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Entrevista central, jueves 2 de febrero: Francisco Arroyo

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Entrevista con el doctor Francisco Arroyo, embajador de México en Uruguay.

Video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Jueves 02.02.2017, hora 8.17

EMILIANO COTELO (EC) —El peor escenario posible para México parece haberse hecho realidad. Donald Trump se convirtió en presidente de los Estados Unidos y a las pocas horas confirmó su decisión de construir un muro entre los dos países y revisar el acuerdo de libre comercio que ha dinamizado a la economía azteca en los últimos 20 años.

En señal de protesta, el presidente Enrique Peña Nieto canceló el viaje que tenía previsto a Washington y la sociedad mexicana reaccionó unida en defensa de la dignidad del país y de los emigrantes que viven en territorio estadounidense.

Eso no impide que México se enfrente a un período muy difícil y lleno de incertidumbre, sobre todo en materia económica, mientras se prepara para negociaciones duras con la Casa Blanca y diseña un plan de desarrollo interno alternativo.

Para profundizar en estos dilemas y tratar de averiguar qué perspectivas hay por delante, nos acompaña el embajador de México en Montevideo, Francisco Arroyo.

Usted es hombre de radio, tiene algo de experiencia en este oficio…

FRANCISCO ARROYO (FA) —Sí, el lenguaje de radio me gusta mucho, es mucho mejor que el de la televisión. El lenguaje de radio te permite soltarte un poco más, aunque a los diplomáticos no nos lo permiten mucho.

EC —Usted, además de haber hecho radio, tiene un currículo que vale la pena mencionar: es diplomático, es abogado y tiene una larga experiencia política en su país. Fue parlamentario del PRI, primero como diputado y luego como senador.

FA —Fueron 25 años.

EC —Con esa experiencia a cuestas, como político que también es, cuando analizaba la campaña electoral de Estados Unidos, ¿creía que Trump podía ganar?

FA —No. A los políticos viejos –aunque tenga 57 años, pero pasé por siete elecciones–, a los políticos de mi generación, nos obligaban a leer y a tener una formación cultural que nos llevaba a ver la vida en perspectiva. Y me di a la tarea de leer, entre otras muchas cosas, las memorias de los expresidentes mexicanos. Como me leí casi todas las memorias de los exembajadores antes de llegar aquí. Y en las memorias de los expresidentes mexicanos descubro que hay una constante: la dificultad de la relación con los Estados Unidos. Llegó a haber un presidente que decía en tono de broma: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.

EC —Célebre frase.

FA —Tenemos una frontera de 3.150 kilómetros, es la frontera más dinámica del mundo. Somos un matrimonio que no se acaba de llevar bien, pero finalmente nos necesitamos, porque la frontera ahí está.

EC —Volviendo a la pregunta: ¿por qué no podía ganar Trump, para usted?

FA —Porque los […] nos hacían pensar que la normalidad democrática de Estados Unidos iba a decidirse por una candidata. Sin embargo, vemos que el ahora presidente Trump fue muy hábil, aprovechó un sentimiento que había en cierta parte del pueblo norteamericano y le pegó, y ahí está.

EC —Lo cierto es que ganó. Y eso implica que validó en las urnas planteos como este que habían hecho tanto ruido en la campaña:

(Audio Donald Trump)

“Cuando México envía a su gente, no está enviando a los mejores, está enviando gente que tiene muchos problemas y que está trayendo esos problemas con nosotros. Están trayendo drogas, están trayendo crimen, son violadores. Algunos supongo que son buenas personas, pero he estado hablando con guardias de frontera y nos dicen que ese problema es lo que vamos a tener”.

Trump argumentaba eso, y ahora argumenta que la gente votó eso.

FA —Vamos a ponerlo en perspectiva. Los mexicanos que tenían que regresar durante los ocho años de la administración demócrata ya regresaron. Fueron casi 2,8 millones. Llegaron a México dominando el idioma inglés, siendo expertos en alguna técnica, ya sea de albañilería, ya sea de plomería, ya sea técnicas agrícolas, etcétera, y han venido a enriquecer una parte de la sociedad mexicana.

Los mexicanos ya no se están yendo a Estados Unidos. Y los mexicanos que se fueron a Estados Unidos quieren regresar a México. Y los que se quedaron allá, que son una cantidad muy importante –se calcula que son casi 20 millones–, son ciudadanos estadounidenses, votan, pagan impuestos y enriquecen en una parte muy importante la economía de Estados Unidos.

No me puedo imaginar el valle de San Isidro durante la temporada de la ciruela sin la mano de obra mexicana. No me puedo imaginar las plantaciones de trigales, las vendimias en el valle del Napa, las construcciones, las cocinas en Nueva York sin la mano de obra mexicana. No me puedo imaginar incluso algunos hospitales de los Estados Unidos sin las enfermeras, sin las afanadoras o sin algunos médicos mexicanos muy prestigiados que están trabajando allá.

Este enunciado del entonces candidato Trump no es real y no es cierto.

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