existen. Las fundaciones alemanas, la socialdemocracia y el socialcristianismo, pero que hoy ya no operan aquí o lo hacen de una forma muy reducida, porque Uruguay ya no es beneficiario de la cooperación internacional. Esa misma ayuda, que de alguna forma tenía un rasgo humanitario por la situación que se vivía, se ha ido hacia países de menor desarrollo.

EC —¿Y hoy cómo financia su presupuesto?

AL —Fundamentalmente con las matrículas, con los servicios que ofrecemos y también con proyectos que tienen que ver con intervenciones en el territorio en la parte social. Porque el CLAEH investigador creó un Departamento de Promoción Social y de Intervención Social que se ocupaba de proyectos en el territorio con motivaciones de solucionar algunos problemas sociales. Eso todavía existe, hoy día no es la cooperación internacional la que sostiene ese tipo de programas, es el Estado, y tenemos, por ejemplo, el grupo de Tacuarembó, de la Regional Noreste del CLAEH, que se ocupa de ese tipo de proyectos. La mayor parte de los ingresos provienen de las matrículas, y una parte de este tipo de proyectos; lo proveniente de la cooperación internacional prácticamente tiende a cero.

EC —¿Y cómo juegan las donaciones de empresas?

AL —En el caso nuestro, si bien no exclusivamente, pero en su gran mayoría, las donaciones de empresas se destinan a becas para alumnos. Uno de los dramas de las instituciones privadas que tenemos una orientación hacia la justicia social es dejar fuera por un tema económico a quienes podrían ser estudiantes nuestros. Entonces usamos ese tipo de recursos para otorgar becas.

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